Reacciones Adversas

En 2023, una revisión sistemática con metaanálisis identificó los ensayos clínicos aleatorizados que habían notificado la aparición de trastornos cognitivos en pacientes con cáncer de próstata en tratamiento con un antiandrógeno no esteroide de segunda generación, como la apalutamida (Erleada), la darolutamida (Nubeqa) o la enzalutamida (Xtandi). Los cuatro ensayos clínicos seleccionados incluían a un total de 5267 pacientes. En tres de esos estudios, el tratamiento antiandrógeno se prescribió como complemento de una terapia de privación de andrógenos con un agonista de la hormona liberadora de gonadotropina. La duración del seguimiento fue diferente en cada uno de los estudios (de 18 a 48 meses) [1].

En comparación con un placebo, el riesgo de trastornos cognitivos pareció ser aproximadamente dos veces mayor en los pacientes que tomaban un antiandrógeno de segunda generación (intervalo de confianza del 95% 1,3-3,4, p=0,002) [1].

Los datos derivados del metaanálisis de los ensayos clínicos y los estudios epidemiológicos han mostrado un aumento de los trastornos cognitivos en los pacientes tratados con diferentes antiandrógenos, sobre todo después de una exposición más larga [2]. Se desconoce el mecanismo, aunque se han propuesto varias hipótesis. Dada la participación de la testosterona en el funcionamiento neurológico y el comportamiento, la deficiencia de andrógenos podría provocar una disfunción cognitiva. También se ha propuesto que los antiandrógenos pueden tener una acción indirecta que provoca depresión y un aumento de los trastornos cerebrovasculares, que por sí mismos pueden predisponer a la aparición de problemas cognitivos [2].

En la práctica, estos datos concuerdan con el aumento del riesgo de padecer trastornos cognitivos que comparten todos los antiandrógenos. Para cualquier paciente, este riesgo también depende de la duración de la exposición y de factores individuales [2,3]. Este hecho se debería tomar en cuenta antes de proponer este tipo de tratamiento antiandrógeno.