Según informa Ed Silverman [1], activistas y médicos han acusado a Vertex de negarse a tomar varias medidas (por ejemplo, abandonar las patentes y establecer precios en base al costo de la I+D y su producción) que ampliarían el acceso a sus costosos medicamentos para la fibrosis quística en países predominantemente pobres. La empresa ha reaccionado diciendo que establecería un programa de donaciones, sin revelar detalles sobre el alcance de la iniciativa y cuántas personas se beneficiarían. Para empezar, el año pasado lanzó un programa piloto de su plan de donaciones en 10 países de cuatro continentes, con la ayuda de Direct Relief.
Diarmaid McDonald, que dirige Just Treatment, un grupo de defensa de pacientes en el Reino Unido y ha trabajado con pacientes y sus familias para acceder los medicamentos de Vertex dijo “Quieren tener control total sobre su propuesta de solución a la desigualdad en el acceso global, pero sin ninguna transparencia… Nunca ha funcionado como solución para ningún otro medicamento y es casi imposible imaginar cómo podría funcionar para la fibrosis quística”.
Uno de los medicamentos de Vertex es eficaz para tratar aproximadamente al 90% de quienes padecen esta enfermedad, que daña gravemente los pulmones y limita en gran medida la esperanza de vida. Se conoce como Trikafta en EE UU y Kaftrio en otros lugares, tiene un precio de lista en EE UU de alrededor de US$310.000.
Vertex ha tenido problemas en varios países por el costo de sus medicamentos, especialmente en el Reino Unido, donde NICE dijo que el costo de los tres medicamentos que vende la empresa para esta indicación es demasiado alto
En Brasil, a principios de 2023, por ejemplo, un comité asesor del gobierno brasileño determinó que Trikafta no era rentable e inicialmente recomendó que el Ministerio de Salud no lo reembolsara. Pero después de un período de consultas, el comité recomendó el reembolso.
El Ministerio de Salud de Polonia anunció a principios de este mes que las conversaciones de reembolso con Vertex no tuvieron éxito. Como resultado, los niños de seis años en adelante ya no serán elegibles para recibir dos medicamentos Vertex bajo un programa de acceso gubernamental subsidiado.
“Se ha retirado el uso compasivo, por lo que la única alternativa es ir a Argentina (donde un fabricante de medicamentos genéricos fabrica una versión de Trikafta que se vende por unos US$60.000), pero todavía no es asequible para la mayoría de la gente”, dijo Anna Cisowska, cuya hija de 12 años tiene fibrosis quística. “Estamos perdidos y tratamos de entender qué pasó”.
En julio de 2023, Vertex estimó que más de 65.000 personas con fibrosis quística de todo el mundo están recibiendo al menos uno de sus medicamentos. Los tratamientos están aprobados y disponibles en más de 60 países, en su mayoría naciones ricas. Entre los países de ingresos bajos y medios solo está disponible en donde Vertex tiene un programa de donación.
Durante los primeros nueve meses de 2023, los medicamentos para la fibrosis quística generaron US$7.350 millones en ingresos a nivel mundial, un aumento del 11% respecto al año previo, US$4.500 millones de ellos solo en EE UU. El medicamento más vendido fue Trikafta, que generó US$6.600 millones en ventas globales, un aumento del 17%.
En febrero, los pacientes presentaron impugnaciones a las patentes de estos tratamientos y solicitaron que los gobiernos de Sudáfrica y Ucrania emitieran licencias obligatorias, que permiten al gobierno eludir las patentes para fabricar y distribuir genéricos más baratos. En India se está aplicando una táctica diferente: los pacientes pidieron al gobierno que revocara las patentes de Vertex, y planean solicitar licencias obligatorias si las patentes no son revocadas.
En junio, durante la Conferencia sobre Fibrosis Quística en Viena, el académico Jonathan Guo habló sobre las disparidades de acceso a nivel internacional y destacó formas de abordar las patentes, los genéricos y las estrategias de reembolso. Su charla tuvo lugar poco después de que un análisis concluyera que el costo de producir Trikafta es inferior a US$5.700, por lo que una versión genérica costaría una fracción de su precio de lista.
Los ejecutivos de Vertex sostienen que las patentes se aplicarán en los países de ingresos bajos y medios bajos; y dicen que no hay planes de abandonar la resistencia al desafío de las patentes en Sudáfrica o registrar sus medicamentos allí. Sin embargo, según Gayle Pledger de la Campaña Derecho a Respirar (Right to Breathe) la compañía acordó permitir la importación de medicamentos no registrados al país. Esto significa que los tratamientos sólo estarán disponibles para cada paciente que pueda procesar su acceso exitosamente.
“El enfoque [adoptado por] Vertex es realmente demasiado difícil de entender”, dijo Bulent Karadag, neumólogo pediátrico de la Universidad de Mármara en Estambul. “La selección de ciertos países, o de un subgrupo de pacientes en otros, sólo aumentará la inequidad y el sufrimiento de los padres de los niños afectados por la fibrosis quística”.
“Cuando comencé a cuidar a personas con fibrosis quística hace 26 años, podía tomar de la mano de los padres de una niña moribunda de siete años y constatar que la fibrosis quística era una afección desesperadamente triste y que, en última instancia, acortaba la vida, pero que se había hecho todo lo posible para prolongar la vida de su hija el mayor tiempo posible”, afirmó Cathy Baird, que trata a adultos con fibrosis quística en el Hospital Netcare Milpark de Johannesburgo.
“¿Cómo, puedo hoy coger las manos de los hijos de mis pacientes con fibrosis quística y decirles que hemos hecho todo lo posible para prolongar la vida de su progenitor? ¿Sabiendo que existe una medicación que, en esencia, puede convertir una enfermedad potencialmente mortal en una enfermedad crónica controlable, pero que los pacientes no pueden acceder a ella debido al abuso extremo de patentes?”
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