Resumen
Objetivo. Estimar la asociación entre los pagos que reciben los oncólogos de la industria farmacéutica y la administración de intervenciones no recomendadas o de bajo valor a sus pacientes.
Diseño. Estudio de cohortes.
Entorno. Facturas a Medicare para recibir el pago por servicio.
Participantes. Beneficiarios de Medicare con diagnóstico de cáncer incidente (aparición de un código de diagnóstico de cáncer alrededor de las fechas en que se presentan las facturas por tratamiento del cáncer, y ningún código de diagnóstico de este tipo durante un período de lavado ≥1 año), en el periodo 2014-19, que cumplían requisitos adicionales que los identificaban como en riesgo de recibir una de las cuatro intervenciones no recomendadas o de bajo valor: denosumab para el cáncer de próstata sensible a la castración, factores estimulantes de colonias de granulocitos (GCSF) para pacientes con bajo riesgo de fiebre neutropénica, nab-paclitaxel para cánceres para los que no hay evidencia de que sea superior al paclitaxel, y un fármaco de marca cuando está disponible una versión genérica o un biosimilar.
Principales medidas de resultado. Recepción del fármaco no recomendado o de bajo valor que el paciente estaba en riesgo de recibir. La principal asociación de interés fue que el oncólogo hubiera recibido un pago general del fabricante del correspondiente fármaco no recomendado o de bajo valor (según la base de datos Open Payments) dentro de los 365 días previos a la fecha índice del diagnóstico de cáncer del paciente. Los modelos utilizados fueron un modelo lineal general que controlaba las características de los pacientes y el año natural, y un modelo lineal general para las variables correspondientes al médico.
Resultados. Los oncólogos recibieron pagos de la industria para 2.962 de 9.799 pacientes (30,2%) en riesgo de recibir denosumab no recomendado (mediana US$63); 76.747 de 271.485 pacientes (28,3%) en riesgo de recibir GCSF (mediana de US$60); 18.491 de 86.394 pacientes (21,4%) en riesgo de recibir nab-paclitaxel (mediana de US$89), y 4.170 de 13.386 pacientes (31,2%) en riesgo de recibir medicamentos de marca (mediana de US$156). La proporción no ajustada de pacientes que recibieron denosumab no recomendado fue del 31,4% para aquellos cuyo oncólogo no había recibido pagos y del 49,5% para aquellos cuyo oncólogo sí lo había recibido pagos (diferencia de prevalencia del 18,0%); los valores correspondientes para el GCSF fueron del 26,6% frente al 32,1% (5,5%), para el nab-paclitaxel fueron del 7,3% frente al 15,1% (7,8%), y para los fármacos de marca fueron del 88,3% frente al 83,5% (-4,8%). Teniendo en cuenta las características de los pacientes y el año natural, los pagos de la industria se asociaron con un mayor uso de denosumab (17,5% [intervalo de confianza del 95%: 15,3% -19,7%]), GCSF (5,8% [5,4% – 6,1%]) y nab-paclitaxel (7,6% [7,1% – 8,1%]), pero hubo un menor uso de medicamentos de marca (-4,6% [-5,8% a -3,3%]). En los modelos de indicadores a nivel de médico, los pagos de la industria se asociaron con un mayor uso de denosumab (7,4% [2,5% – 12,2%]) y nab-paclitaxel (1,7% [0,9% – 2,5%]), pero no de GCSF (0,4% [-0,3% a 1,1%]) o medicamentos de marca (1,2% [-6,0 a 8,5%]).
Conclusiones. En algunos escenarios clínicos, los pagos que hace la industria a los médicos se asocian a fármacos no recomendados y de bajo valor. Estos hallazgos suscitan preocupación por la calidad asistencial que resulta de las relaciones financieras entre los médicos y la industria