“Las farmacias son empresas privadas y la norma básica de cualquier empresa es maximizar los beneficios con el menor coste posible”. En este sentido funcionan como lo haría una tienda de electrodomésticos. Primera alerta. Entonces, ¿prima el negocio o el servicio público? En la misma línea: “Las oficinas de Farmacia son el único eslabón de la cadena asistencial básica del paciente que se encuentra al 100% en manos privadas”. Siendo así, ¿los usuarios son pacientes o clientes?
Segunda alerta. Perfiles comerciales en ofertas de trabajo para farmacéuticos. “Buscamos farmacéutic@ con conocimientos de venta en dermocosmética, perfil comercial, con motivación en ventas”. Oferta para farmacéutico adjunto: “Necesito gente dinámica que sepa de informática y redes sociales y que sea buen comercial”. “Busco farmacéutica/o con experiencia y marcado perfil comercial con conocimiento en venta cruzada…”. Son anuncios reales. No buscan profesionales con un perfil sanitario y con conocimientos de farmacología, sino gente con un perfil comercial y que estén motivados para vender. Obviamente, cuanto más se vende, más caja se hace. Siguiendo esa lógica, cuando un cliente entra en el local no debería salir con las manos vacías. Por ejemplo si un paciente compra un medicamento para una infección de orina, es fácil que salga también con algún preparado de arándanos rojos. Los laboratorios y las grandes compañías tienen sus propias listas de ventas cruzadas y forman al personal que trabaja en la farmacia para que aumenten la venta con esos productos. Una gestora dedicada al sector explica en su página web que si un cliente pide un antigripal, hay que preguntarle por el estado de su garganta para venderle un producto extra que le alivie el picor, eso “mueve el stock de productos” y además el cliente “se va a sentir mejor atendido”. Cada tratamiento tiene algún producto para mitigar los efectos secundarios. Además, en una farmacia se vende de todo, desde remedios para prevenir el COVID, a cosméticos, adelgazantes, vitaminas y extractos de plantas de todo tipo, lociones contra los piojos, leche, sopas, geles… y puedes encontrar hasta una crema que te protege del wifi y un boli eléctrico acupuntor.
Felipe y Raúl de la Fuente son dos hermanos valencianos que acaban de publicar De venta en Farmacias. Una denuncia del negocio de la salud desde dentro. De su libro procede toda esta información. Raúl se graduó en Nutrición y Dietética y ha trabajado de técnico de laboratorio de calidad en diferentes empresas. Felipe es licenciado en Farmacia y después de diez años trabajando detrás del mostrador de diferentes oficinas de farmacia comunitaria, es residente en el área de diagnóstico biológico de un hospital. Empezaron con un blog desde el que denunciaban esos productos milagros que se venden en las farmacias y que no tienen ninguna eficacia probada, aunque son muy caros: desde crecepelos a colágenos, complementos alimenticios que aumentan la fertilidad, adelgazan, cremas que reparan el ADN, quitan arrugas imposibles, preparados que evitan resfriados… Y del blog saltaron a este libro. Lo hicieron con un objetivo: “ir a la causa de que tantas farmacias se hayan convertido en poco más que un ultramarinos o un bazar multiprecio”, en otras palabras, explicar cómo funciona el modelo farmacéutico y las oficinas de farmacia en nuestro país. Un suculento negocio en manos de unos pocos.
Felipe, después de una década trabajando en farmacias de varias comunidades autónomas, conoce la trastienda de estas empresas. En este libro no sólo explica qué pasa fuera del alcance de nuestros ojos y de nuestra imaginación, ya sea en malas praxis como en abusos laborales, sino que, a la denuncia de un modelo basado en el negocio, plantea una alternativa basada en el servicio público. Nos argumentan que otro modelo de Farmacia es posible: la Farmacia pública, más asistencial y profesional, donde prima la calidad y la atención al paciente. La Farmacia entendida como servicio público. En este libro demuestran que el modelo de Farmacia pública es posible, viable y rentable económicamente. Sólo recrimina la falta de voluntad política para abrir el debate.
Gema Delgado: Muchas veces nos dirigimos a la farmacia como si lo hiciéramos ante un médico de familia para pedirle un fármaco con el que paliar un dolor de cabeza, la tos, una alergia… Habéis estudiado una carrera universitaria de Ciencias de la Salud, lleváis una bata blanca… Hasta qué punto tenemos una percepción errónea de lo que es una Farmacia.
Felipe de la Fuente: A ver, la farmacia es un establecimiento sanitario y las farmacéuticas y farmacéuticos son profesionales sanitarios. A la farmacia tienes que ir a retirar los medicamentos que te han prescrito los médicos. Luego dependerá de con quien des, de su ética profesional y de lo que les obliguen a hacer en el establecimiento en el que trabajan. Hay sitios en los que te exigen un mínimo de ventas, como cuenta la gente en nuestro libro. Y al fin y al cabo las trabajadoras y trabajadores de las farmacias tenemos que comer y pagar facturas, hipotecas, etc. También hay algunas farmacias en las que hacen competiciones a ver quién es el vendedor del mes.
Pero en lo que respecta a los medicamentos hay que seguir confiando. Además, también hay que valorar el buen trabajo que hicieron las oficinas de Farmacia durante la pandemia. Cuando nadie podía acceder a Atención Primaria, las farmacias seguían abiertas y eran de entrada libre.
«El problema de las farmacias radica en que son empresas privadas que buscan aumentar beneficios»
El problema radica en que, según la ley, las farmacias son empresas privadas de interés público. Pero cuando tenemos un problema de salud más grave, como una tuberculosis o un VIH y tenemos que ir a una farmacia del hospital, esa farmacia es pública y nadie se plantea que no lo sea. Allí hay un farmacéutico que te da tu medicación y recomendaciones. Y no te vende nada más. No lo necesita, porque su empleo no depende de las ventas que consiga ni la viabilidad de esa farmacia depende de que te vendan un colágeno o de que el empresario quiera generar beneficio de tu plusvalía.
G.D.: Después de escribir este libro, imagino que eres consciente que nunca te volverán a contratar en una Farmacia.
F.F.: Ojalá no me haga falta. La carrera es muy bonita, también muy complicada. Luego, la salida más fácil es trabajar en una farmacia haciendo sustituciones, vacaciones. Y ahí vas viendo cómo es el trabajo y lo que se espera de ti. Para empezar, no te piden conocimiento de atención al paciente. Luego llegan las sorpresas: piden experiencia comercial, márketing, ventas cruzadas, etc.
«Estudias para ser sanitario y acabas siendo vendedor. En algunas farmacias obligan a un mínimo de ventas»
G.D.: La vocación topa con la realidad.
F.F.: Hay decepción. Cada vez hay más estudiantes que no quieren trabajar en una farmacia comunitaria. Y en algunos sitios ya hay problemas para encontrar farmacéuticas/os. Es que estás estudiando para ser sanitario y luego acabas siendo vendedor. Y lo digo sin ningún desprecio hacia la gente que se gana la vida vendiendo cosas. Pero yo, como mis compañeros de carrera, quiero ser un profesional sanitario, atender a pacientes, no a clientes. Para eso me hubiera preparado de comercial o hubiera abierto una zapatería o una floristería. Para mí es una frustración increíble. El haber sacado plaza de residente FIR en un hospital ya era cuestión de salud mental. Necesitaba salir de ese mundo porque acaba siendo un sinvivir.
A veces te piden un antibiótico y les dices que no se lo puedes dar porque tiene que ser con receta, y porque a lo mejor no necesita ese antibiótico. Se van despotricando, te ponen una referencia mala en google, se lo dan en otra farmacia y luego pasan por delante de tu mostrador para enseñarte que se lo han vendido en otro sitio… y encima el jefe te reprime por no habérselo vendido. Te quedas con una cara…
Pues si tienes una infección de orina lo mejor es que vayas a tu centro de salud, lo que pasa es que a veces es más complicado porque no hay urgencias en los centros de salud, etc. ¿Qué es lo que está abierto? La farmacia. ¿Y qué es lo que la farmacia no te puede vender? Antibióticos. Te van a dar arándanos, preparados a base de plantas, y otras cosas que no han demostrado efectividad. Lo peor es que con eso no se te quitará la infección y sigues sin ir al médico, y eso te puede dar problemas de salud mayores como una pielonefritis u otras cosas.
G.D.: ¿Cómo funciona la venta cruzada?
F.F.: Si vas por una pastilla para el colesterol, en la farmacia tienen ya preparada una lista de productos de parafarmacia que pueden venderte y engrosar así el ticket medio.
G.D.: Ahí huele a gran negocio de los laboratorios.
F.F.: Todo el mundo gana: los laboratorios aumentan las ventas y las oficinas de farmacia incrementan la facturación. Lo que se vacía es el bolsillo del consumidor.
G.D.: Regentar una farmacia siempre ha sido un buen negocio.
F.F.: Sí. Los medicamentos dejan dinero. Depende del volumen de facturación de recetas que tengas. Por una parte, se quedan con un margen de beneficio del 27,9% según la ley. Pero también ganan dinero con los laboratorios, que pueden rebajar el precio a las farmacias en función de la cantidad que compren. En una farmacia en la que llevé la gestión de medicamentos genéricos a veces los descuentos llegaban al 75%. Y luego están todos los productos de la parafarmacia que también dejan mucho dinero.
G.D.: ¿En manos de quién están las oficinas farmacias y cómo se reparten las licencias?
F.F.: Están en manos de Licenciados en Farmacia. El problema es que hay número clausus. En España son 2.800 habitantes por farmacia, aunque como depende de la ley autonómica puede variar por comunidades. Esto hace que sea un mercado saturado donde no se abren más establecimientos porque no se incrementa la población lo suficiente para poder hacerlo.
Y cuando hay alguna farmacia de nueva apertura salen a oposición de méritos, años trabajados, etc, que a veces, y por lo que he escuchado, puede ser más o menos turbia ya que hay mucho dinero por medio. En la Comunidad Valenciana, desde 2014 no se había abierto ningún expediente de nueva apertura en la Comunidad Valenciana hasta 2021 cuando se ofertaron cinco nuevas farmacias para toda la comunidad. Eso hace que sea prácticamente imposible acceder a una.
«Comprar una licencia de administrativa está al alcance de muy pocos. Puede costar uno, dos o tres millones de euros, depende de lo que facture»
Otra posibilidad es comprar la licencia de una farmacia que ya esté funcionando. Te puede costar uno, dos o tres millones de euros, dependiendo de lo que facture, con lo que queda al alcance de muy pocos.
Y luego, la otra opción es heredar. Es una anomalía, pero estas licencias administrativas se heredan. ¿Y por qué la vas a heredar de tus padres? Oposita y sácatela tu. Esto reduce mucho el número de farmacias y fomenta los clanes farmacéuticos. Hay familias que tienen 3, 4, 5 ó 6 farmacias. Y los colegios de farmacéuticos tienen su parte de responsabilidad en cómo está el tema. De hecho, en 1940 los colegios de farmacéuticos ya instaban al gobierno franquista a que regulara la nueva apertura de farmacias porque no había pastel para todos y no querían competencia. Curioso que luego defiendan el libre mercado para otras cosas, pero en esto no.
«Si se liberalizara la apertura de farmacias tendríamos a Jeff Bezos o a Amancio Ortega acaparando un negocio muy rentable»
G.D.: Entiendo que la solución tampoco sería la libre apertura de farmacias.
F.F.: No, no. Yo estoy totalmente en contra. En Reino Unido y en Estados Unidos ya lo han hecho. Si lo hicieran aquí tendríamos a un Jeff Bezos o Amancio Ortega acaparando un negocio que es muy rentable. En Estados Unidos el dueño de Amazon ha comprado la mayor distribuidora de medicamentos y a la vez la mayor cadena de atención primaria, de modo que tiene a quienes prescriben y a quienes dispensan. Es un negocio increíble.
Farmacias Públicas
G.D.: En el libro hablas de otro modelo. Las farmacias públicas. ¿Cómo funcionarían?
F.F.: Las posibilidades que ofrecería integrar la farmacia comunitaria dentro del Sistema Nacional de Salud serían infinitas. Nosotros lo que hacemos es extrapolar lo que hay ahora: las 22.000 farmacias que están funcionando, el coste que supone mantenerlas, con el coste de empleados, el número de medicamentos que venden, el margen oficial que tienen, unido a los descuentos que les hacen los laboratorios… Si fueran públicas, con el mismo volumen de venta de medicamentos sujetos a prescripción médica, con dos farmacéuticas y dos técnicos de farmacia por oficina de farmacia, nos saldría un retorno económico a la Administración de entre 500 y 1.500 millones de euros anuales, así que es rentable y posible.
Aparte que no debemos mirar un servicio público desde una perspectiva capitalista: un servicio público está para dar un servicio no para obtener beneficios. Y conseguiríamos una mejor atención.
Si hubiera valentía política se podría hacer. Obviamente no de hoy para mañana pero se puede hacer un periodo de cadencia, decir por ejemplo que serán públicas en 2035, y que los medicamentos se pongan en los centros de salud y a cargo de la Administración. Y que el farmacéutico se dedique a revisar medicaciones, a tener comunicación con atención primaria, con la hospitalaria, que pueda detectar si un paciente no puede tomar cierta medicación o si un medicamento es incompatible con un tratamiento que esté siguiendo el paciente. Cuantos más medicamentos utilicen las pacientes, más probabilidades hay de que se produzcan reacciones adversas y a veces las interacciones entre medicamentos tienen efectos tan graves como un fallo renal que puede ocurrir cuando se combina un antihipertensivo, un diurético y un antiinflamatorio. Y eso puede pasar cuando venden medicamentos sin recetas y sin saber lo que esa persona está tomando.
G.D.: ¿Por qué no se introduce el tema en el debate público de la Sanidad?
F.F.: Creo que tenemos tan arraigado que las farmacias son lo que son que poca gente o nadie se lo ha planteado. Al menos el libro ha cumplido nuestra intención de hacer reflexionar sobre lo que tenemos y lo que podría haber.
G.D.: Habéis hecho un trabajo de campo importante recogiendo las experiencias de los trabajadores de Farmacias. Lo que se mueve en la trastienda es sorprendente.
F.F.: En redes sociales interaccionas con gente de tu sector y ves a compañeras que se quejan de que les han obligado a vender un antibiótico, o que están cansadas de las ventas cruzadas, etc. Y siempre salían titulares de Farmacia o del colegio de farmacéuticos, que es el brazo de la patronal, diciendo que eso no es verdad o que son casos aislados… Pero dijimos, «es que lo que le ha pasado a esta chica también me ha pasado a mí. Vamos a ver si es un caso aislado». E hicimos un llamamiento en las redes sociales para que la gente nos mandara sus historias. Con ellas hicimos un capítulo del libro pero podíamos haber hecho el libro entero.
Hay una práctica en la farmacia, que no es tan rara como parece. Se hace con pacientes que no pagan la medicación; cuando llegan a la Farmacia les dicen: tienes esto, esto y esto. Y el paciente dice, de acuerdo, pero la insulina no hace falta que me la des, que todavía tengo en casa. Y en algunas farmacias, como el abuelo no paga y no se da cuenta, facturan esa insulina, que son 60 euros, como si se la hubieran dado y luego las tiran. Hace poco expedientaron a una farmacia por esto en el sur de Valencia. No debe de ser un caso tan aislado cuando poco tiempo después la Consellería Valenciana envió una circular a los colegios de farmacéuticos avisando de que estaban detectando movimientos extraños con la retirada de medicamentos
Quieren engrosar la caja cometiendo ilegalidades. Esto pasa con el modelo de la empresa privada.
G.D.: ¿Qué es lo que más te ha impresionado de los mensajes que habéis recibido?
F.F.: Hay un chico que contaba que, para ahorrarse el coste del tratamiento de residuos, le hacían enterrar en un descampado productos químicos que utilizaban para hacer las fórmulas magistrales. Otro chico contó que le contrataron en negro en una Farmacia de Teruel, que le pagaban 700 euros y encima el dueño le dijo «y da gracias que no te he aplicado la retención». El chaval respondió ¿pero qué retención si cobro en negro?». La gente cuenta muchos casos en los que les han intentado estafar con los días de vacaciones, etc.
G.D.: ¿Qué modelos de Farmacia pondrías de ejemplo a seguir?
F.F.: Si es que no hace falta irse tan lejos. La farmacia pública ya existe en España: la hospitalaria y la rural. Y si lo lleváramos a la industria, tenemos la farmacia militar que fabrica sus medicamentos y es pública. Hay otros modelos, como el cubano, que tiene Farmacia pública, que como sabemos tiene otro tipo de problemas con el bloqueo.
Salen las cuentas; el estado ganaría 1.500 millones de euros anuales
Felipe y Raúl se pusieron a hacer cálculos para ver la viabilidad de su apuesta por las farmacias públicas.
En 2021 el Estado se gastó 11.7000 millones de euros en medicamentos sujetos a receta médica. El margen de las farmacias por la venta al público de esos medicamentos es del 27,90%, según establece la ley, una cifra que suma 3.200 millones de euros que retornarían directamente a las arcas del Estado.
Por otra parte, la inmensa mayoría de las farmacias obtiene descuentos de los laboratorios cuando les compran sus medicamentos. Esos descuentos oscilan entre un 5% y un 70%. La Comisión Nacional de Mercados y Competencia calculó que entre el ahorro del margen de venta y los descuentos de los laboratorios, el Estado se ahorraría un 40%. Eso se traduce en un ahorro de 4.000 a 4.800 millones de euros. Y esto teniendo en cuenta que ahora las compras no están centralizadas; si lo estuvieran, los descuentos serían mayores y rozarían los 5.000 millones de euros al año.
En las farmacias pública las trabajadoras no tendrían presiones para vender, se dedicarían a su trabajo que son los medicamentos, la comunicación con la médica y la atención al paciente
Además, habría que pagar los salarios de las profesionales. Hoy el salario bruto anual de una farmacéutica ronda los 27.250 euros, a lo que habría que añadir las aportaciones a la Seguridad Social (alrededor de un 33%). Si hay unas 22.000 farmacias comunitarias y por cada una de ellas se contratan dos farmacéuticas y dos técnicas en farmacia (éstas con un salario algo menor) el gasto en salarios sería de 2.676 millones de euros y el de mantenimiento de los establecimientos de 621 millones.
Resumiendo, Felipe y Raúl llegan a la conclusión de que si las farmacias comunitarias fueran públicas el Estado no sólo no perdería dinero, aumentando la calidad de la prestación, sino que ganaría en el peor de los casos 703 millones de euros al año y ascendería hasta los 1.503 millones anuales según los datos de la CNMC.
Las trabajadoras no tendrían presiones para vender, simplemente te dedicarías a tu trabajo que son los medicamentos, la comunicación con la médica y otras profesionales sanitarias y a intentar mejorar la calidad de vida del paciente.