Se recomienda iniciar el tratamiento de la enfermedad de Parkinson en etapa temprana con monoterapia. Las opciones farmacológicas para el tratamiento inicial incluyen agonistas dopaminérgicos, inhibidores de la monoaminooxidasa B y formulaciones de levodopa. Al seleccionar el tratamiento óptimo se deben considerar varios factores, como la gravedad de la enfermedad, la duración de la enfermedad, la edad, el nivel de actividad y el riesgo de desarrollar complicaciones motoras y no motoras.
A finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, evidencia temprana sobre el posible papel de las formulaciones de levodopa en el riesgo de discinesia condujo a la aversión de la levodopa, favoreciendo el uso de opciones ahorradoras de levodopa como los agonistas de la dopamina. Este cambio resultó en un aumento de los efectos adversos de tipo conductual, como trastornos del control de impulsos, lo que llevó a una posterior aversión a los agonistas de la dopamina a mediados de la década de 2000.
El objetivo de esta revisión es hacer una evaluación integral de la literatura existente sobre los beneficios y desventajas de la levodopa frente a las estrategias ahorradoras de levodopa en la enfermedad de Parkinson en etapa temprana en pacientes que no han recibido tratamiento farmacológico.