Resumen
La metainvestigación se ha vuelto cada vez más popular y ha proporcionado perspectivas interesantes sobre lo que puede salir bien y lo que puede salir mal al hacer investigación y en los estudios científicos. Muchas partes interesadas están tomando medidas para intentar resolver los problemas y sesgos identificados a través de la metainvestigación. Sin embargo, muy a menudo hay poca o ninguna evidencia de que las recomendaciones y acciones específicas puedan realmente resultar en mejoras y en una relación beneficio-daño favorable. Este comentario ofrece una visión general ecléctica de lo que hemos aprendido a partir de los esfuerzos de metainvestigación (en su mayoría observacionales, pero también algunos trabajos cuasiexperimentales y experimentales) y cuáles pueden ser las implicaciones de esta evidencia para cambiar las prácticas de investigación.
Las áreas discutidas incluyen el estudio (y la diferenciación) de los efectos y sesgos genuinos, el fraude (incluido el impacto de las nuevas tecnologías), la revisión por pares, los controles de replicación y reproducibilidad, los indicadores de transparencia y la interfaz de las prácticas de investigación con los sistemas de incentivos. La metainvestigación ha ofrecido evidencia empírica en todos estos frentes, y a veces se refiere incluso a grandes efectos de sesgos extremos. Los análisis continuos sobre las prácticas y los resultados de la investigación pueden ofrecer actualizaciones oportunas sobre el estado de la investigación y sus sesgos, ya que pueden cambiar notablemente con el tiempo. La metainvestigación se debe considerar como parte de la investigación, no separada de ella, en su evolución concurrente.