Entrevista: James R. Bishoff, Bioquímico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de España. “Queremos encontrar terapias contra tumores que los laboratorios no investigan”
Mario Saavedra, El País (España), 2 de mayo de 2006
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Entrevista: James R. Bishoff, Bioquímico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de España. “Queremos encontrar terapias contra tumores que los laboratorios no investigan”
Mario Saavedra, El País (España), 2 de mayo de 2006
“Podemos competir con las grandes empresas. Nuestro objetivo es encontrar un nuevo anticancerígeno en cinco años”. “En el CNIO la investigación está dirigida por la ciencia, y no por cuánto dinero se va a ganar, como en las farmacéuticas”.
¿Puede un laboratorio público español conseguir un nuevo medicamento contra el cáncer antes que una gran empresa farmacéutica? James R. Bishoff, uno de los más reputados expertos del mundo en la búsqueda de medicamentos antitumorales, cree que sí. Por eso ha aceptado dejar el laboratorio de investigaciones oncológicas de la farmacéutica francesa Aventis Pharma para dirigir el departamento de terapias experimentales del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.
Californiano de 46 años, tendrá a su cargo un equipo de 50 biólogos y químicos médicos que trabajarán para obtener nuevas terapias oncológicas. “Mi mujer, española, falleció de cáncer de mama. Por eso tengo un interés personal en ayudar a curar la enfermedad”, explica. Bishoff tiene en su haber cuatro patentes de medicamentos contra el cáncer y ha dirigido los departamentos de fármacos antitumorales de tres de las más importantes compañías del sector: Aventis Pharma, Pharmacia y Pfizer.
P: ¿Cómo le ha seducido el Director del CNIO, Mariano Barbacid, para que deje su lucrativo trabajo en Aventis Pharma?
R: El CNIO es un centro puntero y con buena financiación, pero lo más importante es que aquí no hay que preocuparse de la política comercial como en una empresa privada. La investigación está dirigida por la ciencia, y no por cuánto dinero se va a ganar. Encontrar nuevos tratamientos no es como ensamblar coches. En mi etapa en empresas privadas he sufrido hasta cinco fusiones de compañías en cinco años, y cada vez que hay una fusión tienes que dejar muchos programas de investigación porque los nuevos jefes quieren aplicar sus ideas. Si fallamos aquí, será culpa nuestra y no de una decisión tomada en Nueva York, a miles de kilómetros.
P: Cuesta creer que un laboratorio público español pueda competir con el de una gran compañía farmacéutica…
R: Por supuesto que podemos: tenemos la mejor infraestructura, gente que ha trabajado antes en laboratorios privados, equipos muy avanzados. Nuestros laboratorios de química médica van a ser de primera clase. Tenemos además otra ventaja: en el CNIO, el ensayo en ratones es excelente. Esa es una de las debilidades de la industria. Aquí tenemos muy buenos modelos de cáncer en roedores, mientras que en las grandes compañías se han probado muy buenas drogas en malos modelos animales, que se parecen poco a los humanos.
P: ¿Hay algún otro centro público que se halle a la altura de este de terapias experimentales?
R: En España somos únicos porque tenemos masa crítica: un buen número de biólogos y químicos concentrados en un departamento, y no cinco aquí y cuatro allá como pasa en las universidades. En Europa, nuestro principal competidor es el Centro de Investigación contra el Cáncer del Reino Unido, que de momento es mejor porque lleva más tiempo funcionando.
P: ¿Qué plazo se da para encontrar un nuevo medicamento contra el cáncer?
R: Tenemos que encontrar algo bueno en cinco años. Si no, es que hemos hecho mal nuestro trabajo.
P: El dinero de una posible patente, ¿será público?
R: Sí, lo que se pueda conseguir de la venta de licencias de nuevos medicamentos revertirá en el centro. La idea es lograr que este instituto sea autosuficiente económicamente. Queremos descubrir drogas tan eficaces como Gleevec, de Novartis, que ataca mutaciones específicas de la leucemia, pero que sirve también para otros tumores. Es nuestro paradigma. Si conseguimos algo parecido podremos estar satisfechos.
P: ¿En qué tipo de cáncer se van a centrar?
R: Más que en un tipo de cáncer concreto, nos vamos a centrar en las modificaciones genéticas implicadas en los tumores de peor prognosis. Queremos encontrar terapias que no se están investigando en las compañías. Las farmacéuticas están interesadas en tratamientos para los cánceres más habituales porque así pueden vender más medicamentos. Nuestra premisa es estudiar los cánceres menos rentables y con menos posibilidades de curación.
P: ¿Por ejemplo?
R: Por ejemplo, el cáncer de páncreas. Hoy, el 90% de los pacientes diagnosticados mueren antes de cinco años. El último medicamento aprobado para este tipo de tumor consiguió reducir la tasa de fallecimientos en el primer año del 81% al 76%, pero son todavía demasiados enfermos sin posibilidad de curación. Primero tendremos que encontrar el punto débil del cáncer en el que incidir y después desarrollar esas variaciones genéticas en ratones para tratar de encontrar la forma de incidir en ellas.
P: ¿Cuándo trabajarán a pleno rendimiento?
R: Tenemos ya unas 25 personas trabajando, y el resto, hasta 50, van a ir llegando durante este año. Los laboratorios de biología ya están preparados y el de química médica lo estará a finales de marzo. Tenemos unos 30.000 compuestos químicos, una especie de librería que trataremos de combinar para obtener los nuevos fármacos.
P: ¿Cómo prevé que será el tratamiento del cáncer en 10 o 15 años?
R: Habrá tratamiento personalizado y genético del cáncer. Usted y yo podemos tener ambos cáncer de garganta y reaccionar de manera completamente diferente a los medicamentos disponibles porque en cada caso la enfermedad puede implicar diferentes modificaciones genéticas. En 10 o 15 años deberíamos llegar a un paradigma parecido al del VIH: sigue existiendo la enfermedad, pero se convierte en crónica gracias a los medicamentos. Va a ser muy complicado porque el cáncer es como un terrorista dentro del cuerpo. Es difícil eliminarlo del todo, ya que suelen escaparse unas pocas células tumorales que se acantonan en otra parte del organismo para volver a atacar.