PRESCRIPCIÓN, FARMACIA Y UTILIZACIÓN
Breves
Lecciones del escándalo Mediator
Rev Prescrire, 2011; 31 (336): 721
Traducido por Salud y Fármacos
En los últimos meses, Francia ha reevaluado sus políticas y sus prácticas sobre la aprobación y el uso de medicamentos, así como los roles respectivos de las diferentes partes interesadas. El escándalo Mediator (benfluorex) ha puesto a las compañías farmacéuticas y a las agencias reguladoras bajo escrutinio público y ha revelado sus malos hábitos.
Hablando en términos relativos, la Inspección General de Servicios Sociales (IGAS, por sus siglas en francés), los comités parlamentarios y los periodistas de investigación han prescindido de los profesionales sanitarios y los pacientes como actores principales. Sin embargo, no podemos negar que la prescripción y dispensación del fármaco Mediator fue realizada por médicos y farmacéuticos, a menudo para indicaciones no autorizadas, como la pérdida de peso, y en ocasiones bajo la insistencia de los pacientes.
El escándalo Mediator desencadenó una vasta ronda de análisis y recomendaciones, en las que se instaba la enmienda de algunas de las políticas y prácticas por parte de las agencias reguladoras. Hasta la fecha, parece que las autoridades francesas y los cuerpos reguladores están intentando distanciarse de las compañías farmacéuticas, que son, debemos recordarlo, entidades con ánimo de lucro cuyas actividades deben regularse y que no son partes neutrales y desinteresadas en el campo sanitario.
Si Francia va a aprender realmente su lección del escándalo Mediator, los profesionales sanitarios y los pacientes también deben distanciarse, no solo de las compañías farmacéuticas y de las agencias gubernamentales, sino también de los propios fármacos.
Los profesionales sanitarios deben estar preparados para decir a sus pacientes que no hay ningún medicamento adecuado para satisfacer sus demandas, por ejemplo perder peso. También deben ser capaces de no prescribir o recomendar fármacos simplemente para satisfacer su necesidad interna de “hacer algo” y en lo sucesivo deben basar sus decisiones de tratamiento en la mejor evidencia científica disponible.
Para los pacientes es mejor no confiar demasiado en los fármacos, en una variedad de ámbitos. Deben ser cautelosos ante lo que se dice a través de los medios de comunicación y con las opiniones personales de los vecinos, familiares o foros de Internet. Deben conservar un pensamiento crítico y buscar fuentes de información fiables.
En otras palabras, las personas que tratan con medicamentos día tras día, los profesionales sanitarios y los pacientes, deben pensar en términos de riesgos y beneficios de los fármacos nuevos y existentes, considerar la probabilidad de que su dolencia se autolimite, y elegir las opciones más seguras y más efectivas de tratamiento y prevención.
Y esto es lo que los profesionales sanitarios y los pacientes necesitan hacer cuando trabajen juntos. Incluso cuando las compañías farmacéuticas y las agencias reguladoras cambien sus métodos de trabajo para bien y definitivamente.