Conducta de la Industria
Hagan responsables a Bayer y a las empresas farmacéuticas
Christian Snyder
The Pitts News, 28 de enero de 2017
http://pittnews.com/article/116228/opinions/hold-bayer-pharm-comp-accountable/
Traducido y resumido por Salud y Fármacos
En enero 11, el periódico de la Universidad de Pittsburg anunció un nuevo contrato con la farmacéutica Bayer. El contrato indica que Bayer y la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh investigarán las señales tempranas de enfermedades de corazón, pulmón y sangre.
Algo intrigado, empecé a estudiar el historial de investigación de Bayer. Aprendí una serie de hechos particularmente sospechosos que ocurrieron en la década de los 1980s y que conectaba a Bayer con la distribución de un medicamento para el VIH contaminado en Asia y América Latina.
El vocero de la Universidad, Anthony Moore, dijo que respondería a nuestra solicitud de comentarios el jueves, pero no respondió a tiempo para la publicación.
La época polémica de la historia de Bayer empezó en la década de 1970. El departamento de biología de la empresa, Cutter Biological, fue el productor primario de Factor VIII, para el tratamiento de los hemofílicos, desde 1970 hasta 1985. El medicamento remplaza el factor proteína responsable de coagulación de la sangre, una proteína que falta a los hemofílicos. La producción del medicamento requiere utilizar plasma de la sangre donada—un mercado que se promueve a base de ofrecer incentivos financieros, en especial en las cárceles.
Para producir el Factor VIII, el Cutter Biological compró sangre en el Departamento de Cárceles de Arkansas. El Departamento pagó a los prisioneros US$7 por cada pinta de sangre (una pinta=0,47 litros), que se vendía en el mercado internacional de plasma por más de US50 por pinta, un buen negocio para el Departamento de Cárceles de Arkansas.
Las pruebas para detectar el VIH no estuvieron disponibles hasta 1985, de forma que Bayer no pudo testar la sangre antes de esta fecha. Pero la tasa de infección por VIH entre la población encarcelada es más de cinco veces superior a la de la población general, lo que quiere decir que se sabía que la posibilidad de obtener sangre infectada de los prisioneros era alta.
Cutter Bilogical solo empezó a producir versiones de Factor VIII tratadas con calor, que elimina las infecciones en la sangre, en EE UU en 1984, después de que surgiera preocupación por si el medicamento antiguo era el responsable de las infecciones con VIH de los hemofílicos. El impacto negativo al conectar el medicamento de Bayer con el incremento de las tasas de infección de VIH entre los hemofílicos hizo que la empresa descontinuara su uso en EE UU. Pero, después de descontinuar su venta en EE UU, Bayer siguió vendiendo el medicamento en Asia y en América Latina durante todo un año, racionalizando que los contratos y los precios que se habían fijado con anterioridad, era más barato seguir produciendo el medicamento antiguo.
Es difícil estimar el costo humano de esta decisión, ya que la prueba para Sida no se desarrolló hasta mediados de la década de los 80. El New York Times informó en 2003 que más de 100 personas contrajeron VIH en Taiwan y Hong Kong después de recibir el medicamento contaminado de Cutter.
Los comentarios de Bayer mantienen que al vender el antiguo medicamentos en esos países “su conducta fue responsable, ética y humanitaria”, incluso cuando tenían una versión más segura en EE UU. Hasta 2011, Bayer había pagado más de US$600 millones en compensaciones.
A parte de los comentarios del New York Times y las compensaciones por daños, no ha habido muchas más noticias sobre la controversia de Bayer y prácticamente ninguna crítica a la empresa por sus largas décadas de silencio y de ignorar el desastre.
Cutter Biological colaboró con el gobierno de EE UU en una reunión en 1985. El Dr. Harry M. Meyer, Jr., regulador de los productos bio-derivados de la sangre de la FDA, pidió que el problema se “resolviera sin mucha conmoción y sin que transcendiera al Congreso, a la comunidad médica, ni al público”, revelando que tanto la FDA como Bayer querían mantener el escándalo en secreto.
El New York Times obtuvo los documentos que detallan el incidente, pero ya no están públicamente disponibles. El Dr. Sidney M. Wolfe, co-fundador y director del Public Citizen’s Health Research Group, uno de los más prominentes defensores de la regulación de medicamentos dijo que eran “los documentos internos más incriminadores de la industria farmacéutica” que jamás él había visto.
La evasión de responsabilidad y que ni siquiera pidan disculpas es inaceptable. La responsabilidad profesional de aceptar las consecuencias de haber hecho algo mal es un acto normal en las relaciones empresariales e internacionales. Hay muchos ejemplos de esta conducta.
La investigación conjunta de la Universidad de Pittsburgh y Bayer seguramente redundará en avances en medicina preventiva, pero la Universidad debería ser consciente de las implicaciones éticas de empezar una colaboración con una empresa que no está dispuesta a aceptar la responsabilidad profesional de haber infectado a hemofílicos con VIH.