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Conflictos de Intereses

Big Pharma recluta discretamente a profesores para justificar sus medicamentos de US$1.000 por píldora.
Annie Waldman
ProPublica, Feb. 23, 2017
https://www.propublica.org/article/big-pharma-quietly-enlists-leading-professors-to-justify-1000-per-day-drugs
Traducido por Salud y Fármacos

La industria farmacéutica, a la vez que se prepara para la batalla sobre los precios de los medicamentos con el PresidenteTrump, está utilizando economistas y expertos en atención médica de las mejores universidades del país. En artículos académicos, blogs y conferencias, utilizan su prestigio en la campaña de cabildeo, sin revelar siempre sus lazos corporativos.

Durante los últimos tres años, las compañías farmacéuticas han montado una intensa campaña de relaciones públicas para promocionar nuevos tratamientos para el virus de la hepatitis C y persuadir a las aseguradoras, y a los programas gubernamentales como Medicare y Medicaid, para que paguen los tratamientos. Eso no es una tarea fácil, porque el precio de los tratamientos varía de US$$40.000 a 94.000 – o, como los tratamientos son de tres meses, US$1.000 por día.

Para persuadir a los que tienen que pagar los medicamentos y al público, la industria ha desplegado a un nuevo aliado potente, una compañía cuyos representantes son economistas importantes y expertos de atención médica de las más prestigiosas universidades de la nación. La empresa, Precision Health Economics, es una consultora de los tres principales fabricantes de nuevos tratamientos contra la hepatitis C: Gilead, Bristol-Myers Squibb y AbbVie. Cuando AbbVie financió un número especial del American Journal of Managed Care sobre la investigación de la hepatitis C, los actuales o antiguos asociados de Precision Health Economics escribieron la mitad de los artículos de la revista. Un profesor de Stanford, que había sido anteriormente uno de los consultores de la firma, fue el editor invitado para el número especial de la revista.

En una sesión informativa sobre la hepatitis C en el Congreso de EE UU en mayo pasado, tres de los cuatro panelistas eran consultores actuales o antiguos de Precision Health Economics. Uno de ellos fue el cofundador de la firma, Darius Lakdawalla, profesor de la Southern California University.

“La sociedad se beneficia incluso cuando los precios [de los medicamentos] son muy altos”, aseguró Lakdawalla a los funcionarios y a los responsables de políticas de salud del Congreso. “Algunas personas que sólo piensan en el problema desde el punto de vista costo-efectividad han dicho que estos precios podrían ser demasiados bajos”.

A pesar de que todo el mundo, desde los defensores de los consumidores hasta el presidente, han atacado fuertemente los precios de los medicamentos, las aseguradoras y los programas de salud pública han estado pagando miles de millones por los nuevos tratamientos contra la hepatitis C. En una batalla entre la industria y Trump, quién ha acusado a los fabricantes de ‘criminales de cuello blanco’ y ha prometido “bajar” los precios, el prestigio y la credibilidad de los distinguidos académicos que trabajan como consultores para Precision Health Economics podrían desempeñar un papel crucial en la acometida multifacética de la industria para influir en la opinión pública y el Congreso.

Si bien la colaboración entre la educación superior y la industria no es inusual, los profesores de Precision Health Economics lo han llevado a un nivel más alto, agudizando los conflictos entre sus roles académicos y comerciales, que no siempre revelan. Sus actividades ilustran la creciente influencia de los académicos que se ofrecen para que se les contrate para influir en los debates nacionales temas que van del cambio climático a las políticas antimonopolio, que en última instancia afectan la calidad de vida y los presupuestos de los hogares de los estadounidenses.

La industria farmacéutica está poniendo US$100 millones adicionales en su cámara (PhARMA) para que refuerce la campaña. Durante años, ha gastado millones de dólares para presionar a los políticos con la esperanza de obtener su apoyo en una amplia gama de leyes. También ha cortejado a los médicos, tratando de influir en lo que investigan, enseñan y prescriben. Ahora está cortejando a los economistas de la salud.

“Esto es sólo una extensión de la forma en que la industria farmacéutica ha estado involucrada en todas las fases de la educación médica y la investigación médica,” dijo el profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, Eric G. Campbell, que estudia los conflictos de interés de los médicos. “Están utilizando este grupo de economistas para que aporten datos a las revistas de alto prestigio y lograr tener un impacto positivo en las políticas”.

De acuerdo con la información que ofrece en sus prospectos de presentación, la firma participa en muchos aspectos del lanzamiento de un fármaco, tanto asesorando en “estrategias de precios” como demostrando el valor del medicamento una vez ha sido comercializado. “Liderado por profesores de universidades de alto prestigio”, el grupo se jacta de ofrecer una gama de servicios a sus clientes, incluyendo “publicaciones académicas en las revistas líderes mundiales de alto impacto” y ayudando a dirigir “debates públicos formales en foros de gran audiencia”.

La empresa Precision Health Economics parece estar bien posicionada para influir en la administración de Trump. Tomas Philipson, un economista de la Universidad de Chicago y el tercer cofundador de Precision Health Economics, presuntamente sirvió brevemente como asesor senior de atención de salud en el equipo de transición de Trump. No respondió a nuestras solicitudes de comentarios. El Dr. Scott Gottlieb, quien está siendo considerado para dirigir la FDA [Nota del Editor: ya ha sido confirmado], es un profesor asistente clínico de la Facultad de Medicina de New York University y ex afiliado académico de Precision Health Economics, según su sitio web.

A pesar de que es difícil evaluar el impacto preciso de la firma, los profesores asociados de Precision Health Economics han entrado a menudo en la lucha política. El otoño pasado, las grandes empresas farmacéuticas gastaron más de US$100 millones para derrotar un referéndum en California que de haber sido aprobado hubiera controlado los precios de los medicamentos genéricos y los protegidos por patentes. Cuando testificó en septiembre en una audiencia del Senado estatal sobre un medicamento genérico, el cofundador Goldman desvió la discusión hacía los medicamentos de marca, como los tratamientos contra la hepatitis C, argumentando que sus precios no deberían ser regulados.

“Tenemos que asegurar el acceso a futuras innovaciones, y eso va a requerir un cierto reconocimiento de que si alguien desarrolla un medicamento, van a cobrar mucho por él”, dijo Goldman.

Los medicamentos que requieren receta cuestan en promedio dos veces más en EE UU que en otros países desarrollados. Representan el 10% de todas las recetas, pero casi las tres cuartas partes del total del gasto en medicamentos en EE UU. Sus precios se han duplicado en los últimos cinco años.

EE UU otorga a los productores de medicamentos varios años de exclusividad en el mercado para sus productos y sigue siendo el único de los países industrializados que no negocia sus precios [Nota del Editor: solo los negocia para el programa que cubre a los militares]. Estas protecciones han permitido a la industria farmacéutica convertirse en uno de los sectores más rentables de la economía, con márgenes dobles a los de las industrias automotriz y petrolera.

Para justificar el valor de los medicamentos caros, los profesores afiliados a Precision Health Economics se basan en modelos económicos complicados con los que pretenden cuantificar los beneficios sociales netos que aportarán los medicamentos.

En un estudio financiado por la industria sobre la hepatitis C, Lakdawalla y nueve coautores, entre ellos tres investigadores de compañías farmacéuticas, restaron los gastos del tratamiento del costo, estimado en dólares, de hacer las pruebas analíticas a todos los pacientes y salvar todos los hígados y vidas. Haciendo los screenings y el tratando a todos los pacientes ahora, concluyeron, la sociedad ganaría US$824.000 millones en 20 años.

Los críticos a veces han cuestionado los supuestos que subyacen en los modelos económicos de los consultores, como la selección de poblaciones de pacientes, y sugirieron que algunos de sus hallazgos se inclinan a favor de sus clientes industriales. Por ejemplo, algunos intentaron y fracasaron en reproducir los resultados de sus investigaciones para justificar el valor de los tratamientos contra el cáncer.

Precision Health Economics permite que los académicos de las farmacéuticas revisen sus artículos antes de publicarlos en revistas académicas, dijo un ex gerente de desarrollo de negocios del grupo de consultoría. Esta revisión previa es controvertida en la educación superior porque puede verse como un obstáculo para la libertad académica.

“Al igual que otros proyectos de consultoría estándar, Ud. no puede publicar a menos que obtenga el permiso de la empresa”, dijo el ex empleado. Carolyn Harley, vicepresidenta y gerente general de la firma, dijo que la revisión previa a la publicación no era una política de la empresa, pero “en algunos casos, los contratos con los clientes les dan la oportunidad de revisar y comentar antes de su divulgación”.

“Nunca he publicado nada con lo que no me sienta cómodo ni pueda defender, ni me han pedido que lo haga”, dijo Lakdawalla sobre la investigación de su empresa.

Goldman dice que la investigación de la firma es independiente, y sus clientes no influyen en sus hallazgos. “Desde mi punto de vista está muy claro: digo cosas que molestan a mis patrocinadores, digo cosas que fastidian a los detractores”, le dijo a ProPublica. “La gente nos busca porque tiene interés en patrocinar la investigación que se genera. Estas son nuestras ideas. Así es como usted consigue que sus ideas sean reconocidas”.

Añadió que su trabajo de consultoría no implica establecer precios de medicamentos específicos, y su investigación académica se centra sólo en las categorías de medicamentos y no en marcas específicas.

En los artículos académicos los profesores manifiestan sus vínculos con la empresa y con la industria farmacéutica de una manera inconsistente: a veces es extensa, y a veces es escasa. Los miembros de Precision Health tienden a revelar menos sobre su trabajo remunerado en blogs, foros públicos -como conferencias- y testimonios legislativos. Lakdawalla no mencionó su afiliación con Precision Health Economics, aunque estaba indicado en el número de la revista que fue entregado a los asistentes.

“Los conflictos son siempre una preocupación, por lo que es importante ser transparente sobre los métodos de estudio – de esa manera pueden ser examinados y debatidos en la literatura académica”, dijo Lakdawalla, agregando que ha revelado sus vínculos con la empresa en al menos 33 publicaciones en los últimos tres años.

Goldman dijo que él y otros académicos de Precision Health Economics revelan sus vínculos cuando es apropiado, pero normalmente los editores de revistas y los patrocinadores de conferencias deciden cómo divulgar esa información. “Llevo dos sombreros”, dijo Goldman en una entrevista. “Y trato de revelar lo que eso podría significar en términos de posibles conflictos de interés”.

Los temas en juego no son sólo académicos. Goldman dice que es necesario compensar económicamente a las compañías farmacéuticas por la enorme cantidad de tiempo y dinero que invierten en el desarrollo de mejores tratamientos médicos. Sin embargo, los altos precios de algunos medicamentos han dejado a los programas gubernamentales de salud con pocos recursos u obligados a limitar la cobertura. Por ejemplo, un prometedor tratamiento contra la hepatitis C es tan caro que algunos programas estatales de Medicaid han elegido cubrir su costo sólo para los pacientes más enfermos.

“Escoger, escoger, escoger”, dijo Emily Scott, una trabajadora con hepatitis C de la fábrica de Tennessee a quien se le negó cobertura para el nuevo tratamiento. “Ponen precios tan altos que los pobres no podemos pagarlos”.

A pesar de estos casos, cuatro investigadores de Precision Health Economics advirtieron en un artículo el mes pasado que cualquier control gubernamental sobre los precios de los medicamentos podría acortar la vida promedio de los estadounidenses en dos años al desalentar el desarrollo de nuevos fármacos.

“A medida que el ritmo de la innovación se ralentiza, las generaciones futuras de los estadounidenses mayores tendrán una menor esperanza de vida”, escribieron. El artículo, financiado por la patronal PhRMA, fue publicado en Forum for Health Economics & Policy, del cual Goldman es el editor jefe y co-fundador. Más de la mitad de los editores listados en su cabecera son consultores actuales o antiguos de la firma.

Justo después de que el cofundador de Precision Health Economics, Dana Goldman, completara su Ph.D en economía en Stanford en 1994, fue diagnosticado con diabetes tipo 1. Tenía 29 años. Con una bomba que usa todos los días, toma insulina para tratar la enfermedad.

“Pagaría cientos de miles de dólares si pudiera tomar una píldora que mejorara mi condición”, dijo Goldman. Su deseo de obtener su curación le llevó a un nuevo interés académico: la economía de la innovación médica. Debido a que había pocos financiadores del gobierno para el trabajo de campo, se dirigió a la industria. En 2005, Goldman estableció la firma con Lakdawalla y Philipson.

La sede de Precision Health Economics se encuentra en un edificio de oficinas del oeste de Los Ángeles, a unas 10 millas de Southern California University (SCU) en donde trabaja Goldman. Su ayudante universitario también es un ejecutivo de la empresa. Daniel Shapiro, supervisor de investigación en la USC, dijo que tanto Goldman como Lakdawalla cumplían con las normas de la universidad que regulan las asesorías y otras actividades profesionales que pueden hacer los profesores.

Precision Health Economics ha tenido por lo menos 25 empresas farmacéuticas y biotecnológicas y grupos comerciales como clientes. La lista incluye Abbott Nutrition, AbbVie, Amgen, Biogen, Bristol-Myers Squibb, Celgene, Gilead, Intuitive Surgical, Janssen, Merck, el Consejo Nacional Farmacéutico, Novartis, Otsuka, Pfizer, PhRMA, rEVO Biologics, Shire y Takeda. La firma tiene 85 empleados en nueve localidades.

Con los años, los fundadores reclutaron a un impresionante cuadro de académicos de alto perfil para asesorar a estos clientes. De acuerdo a su página Web, a principios de 2016, la empresa estaba orgullosa de tener más de dos docenas de asesores académicos y consultores de las mejores universidades. La lista de asociados también incluía algunos pesos pesados ​​de la política que recientemente dejaron el gobierno, incluyendo a un alto funcionario de la Oficina de Presupuesto del Congreso, un economista principal del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, y un comisionado de la FDA. Una revisión de ProPublica descubrió que alrededor del 75% de las publicaciones de los empleados de la empresa de los últimos tres años ha sido financiadas por la industria farmacéutica o se han hecho en colaboración con compañías farmacéuticas.

Algunos académicos temen que una estrecha relación con la industria pueda sugerir que las publicaciones están sesgadas. El economista de Princeton, Uwe Reinhardt dijo: “Personalmente creo que cuando una empresa depende tanto de una fuente especifica de fondos, tenderá a favorecer esa fuente”.

Goldman dice que su conexión con la industria le ha ayudado a hacer mejores preguntas.

“La manera correcta de hacer estas cosas no es desechar al sector privado, sino involucrarlos”, dijo a ProPublica. “Si terminamos con un mundo donde todos los que tienen voz en un debate deben estar libres de sesgos potenciales, perdemos la importancia de la diversidad de ideas”. En una entrevista posterior, añadió: “Hay que separar el sesgo potencial del sesgo real.”

Recientemente estas ideas se repitieron en una editorial opinión (op-ed) que Goldman escribió con Lakdawalla en The Conversation, una publicación electrónica.

Goldman y Lakdawalla escribieron: “Es cierto que los honorarios que recibimos por colaborar con la industria complementa nuestros ingresos. Pero no importa quién financia nuestras investigaciones – fundaciones, gobierno o empresas – usamos los mismos criterios en nuestro trabajo. La torre de marfil no siempre es el mejor lugar para entender los beneficios sociales de los tratamientos, los incentivos para la innovación médica y cómo ajustar el precio al beneficio puede ayudar a los consumidores”.

Sin duda, el trabajo con el sector privado ha aumentado los ingresos de Goldman. De acuerdo con la declaración obligatoria de conflictos de interés que exige el gobierno federal de EE UU para poder participar en un comité asesor de la Oficina de Presupuesto del Congreso y que Goldman tuvo que hacer el año pasado, ingresaba por asesorías a Precision Health Economics entre US$25.000 y 200.000, aparte de su ingreso como profesor de USC. También tiene más de US$500.000 en acciones de la empresa. Harley dice que Goldman y Lakdawalla tienen participaciones de menos del 1%, indicando que la firma vale por lo menos US$50 millones. Lakdawalla y Philipson no han revelado públicamente sus ingresos por asesorías.

En abril de 2015, una compañía privada de biotecnología, Precision for Value, compró Precision Health Economics. Los términos de la compra no se han hecho públicos.

Esta noticia fue co-publicada con Consumer Reports.

creado el 4 de Diciembre de 2020