A mediados de 2017, el Centro de Farmacovigilancia de Uppsala (Suecia) analizó 187 informes de ataques de pánico atribuidos a levotiroxina, registrados en la base de datos de farmacovigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En varios de estos casos, los trastornos cesaron al reducir la dosis o con la interrupción temporal de levotiroxina por el paciente. Estos problemas reaparecieron en varios pacientes al reintroducir el fármaco [1].

Levotiroxina es una hormona tiroidea con un rango terapéutico estrecho. Pueden desarrollarse signos de sobredosis incluso con un aumento muy ligero en la concentración plasmática del fármaco [2]. Estos consisten principalmente en palpitaciones, nerviosismo, temblores, hiperactividad, aumento de la sudoración e insomnio. Estos síntomas son similares a manifestaciones de la ansiedad. El inicio de estos síntomas parece, en algunos pacientes predispuestos, desencadenar un ataque de pánico, con una sensación intensa de malestar, ansiedad y miedo junto con síntomas como dolor torácico, mareos y palpitaciones [1].

En varios informes, no se reconoció la implicación de levotiroxina, lo que resulta en una afectación a largo plazo de la calidad de vida del paciente. En algunos casos, el paciente interrumpió el tratamiento con levotiroxina a pesar del consejo médico, y los problemas se aliviaron. En algunos casos las concentraciones plasmáticas de levotiroxina estaban dentro del rango objetivo [1].

Los ataques de pánico no se mencionan en la Ficha Técnica del Producto de las marcas comerciales de levotiroxina comercializadas en Francia [3].

En la práctica. Los pacientes deberían conocer estos efectos adversos para que puedan reconocerlos si experimentan estos problemas durante el tratamiento con levotiroxina. La titulación cuidadosa de la dosis resulta esencial y, dada su larga semi-vida, debería permitirse un intervalo de tiempo de 6 a 12 semanas tras cada ajuste de dosis.