Investigaciones
Falsas esperanzas de los fármacos para el Alzheimer (False-Hope Alzheimer’s Disease Drugs)
Worst Pills Best Pills Newsletter, octubre de 2018
Traducido por William Louth
El sistema nacional de seguros de Francia, desde el primero de agosto, ya no reembolsa los costos de medicamentos para la enfermedad de Alzheimer (AD por sus siglas en inglés) [1]. En su lugar, los fondos que ahorren por esta decisión se utilizarán en la promoción de servicios para cuidar a los pacientes con AD [2]. La decisión francesa se alinea con la conclusión del Grupo de Investigación en Salud de Public Citizen: todos los medicamentos actualmente aprobados para tratar la AD ofrecen beneficios sintomáticos mínimos, solamente para algunos pacientes, y no cambian la enfermedad de base. Como resultado, hemos clasificado a estos fármacos como “no deben utilizarse” [3].
La enfermedad de Alzheimer y los fármacos para tratarla
La AD es un trastorno que lentamente destruye la memoria, las habilidades cognitivas, la habilidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria (incluyendo vestirse y bañarse) y la habilidad de reconocer objetos, personas y lugares familiares. Afecta a casi 6 millones de americanos [4], la mayoría de los cuales son adultos mayores.
Además de ser una causa principal de discapacidad y de mala salud, en EE UU es la sexta causa principal de muertes en general, y es la quinta causa de muerte en personas de 65 o más años de edad [5].
Debido a que la AD progresa silenciosamente durante años, cuando aparecen los síntomas clínicos ya hay daños cerebrales estructurales significativos [6]. Esto dificulta que los científicos puedan desarrollar tratamientos efectivos para la enfermedad. La FDA ha aprobado cuatro fármacos para tratar la AD [7]. Sin embargo, estos fármacos son terapias sintomáticas: Ni curan la enfermedad ni detienen su avance.
Entre 1996 y 2001, la FDA inicialmente aprobó tres de estos fármacos, conocidos como inhibidores de la acetilcolinesterasa, para la demencia tipo Alzheimer de leve a moderada: donepezilo (Aricept), galantamina (Rasadyne) y rivastigmina (Exelon) [8-10]. El donepezilo ahora también está aprobado para la AD grave. Estos fármacos aumentan el nivel de acetilcolina, un neurotransmisor que en los cerebros de los individuos afectados se encuentra en niveles bajos, y asume que esto puede mejorar los síntomas de la demencia asociada a AD.
La FDA aprobó un cuarto fármaco, la memantina (NAMENDA), en 2003 para tratar demencia tipo Alzheimer grave [11]. Este fármaco actúa bloqueando un receptor llamado receptor de N-metil-apartato, y se promueve para mejorar los síntomas de la AD.
Beneficios escasos y cuestionables
La aprobación de estos cuatro fármacos trajo consigo esperanza genuina. Sin embargo, el beneficio de estos fármacos se limita a pequeñas mejoras de la función cognitiva y de las actividades de la vida diaria. Por ejemplo, un metaanálisis del 2006 (análisis de datos de múltiples ensayos clínicos) estimó que el tratamiento con inhibidores de la colinesterasa resultó en una mejoría de 2,4 puntos en una escala cognitiva de 70 puntos en pacientes con estadios de leves a moderados de la enfermedad, en comparación con placebo [12].
Un metaanálisis del 2018 de estudios con donepezilo vinculó el fármaco a una mejora de alrededor de tres puntos de función cognitiva en una escala de 70 puntos [13]. Cabe destacar que este metaanálisis mostró que los costos del cuidado de la salud fueron similares en pacientes que recibieron donepezilo y en aquellos que recibieron un placebo. Un metaanálisis del 2015 de estudios de la rivastigmina encontró beneficios mínimos similares y señaló que dichos efectos tenían una importancia clínica incierta [14]. Un metaanálisis de estudios de memantina en pacientes con AD de moderada a grave también mostró que el fármaco aporta escasos beneficios: una mejoría de 3 puntos en la función cognitiva (en una escala de 100 puntos), la mejoría de un punto en las actividades de la vida diaria (en una escala de 54 puntos) y una mejoría de tres puntos en comportamiento (en una escala de 144 puntos) [15]. Debido a que estos fármacos no alteran el curso de la enfermedad, existe incertidumbre en cuanto a cómo estos muy pequeños incrementos en los puntajes obtenidos o en los exámenes funcionales se traducen en la mejora de las vidas de los pacientes con AD en el mundo real.
Efectos adversos e interacciones con otros fármacos
A pesar de que la información previa sugería un perfil de seguridad aceptable para los fármacos para la AD, con el tiempo ha surgido información que documenta sus numerosos, en ocasiones fatales, efectos adversos [16]. Ya en el 2003, un metaanálisis mostró que por cada 12 pacientes tratados con un inhibidor de la colinesterasa, se beneficiaría un paciente con al menos una mejora mínima y otro paciente experimentaría efectos adversos [17].
Los efectos adversos más serios de los inhibidores de la colinesterasa son frecuencia cardíaca baja, bloqueo cardíaco y síncope (pérdida súbita del estado de alerta) [18]. Efectos adversos comunes de estos fármacos son náusea, diarrea y vómito. Con el uso de estos fármacos también hay pérdida de apetito y pérdida de peso.
Los efectos adversos más comunes de la memantina incluyen mareos, dolores de cabeza, confusión y estreñimiento [19]. Con el uso de este fármaco también se ha reportado inflamación del páncreas e insuficiencia renal.
Es importante destacar que el uso de fármacos para la AD expone a los pacientes al riesgo de peligrosas interacciones con una multitud de fármacos, incluyendo bloqueadores beta, fármacos antipsicóticos (incluyendo la clorpromazina [únicamente en presentación genérica]) y fármacos anticolinérgicos (tales como la oxibutinina [Ditropan XL, Gelnique, Oxytrol, Oxytrol para mujeres]) [20].
Qué puede hacer usted
Si usted (o alguno de sus seres queridos) tiene enfermedad de Alzheimer, evite el uso de los cuatro fármacos aquí mencionados, ya que sus beneficios no sobrepasan sus riesgos. En su lugar, como lo hacen en Francia, utilice abordajes sociales y de comportamiento para adaptarse a las limitaciones de la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
Referencias