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La respuesta a la pandemia fracasó por su enfoque biomédico
Salud y Fármacos
Boletín Fármacos: Políticas 2022; 25(2)
Tags: covid, ciencias del comportamiento, aceptación de las vacunas, desinformación, medios de comunicación social, respuesta biomédica, VIH, redes sociales, antirretrovirales, factores culturales, factores sociales, ciencias de la conducta
El 22 de mayo de 2022, en EE UU, el 35% de la población no había sido vacunada contra el covid, y el 23% no habían recibido ni siquiera una dosis de la vacuna. Al mismo tiempo, en EE UU, un millón de muertes se han atribuido al covid.
Judith Auerbach y Andrew Forsyth reflexionan sobre las características de la respuesta estadounidense a la pandemia, y atribuyen el fracaso a su excesivo carácter biomédico y a no haber incorporado aspectos sociológicos y del comportamiento humano que ya se habían observado durante la epidemia del VIH/Sida. A continuación, algunos de los puntos más importantes.
- Uno de los problemas fue la desinformación, y sobre todo la información incorrecta que se fue transmitiendo a través de las redes sociales. Eso sucedió también con la infección por VIH. Los medios sociales promovieron comportamientos de riesgo, tanto sexuales como de consumo de sustancias, difundieron información errónea y reforzaron el estigma asociado al VIH y a otras infecciones de transmisión sexual. Un estudio de cohorte documentó que la mitad de las personas en riesgo decidieron no utilizar un medicamento seguro y eficaz para prevenir la infección por VIH.
- La desinformación es todavía más impactante si proviene de un funcionario del gobierno. En la década de 1990, el presidente sudafricano Thabo Mbeki negaba la existencia del virus y afirmaba que la pobreza, la inestabilidad de la vivienda y otras enfermedades -no el VIH- estaban causando el colapso inmunitario entre los sudafricanos. Años más tarde, un estudio de Harvard estimó que más de 300.000 personas murieron innecesariamente en Sudáfrica por la postura del gobierno, que retrasó la adquisición de medicamentos antirretrovirales para prevenir la transmisión vertical – de madre a hijo- del virus.
- Un estudio de la Universidad de Cornell realizado en EE UU sobre las redes de comunicación social y el covid concluyó que, a principios de 2020, el entonces presidente Donald Trump fue el mayor impulsor de la desinformación sobre covid-19, y apoyó tratamientos médicos no probados.
- En EE UU, la respuesta biomédica puso énfasis en los aspectos biológicos, químicos y físicos de la enfermedad, y asumió que todos los residentes actuarían de forma racional y aceptarían las vacunas y tratamientos, por su propio interés. Pero se sabe desde hace años que los factores sociales, estructurales y culturales influyen en la toma de decisiones, a menudo en direcciones contrarias al consenso científico.
- La investigación socioconductual sobre el VIH ha demostrado que los comportamientos individuales -incluyendo la adopción y el uso de herramientas biomédicas como las vacunas- están muy condicionados por las normas y las prácticas sociales de los grupos con los que las personas se identifican y se afilian. Las estrategias exitosas establecieron una colaboración significativa entre las comunidades afectadas y los investigadores biomédicos, epidemiológicos y conductuales, los médicos y los responsables políticos. Para ello, y con el objetivo de modificar los comportamientos individuales, recurrieron a personas con influencia social, como miembros de la comunidad y médicos de confianza.
- Los grupos de trabajo federales que han sido responsables de desarrollar y perfeccionar la estrategia contra la pandemia están constituidos por expertos en ciencias médicas, y la falta de expertos en sociología y ciencias del comportamiento ha impedido maximizar los beneficios de las vacunas y del conocimiento científico.
- Cuando se produzca otra pandemia, será importante responder utilizando estrategias más amplias, que incorporen toda la gama de conocimientos y métodos científicos necesarios para entender y responder a las epidemias. Las epidemias transcurren en un contexto social, donde muchos aspectos están interconectados, y se deben abordar con las mejores pruebas disponibles, y a través de un proceso de colaboración que incorpore a las comunidades y a los expertos en ciencias biomédicas, conductuales y sociales.