En abril de 2022, la Agencia francesa de Productos para la Salud (ANSM) informó el caso de un paciente de 66 años que sufrió un paro cardiorrespiratorio después de recibir varias inyecciones de trimebutina mediante un catéter venoso central [1].
La trimebutina se comercializa en Francia desde la década de 1970 como un “regulador de la motilidad gastrointestinal” con muchas “indicaciones” diferentes, que van desde la esofagitis, el enema opaco, la discinesia biliar y la endoscopia gastrointestinal (GI) hasta la restauración posoperatoria de la motilidad GI, para pacientes de todas las edades [2]. Solo se mencionó un efecto adverso con la forma inyectable: “mareos ocasionales” [2].
Durante las últimas décadas, se han informado cientos de casos de sobredosis más o menos significativos, en especial con las fórmulas de uso oral. Los trastornos que se informaron fueron neurológicos (pérdida de la consciencia, coma, somnolencia y convulsiones) y cardíacos (bradicardia, taquicardia ventricular, hipertensión y prolongación del intervalo QT) [3].
En 2011, un análisis de la base de datos nacional de farmacovigilancia de Francia identificó 49 informes de efectos adversos cardíacos graves —incluyendo cuatro muertes— asociados a la administración de trimebutina [4].
En 2021, un equipo de Corea analizó los datos de 444.575 pacientes y observó que el riesgo de prolongación del intervalo QT asociado a la hidroxicloroquina era mayor en los pacientes que también fueron expuestos a la trimebutina [5].
En la práctica,en vista de estos riesgos cardíacos que se han ignorado por mucho tiempo, es momento de reevaluar el balance riesgo-beneficio de la trimebutina y proteger a los pacientes que padecen trastornos funcionales intestinales de ser expuestos a estos efectos adversos desproporcionados [6].
Referencias