En EE UU mueren anualmente más de 80.000 personas por sobredosis de opiáceos, y una buena parte de estas muertes se podrían evitar con la administración de naloxona. La naloxona no está protegida por patente y hay muchas versiones genéricas, sin embargo, según una investigación de Statnews [1] las empresas farmacéuticas están aprovechando el miedo al fentanilo para promover agresivamente versiones de este medicamento que cuentan con protección de patente, y son mucho más caras.
Estos temores están justificados porque la presencia de fentanilo en los canales de distribución de drogas ha disparado las tasas de sobredosis. Actualmente, se encuentra no sólo en opiáceos como la heroína, sino también en otras drogas como la cocaína o en versiones falsificadas de estimulantes como el Adderall, lo que provoca sobredosis en consumidores involuntarios que no consumen opiáceos.
Las versiones caras de naloxona contienen dosis más altas y/o dispositivos especiales de administración. Según los expertos en adicciones, estos productos no cubren una necesidad legítima de salud pública y podrían ser perjudiciales. El fácil pensar que dosis más altas podrían funcionar mejor, pero no se ha demostrado y podría ser perjudicial.
La naloxona actúa desplazando las moléculas opiáceas de los receptores cerebrales, y dosis innecesariamente altas pueden provocar síntomas de abstinencia debilitantes en las víctimas de sobredosis poco después de recuperar la consciencia. Estos síntomas de abstinencia pueden ser tan agonizantes que les lleven a consumir de nuevo sustancias ilícitas, como el fentanilo, pudiendo provocar sobredosis.
“Es cierto que la gente puede administrar una dosis, esperar unos minutos y administrar otra; yo mismo lo he hecho”, afirma Sarah Evans, experta en política de drogas de Open Society Foundations. “Pero no sé si existe una necesidad demostrada de administrar esta dosis doblemente fuerte desde el principio. Y, por supuesto, conlleva un riesgo”.
Además, cuando se utilizan los productos más caros, se desvían recursos de otras actividades, incluyendo la compra de naloxona más barata que salva vidas. Los expertos afirman que lo que se necesita es un suministro abundante de naloxona barata, envasada en dosis razonables y en sistemas de administración sencillos y de baja tecnología, como aerosoles nasales o jeringuillas. Uno de estos productos es el Narcan, que se acaba de aprobar en EE UU para su venta libre, pero también hay muchas versiones de naloxona genérica de venta con receta.
Entre los ejemplos de nuevos productos cuestionables se incluyen Kloxxado, un aerosol nasal casi idéntico al Narcan pero que contiene una dosis dos veces mayor; Zimhi, una pluma jeringa precargada; y Evzio, el autoinyector mecanizado que fue retirado del mercado en 2020. Orexo, una empresa sueca, está desarrollando un producto con “alta dosis” y “protegido por patentes hasta 2039”. Kloxxado y Zimhi cuestan cada uno unos US$140 paquete de dos, según el sitio web GoodRx. Un paquete de dos unidades de Evzio, el autoinyector retirado del mercado, llegó a costar US$4.100. Comprar unas pocas dosis de Zimhi o Kloxxado por el mismo precio que cientos de dosis de naloxona genérica supondría una “peligrosa desviación de recursos”, afirma Sarah Evans.
El comportamiento de las empresas farmacéuticas en el mercado de la naloxona refleja una práctica arraigada en la industria farmacéutica: proteger los márgenes de beneficio ofreciendo continuamente medicamentos en formulaciones y mecanismos de administración nuevos y, por tanto, patentables.
También es revelador que ninguna empresa solicitara el estatus de venta libre hasta finales de 2022. La FDA había pedido a las empresas que crearan productos de naloxona que pudieran venderse sin receta ya en 2016. En 2019, la agencia dio el paso sin precedentes de crear su propia etiqueta de datos del medicamento para la naloxona, esencialmente rogando a las empresas que presentaran propuestas para versiones de venta libre. Aun así, pasaron casi cuatro años antes de que Emergent solicitara el estatus de venta libre,
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