Según Ed Silverman [1], Eli Lilly solicitó la ayuda del Better Business Bureau (BBB) para resolver la disputa con Novartis por el contenido de un anuncio publicitario. En concreto, Lilly se opuso a la información sobre la tasa de supervivencia global en los ensayos clínicos de Kisqali (Novartis), que sugería que el fármaco era superior a otros medicamentos similares contra el cáncer (como el Verzenio que comercializa Lilly). El BBB determinó que el anuncio podría no confundir a los profesionales de la salud porque son un “público sofisticado y están mejor equipados para identificar lo que es publicidad y lo que son los datos clínicos”, pero sí a los consumidores, que no tienen suficiente formación para interpretar datos científicos. Consecuentemente, el BBB recomendó que Novartis no hiciera esa afirmación concreta en los anuncios que pudieran ver los consumidores.
Novartis no estuvo de acuerdo con la conclusión, pero dijo que dejaría de hacer esa afirmación en la publicidad dirigida a los consumidores.
Estas disputas por los mensajes publicitarios de las empresas farmacéuticas no son nuevas, pero las solía resolver la oficina de la FDA que se dedica a revisar la publicidad de los medicamentos de venta con receta y a verificar que no infringe la normativa. El BBB había resuelto problemas con la publicidad de medicamentos de venta libre, y es la primera vez que lo hace para un fármaco de venta bajo prescripción, aunque ha declarado que querría hacerlo con más frecuencia, sobre todo cuando la FDA tarda en responder o simplemente no responde.
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