Resumen
La Organización Mundial de la Salud (OMS) debería actuar como autoridad directiva y coordinadora de la salud mundial, pero con el tiempo se ha visto marginada de forma constante y deliberada, a través de las críticas como organización ineficaz, la reducción de las contribuciones señaladas y el consiguiente empobrecimiento, y la proliferación de “nuevas” agencias sanitarias internacionales a las que la OMS se ha visto obligada a ceder espacio operativo.
En este documento se analiza cómo esta marginación de la OMS favorece los intereses de los actores dominantes de la salud mundial y lleva a descuidar la salud como cuestión de desarrollo. Hoy en día, el sistema sanitario mundial está más fragmentado que cuando se creó la OMS en 1948. Los países donantes ricos y las empresas dominan las estructuras de gobernanza de las alianzas sanitarias, marginando en su toma de decisiones a la mayoría de los miembros de la OMS y, en particular, al Sur Global.
Una consecuencia de esta fragmentación en la gobernanza sanitaria mundial es que se ha marginado el espacio de la única organización multilateral en la que los países en desarrollo tienen igual presencia en términos de participación y toma de decisiones que los Estados soberanos: la OMS. En consecuencia, la dimensión de desarrollo de la salud también está marginada y sólo los aspectos de ayuda al desarrollo reciben una atención importante a través de programas y agencias verticales que abordan necesidades sanitarias limitadas sin atender eficazmente la necesidad básica de reforzar los sistemas sanitarios.
Por lo tanto, para los países en desarrollo es imperativo que la OMS se reorganice de forma efectiva para actuar como autoridad líder y coordinadora de la salud mundial con los poderes legales adecuados, así como las capacidades institucionales y financieras para hacerlo sin influencias indebidas de los países donantes y las entidades que tienen intereses en el sector privado. Esto permitiría a la OMS garantizar que los intereses de todos los países se tienen en cuenta de forma equitativa en sus actividades normativas y operativas. Esta transformación de la OMS requeriría medidas tanto dentro como fuera de la organización. El documento propone algunas sugerencias a este respecto.