Resumen
Muchos consideran que las revisiones sistemáticas constituyen el nivel más alto de evidencia científica. Hay que tener en cuenta que el método que se utiliza en una revisión sistemática -que combina información de múltiples estudios- se basa en la veracidad de todos los informes.
En la actualidad, desconocemos la frecuencia con la que se incluyen estudios fraudulentos en las revisiones sistemáticas o cómo afectan a la base de evidencia resultante. En el caso de una revisión sistemática de estudios preclínicos de la depresión, descubrimos que los estudios potencialmente fraudulentos no sólo eran frecuentes, sino que además sesgaban los resultados de la revisión.
En una muestra de 1.035 estudios, descubrimos que el 19% de los informes revisados por pares mostraban imágenes problemáticas. En la mayoría de los casos, las imágenes habían sido alteradas o recicladas de un modo que nos hace sospechar que jugaron sucio. Para empeorar las cosas, estos estudios informaron tamaños de efecto mayores, como media, que los estudios en los que no identificamos problemas.
En contra de lo que se suele creer, los informes con imágenes problemáticas no se citaban menos ni se publicaban en revistas de menor impacto, ni sus autores estaban aislados en ninguna zona geográfica específica. La mera prevalencia de estudios problemáticos, y el hecho de que no pudiéramos encontrar un patrón sencillo para identificarlos, socava la validez de las revisiones sistemáticas en nuestro campo de investigación. Sospechamos que esto es sintomático de un problema más amplio que requiere una solución inmediata.