El 12 de abril, la radio pública de EE UU, NPR, entrevistó a su experto en productos farmacéuticos [1]. En EE UU, el impuesto que deben pagar las empresas es del 21%, pero muchas de las empresas farmacéuticas pagan mucho menos.
Según la entrevista, calcular los impuestos corporativos es complicado, y muchas de las empresas farmacéuticas estadounidenses reportan pérdidas, aunque la mayor parte de sus ingresos provienen de las ventas en EEUU. El experto mencionó un análisis del Comité de Finanzas del Senado que dice que la tasa impositiva que pagaron las mayores empresas farmacéuticas osciló entre el 8 y el 14%.
Todas, menos una empresa farmacéutica, informaron haber perdido dinero en EE UU el año pasado. Esto lo logran otorgando una licencia de su propiedad intelectual a una subsidiaria extraterritorial. Los ingredientes activos con alto valor añadido se producen en una fábrica de Irlanda o Singapur, y la empresa finge que las ganancias se acumulan en estas subsidiarias extraterritoriales a pesar de que las ventas se producen en EE UU.
Esto es legal.
El caso de Pfizer es interesante, porque tiene una tasa impositiva efectiva negativa para 2023 y no pagará ningún impuesto en los EE UU en 2023, al contrario, recibirá un reembolso a pesar de haber informado US$59.000 millones en ingresos. Pfizer sí pagará impuestos en el extranjero. La administración Biden intentó corregir esta anomalía legal pero no lo ha logrado.
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