Las enfermedades cardiacas (incluido el infarto de miocardio) y el ictus, que con frecuencia se deben a coágulos sanguíneos, son la primera y la quinta causa de muerte en EE UU, respectivamente [1]. La aspirina en dosis bajas, de 75 a 100 mg, también llamada aspirina infantil (Bayer Aspirin, Ecotrin y genéricos), puede reducir el riesgo de infarto de miocardio e ictus al inhibir la agregación plaquetaria (células sanguíneas que se agrupan para formar coágulos de sangre que pueden obstruir los vasos sanguíneos). Sin embargo, debido a su tendencia a provocar sangrado interno, sobre todo cuando se utiliza con regularidad, los posibles beneficios de la aspirina se deben sopesar con sus riesgos de producir hemorragias [2].
La FDA recomienda el uso sistemático de dosis bajas de ácido acetilsalicílico (aspirina) para la mayoría de las personas que ya han sufrido un infarto de miocardio o un ictus, porque existe evidencia sólida de que los beneficios para prevenir un segundo infarto de miocardio o un ictus (lo que se denomina prevención secundaria) superan los posibles daños.
Por el contrario, la FDA no recomienda el uso regular de dosis bajas de aspirina para prevenir un primer infarto de miocardio o un ictus (lo que se denomina prevención primaria) porque no existen evidencia sólida que respalde los beneficios netos de dicho uso.
Un análisis reciente de los datos del ensayo a gran escala ASPREE, financiado con fondos federales, mostró que el uso de dosis bajas de aspirina por adultos mayores sanos no protege de forma significativa contra la aparición de un primer ictus derivado de coágulos sanguíneos, sino que aumenta el riesgo de hemorragias cerebrales. El análisis fue publicado en JAMA Network Open en julio de 2023.
El nuevo análisis [3]
ASPREE fue un ensayo clínico aleatorio en el que se inscribieron 19.114 personas residentes en Australia o EE UU, cuya edad era de 70 años o más (65 años o más en el caso de los sujetos estadounidenses que auto declararon su etnia o raza como hispana o afroamericana). El 56% de estos sujetos eran mujeres. Antes del inicio del ensayo, ningún sujeto tenía antecedentes de cardiopatía, ictus, demencia o discapacidad física.
En el ensayo, 9.525 sujetos fueron asignados aleatoriamente para recibir una dosis diaria de 100 mg de aspirina con recubrimiento entérico -un tipo de aspirina que se disuelve principalmente en los intestinos (en lugar de en el estómago) para disminuir el riesgo de úlceras y hemorragias gastrointestinales- y los 9.589 sujetos restantes recibieron un placebo equivalente.
Tras una mediana de cinco años de seguimiento, el nuevo análisis halló que 195 (4,6%) de los sujetos tratados con aspirina desarrollaron un primer ictus, frente a 203 (4,7%) en el grupo placebo, una pequeña diferencia que no fue estadísticamente significativa.
En cambio, 108 (2,5%) de los sujetos del grupo de aspirina experimentaron un primer episodio de hemorragia cerebral, frente a 79 (1,8%) en el grupo placebo, una diferencia que fue estadísticamente significativa. Estos episodios de hemorragia cerebral dieron lugar a hospitalización, hospitalización prolongada, intervención quirúrgica o muerte.
Otros análisis mostraron que, por cada 1.000 sujetos que tomaron dosis bajas de aspirina durante cinco años, se produjeron 2,5 ictus menos, a expensas de 3,5 casos de hemorragia cerebral, una diferencia que no fue estadísticamente significativa. A la vista de estos resultados, los investigadores concluyeron que la aspirina no se debería utilizar para prevenir un primer ictus entre los adultos mayores sanos. En particular, el aumento del riesgo de hemorragia cerebral es especialmente preocupante porque los adultos mayores tienen un mayor riesgo de sufrir traumatismos craneoencefálicos, generalmente causados por caídas.
El nuevo análisis respalda el análisis de los datos del ensayo ASPREE realizado en 2018, que mostró que los sujetos tratados con aspirina no tenían una tasa inferior de enfermedad cardiovascular (definida como enfermedad coronaria mortal, infarto de miocardio no mortal, ictus mortal o no mortal, u hospitalización por insuficiencia cardiaca) [4]. A modo de contraste, ese análisis encontró un riesgo significativamente mayor de hemorragia grave, especialmente en el tracto gastrointestinal superior, entre los sujetos tratados con aspirina. Estos hallazgos aportan evidencia adicional de que la aspirina en dosis bajas no se debe utilizar para la prevención primaria del ictus o de las enfermedades cardiovasculares en adultos mayores sanos.
Qué hacer
Siga una dieta equilibrada, principalmente vegetal o mediterránea, haga ejercicio con regularidad y no fume, para ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular [5]. Si padece diabetes, hipertensión o colesterol alto, asegúrese de que estas enfermedades se controlan adecuadamente.
Si ha sufrido un infarto de miocardio, un ictus u otro evento cardiovascular o tiene antecedentes de cirugía coronaria o intervención con stent (inserción de una espiral de malla metálica), debe tomar aspirina a dosis bajas diariamente para prevenir otro infarto de miocardio o ictus. La excepción al uso de aspirina en estos casos es si usted es alérgico a la aspirina, tiene un alto riesgo de hemorragia, bebe alcohol con regularidad o se va a someter a un procedimiento dental o médico.
Sin embargo, si es un adulto mayor sano sin antecedentes de infarto de miocardio o ictus, lo mejor es que no empiece a tomar aspirina en dosis bajas para prevenir una primera cardiopatía o ictus. Si ya está tomando aspirina a dosis bajas a diario, consulte a su médico porque dejar de tomar este medicamento de repente puede desencadenar un infarto de miocardio o un ictus debido a un coágulo sanguíneo [6].
Referencias