Europa y el Reino Unido

Las organizaciones de la sociedad civil belga hacen un llamado a la presidencia del Consejo de la Unión Europea.

Nuestra política de medicamentos en Bélgica y en Europa se encuentra en un momento crítico. Los precios están subiendo, los presupuestos están siendo presionados y la escasez es cada vez mayor. Si no hacemos nada, el acceso a los medicamentos está en creciente riesgo —aquí en Bélgica, pero también, y con mayor gravedad, en el resto del mundo—. Durante la crisis del coronavirus, vimos cómo las empresas farmacéuticas no estuvieron dispuestas a garantizar la accesibilidad.

Ahora las reformas están en proceso. La Comisión Europea presentó una propuesta en abril de 2023, que se está debatiendo en profundidad [1]. ¿Cuáles serán las prioridades del gobierno belga durante esta presidencia del Consejo de la Unión Europea?

Abogamos por una política farmacéutica justa. Esto implica implementar por lo menos los siguientes ocho puntos:

• Un precio justo para los nuevos medicamentos: la teoría de que un medicamento puede costar lo que suponga más ganancias para la empresa resulta en excesos insostenibles. El precio debería estar determinado por el coste de investigación y producción, más un margen de ganancias razonable. En futuras negociaciones de precios se debería utilizar el modelo desarrollado por una asociación internacional mutualista de seguros para guiar estos procesos [2].
• Información justa y más transparencia: los gobiernos deberían obligar a las empresas farmacéuticas a facilitar toda la información sobre el gasto en la investigación y el desarrollo de un nuevo medicamento. La Comisión Europea solo propone que se divulgue la financiación para la investigación que ha aportado el gobierno. La resolución de la Organización Mundial de la Salud de 2019 sobre transparencia contiene una descripción clara de las medidas necesarias [3]. Se debe aplicar íntegramente en la legislación belga y europea — en Bélgica cuando se decide sobre el reembolso [4] y a nivel europeo durante la autorización de comercialización—.
• Aplicar precios justos y más transparencia también significa eliminar los contratos secretos [5]: tales contratos enfrentan a los estados miembros unos contra otros y debilitan el control democrático. Las negociaciones europeas sobre precios solo se resolverán rápidamente cuando los estados miembros se decidan a dar el primer paso para abolir los contratos secretos.
• Uso justo de la propiedad intelectual: si las empresas se niegan a ajustar su precio a una cantidad justa, habrá que recurrir a las licencias obligatorias. Utilizar, o amenazar con utilizar, licencias obligatorias fortalece nuestro poder en la mesa de negociaciones con las empresas multinacionales farmacéuticas. Pero para que esto ocurra, la legislación nacional se debe modificar para que el ministro de salud también tenga la facultad efectiva de conceder dicha licencia obligatoria, si lo considera una medida útil y necesaria, en circunstancias excepcionales.
• Innovación justa: los gobiernos deben desarrollar nuevos modelos de financiación, como la desvinculación [6], que fomenten la investigación en aquellas áreas que han sido identificadas como prioritarias públicamente, independientemente del posible margen de ganancias que esto pueda suponer para una empresa farmacéutica. Ante todo, pensamos en el problema de la creciente resistencia a los antibióticos. Existe una necesidad urgente de desarrollar nuevos antibióticos, y las compañías farmacéuticas no están respondiendo de forma suficiente.
• Impuestos justos: durante la presidencia belga [7] hay que seguir trabajando en la aplicación del acuerdo europeo sobre un impuesto de sociedades mínimo global. Aunque el acuerdo podría haber sido más ambicioso [8], es importante que se plasme en la legislación nacional lo antes posible. En nuestro país siguen existiendo demasiadas lagunas legales que mantienen favores y exenciones fiscales, en parte debido a la presión por parte de las grandes empresas farmacéuticas. Proponemos una tasa de impuestos efectiva de al menos el 15%, sin exenciones.
• Disponibilidad justa y suficiente: se necesitan medidas más firmes contra las numerosas ocasiones en que no hay suministro de ciertos medicamentos. Los fabricantes y distribuidores tienen la responsabilidad de garantizar la disponibilidad constante de nuestros medicamentos. Las autoridades de Bélgica y Europa deben imponer sanciones a las empresas que no justifiquen las razones —o no lo hagan de manera satisfactoria—, por las que no pueden seguir suministrando un medicamento, temporal o permanentemente. Se debe exigir que las empresas farmacéuticas elaboren planes de prevención más estrictos para manejar y prevenir el desabastecimiento.
• Solidaridad justa con el resto del mundo: si nuestro país quiere lograr de manera efectiva que la igualdad de acceso a los medicamentos en todo el mundo sea una prioridad durante la presidencia belga [9], las medidas que acabamos de mencionar son indispensables. Más transparencia y precios justos en los países de Europa beneficiarán también a todos los demás países del mundo. Además, pedimos a nuestro país que apoye las iniciativas que favorecen la producción local de vacunas, pruebas diagnósticas y medicamentos.

Estas peticiones cuentan con el apoyo de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (EPSU o European Federation of Public Services Unions); las mutualidades cristianas belgas de salud, CM-MC y la sociedad mutualista de seguros, Solidaris; las tres confederaciones sindicales belgas, ACV-CSC (Confederación de Sindicatos Cristianos), ABVV-FGTB (Federación General del Trabajo de Bélgica) y ACLVB-CGLSB (Central General de Sindicatos Liberales de Bélgica); los sindicatos de salud sin ánimo de lucro PULS y CNE (Central Nacional de Empleados); 11.11.11, CNCD (Centro Nacional Cooperación al Desarrollo), Oxfam, WSM (We Social Movements), Geneeskunde voor het volk, Viva Salud y Dokters van de Wereld-Médecins du monde.