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La mayoría de los que abusan de los analgésicos no están preparados en caso de sobredosis, según un estudio
La mayoría de los que abusan de los analgésicos no están preparados en caso de sobredosis, según un estudio
A. Mozen
Health Day News, 2 de octubre de 2014
http://tinyurl.com/qeuyk6p

Aunque los adolescentes y los adultos jóvenes que abusan de los analgésicos recetados se enfrentan a un riesgo alto de sobredosis, la mayoría no saben cómo responder cuando sucede, muestra una investigación reciente.

El problema es el uso no médico de analgésicos narcóticos recetados, que es cada vez más popular, y que incluye a los llamados “opiáceos” como Oxycontin y Vicodin.

Esos fármacos pueden ralentizar sustancialmente, o incluso detener, la capacidad de respirar, a veces conduciendo a la muerte. Y aunque hay intervenciones seguras y efectivas disponibles, entre ellas el medicamento recetado naloxona, el nuevo estudio halló que la mayoría de los abusadores de narcóticos no conocen las opciones.

“Lo que hallamos es que cuando se trata de la gestión de una sobredosis, los usuarios de opiáceos narcóticos que no usaban los fármacos por motivos médicos oficiales tenían menos conocimientos que, por ejemplo, las poblaciones más tradicionales que usan heroína”, comentó el autor del estudio, David Frank, candidato doctoral del departamento de sociología del Centro de Postgrados CUNY en la ciudad de Nueva York.

“De hecho, tendían a tener una falta de conocimiento bastante grave, y mucha confusión al respecto, a pesar del hecho de que la mayoría habían experimentado sobredosis dentro de su red de usuarios de drogas”, señaló Frank.

¿Por qué?
“Hallamos que los [usuarios] de opiáceos recetados hacen grandes distinciones entre ellos y los usuarios de heroína”, apuntó Frank. “Los usuarios de opiáceos tienden a ser personas blancas, más jóvenes y de un estatus socioeconómico más alto. Y aunque los opiáceos y la heroína son farmacológicamente similares, funcionan mediante el mismo mecanismo y ambos pueden provocar sobredosis, incluso los usuarios diarios de opiáceos parecen pensar que simplemente porque toman un fármaco recetado por un médico no están usando una droga peligrosa”.

Un experto del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) de EE UU se mostró de acuerdo. “El estigma conforma el núcleo de los problemas que este artículo resalta”, apuntó Jack Stein, director de la oficina de políticas y comunicaciones sobre la ciencia del NIDA.

“El estigma social sobre el abuso de la heroína y la ignorancia asociada sobre la adicción a la heroína han evitado que los que se hacen adictos a los opiáceos recetados reconozcan que su abuso es similar a, e igual de peligroso que, el abuso de la heroína”, enfatizó Stein.

“Así, la información sobre la seguridad, la prevención de las sobredosis y los tratamientos disponibles, que incluyen a la naloxona y a la buprenorfina, no llegan a este nuevo sector demográfico adicto a los opiáceos”, explicó Stein. “Ese mismo estigma ha evitado que los proveedores de atención sanitaria reconozcan las señales de abuso de los opiáceos o sepan cómo manejar la adicción en sus pacientes, que quizá no encajen con el perfil o estereotipo anticipado de alguien que abusa de las drogas”.

Los estimados del 2010 del NIDA sugieren que más de cinco millones de estadounidenses abusan actualmente de un analgésico recetado, y alrededor de uno de cada 12 estudiantes de último año de secundaria abusa del Vicodin, y uno de cada 20 abusa del Oxycontin.

Para medir el nivel de conocimiento sobre las sobredosis entre los abusadores de analgésicos recetados, los autores del estudio realizaron entrevistas con profundidad a 46 usuarios que tenían entre 18 y 32 años de edad. Todos eran residentes de la ciudad de Nueva York, donde el número de muertes por sobredosis relacionadas con los opiáceos se triplicó entre 2000 y 2011, según la información de respaldo del estudio.

Casi tres cuartas partes de los participantes eran blancos. La mitad del grupo había estudiado por lo menos un tiempo en la universidad. Nueve se habían graduado de la universidad.

Los investigadores hallaron que los analgésicos recetados al principio se consideraban como “medicamentos” relativamente inocuos que eran menos adictivos que la heroína, y que era menos probable que provocaran una sobredosis.

Pero casi la mitad de los entrevistados dijeron que conocían a alguien que había experimentado una sobredosis letal o no letal, o habían experimentado una sobredosis ellos mismos. Pero la mayoría dijo que no sabía cuáles eran las opciones de prevención o respuesta a las sobredosis, como la naloxona.

Incluso entre los que conocían a la naloxona, había una creencia común de que era cara o difícil de obtener. Sin embargo, en el estado de Nueva York, la naloxona se distribuye de forma gratuita (junto con entrenamiento) en la mayoría de programas oficiales de intercambio de agujas o reducción de los daños, señalaron los autores del estudio.

Pero la mayoría de participantes (29) dijeron que nunca habían buscado un programa u organización de este tipo.

Muchos dijeron que esos centros tendían a enfocarse demasiado en el uso de la heroína, un énfasis que discrepaba con su percepción general de que usar narcóticos recetados es completamente distinto que consumir heroína, una droga “callejera”.

Los investigadores concluyeron que para abordar el riesgo de sobredosis entre los que abusan de los narcóticos recetados, hay una “necesidad urgente” de crear programas de alcance que aborden mejor sus problemas y percepciones exclusivas.

“Las soluciones son difíciles”, reconoció Frank. “Diría que es importante ampliar el acceso a la naloxona y la información sobre el fármaco. Y hay que hacerlo enfocándose más en lograr que los usuarios de fármacos recetados accedan a los programas de reducción del daño con más frecuencia, porque hasta cierto punto esos programas quizá se hayan quedado rezagados a la hora de llegar a esta subcultura”, comentó.

“Pero de forma más general, también creo que en parte se trata de llegar a los jóvenes en las escuelas de secundaria y las universidades, porque sabemos que con frecuencia el uso de opiáceos comienza en la secundaria. Pero con frecuencia las escuelas de secundaria y las universidades enfatizan la abstinencia y no hablan de algo como la naloxona, porque creen que fomentará el uso de drogas”, añadió Frank. “Pero creo que una forma más enfocada en la reducción del daño para abordar este problema resultaría útil”.

Frank y sus colaboradores publicaron sus hallazgos en una edición reciente de la revista International Journal of Drug Policy.

creado el 12 de Septiembre de 2017