La administración de Trump está en proceso de redactar una alternativa a las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre el uso de medicamentos antimicrobianos en animales que se utilizan para la alimentación. La oposición a las directrices de la OMS, que están destinadas a combatir la resistencia a los antimicrobianos, parece que es para beneficiar a la agroindustria.

Las directrices de la OMS, publicadas en noviembre, recomiendan que se administren menos medicamentos antimicrobianos a los animales que se utilizarán para la producción de alimentos y exigen la restricción del uso de todos los medicamentos antimicrobianos de importancia médica en el ganado.

Sin embargo, el Departamento de Agricultura de EE UU criticó las pautas y sugirió que no eran científicas. Chavonda Jacobs-Young, directora científica interina del Departamento de Agricultura, quien tiene un doctorado en ciencias de North Carolina State University, poco después de que se hicieran públicas las directrices comentó: “Las directrices de la OMS no están de acuerdo con la política de EE UU y no están científicamente validadas”.

Sin embargo, David Wallinga, un miembro del consejo que redactó los lineamientos sugirió que el Departamento de Agricultura “básicamente ha demostrado una falta de respeto a uno de los grupos más cautelosos, y científicamente más reconocidos del mundo”.

Añadió que la reacción del Departamento “no fue una gran sorpresa ya que viene de una administración que constantemente pone las ganancias y el interés de industrias poderosas, como las industrias cárnicas y farmacéuticas, por encima de la salud del pueblo estadounidense”.

Mientras tanto, las empresas de agrarias contribuyeron con US$4,6 millones para la campaña presidencial de Donald Trump. Esa cantidad fue el doble de la suma que las mismas organizaciones le dieron a la rival de Trump, Hillary Clinton. Además, el mercado mundial de antimicrobianos para animales alcanzará los US$4.700 millones en 2021. Por ello, los críticos han condenado la medida como una táctica cínica para proteger los intereses económicos en EE UU.