Los Sistemas Nacionales de Farmacovigilancia (SINAF), cuando realizan la gestión del riesgo sanitario, los identifican, evalúan y tratan de minimizarlos, contribuyendo al uso adecuado de los medicamentos, la seguridad del paciente y una mejor calidad del cuidado.
El registro acelerado, cada vez más frecuente, dificulta la evaluación de la eficacia y seguridad de los productos nuevos, agregando dificultades para su regulación y para la protección de la salud.
El artículo analiza, mediante la aplicación de indicadores propuestos por la Organización Mundial de la Salud, los SINAF de Portugal y de Brasil. El SINAF brasileño se institucionalizó más tardíamente, genera menos señales de seguridad, posee una menor tasa de notificación de sospechas de efectos adversos relacionados con medicamentos (EAM) y demuestra dificultad en la producción y difusión de información a profesionales y población. Portugal se beneficia de ser un estado miembro de la Agencia Europea de Medicamentos.
Se sugiere, incluso, que las diferencias se relacionan con el contexto político-social que dificulta la implementación de las políticas públicas y compromete la efectividad del SINAF brasileño. Son desafíos para los SINAF: la sensibilización de los profesionales, la adopción de métodos complementarios a la notificación voluntaria, la farmacovigilancia de medicamentos biológicos y de base genética y la evaluación del impacto de sus acciones. El SINAF brasileño tiene como desafío complementario perfeccionar la captación y calidad de las notificaciones, incluyendo las de la industria, generar señales de seguridad en el contexto nacional y comunicar el riesgo, de forma adecuada, a los profesionales y a la población.
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