Una investigación publicada recientemente encontró un vínculo entre el uso de inhibidores de la bomba de protones (IBP) y un mayor riesgo de desarrollar fracturas y asma en niños y adolescentes.
La FDA ha aprobado el uso de inhibidores de la bomba de protones (IBP) para tratar varios trastornos relacionados con el ácido estomacal, incluyendo la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y las úlceras intestinales y de estómago [1]. Los IBP incluyen dexlansoprazol (Dexilant), esomeprazol (Nexium), lansoprazol (Prevacid), omeprazol (Prilosec, Zegerid), pantoprazol (Protonix) y rabeprazol (Aciphex). Todos están aprobados por la FDA para tratar la ERGE en niños, incluidos los bebés en algunos casos [2-7].
Los IBP actúan inhibiendo por completo la secreción de ácido del estómago. En comparación, los bloqueadores de la histamina-2 (H2), como la cimetidina (Tagamet), la famotidina (Pepcid) y la ranitidina (Zantac), solo previenen parcialmente dicha producción de ácido. Los antiácidos de venta libre (OTC), como el carbonato de calcio (TUMS), actúan neutralizando el ácido del estómago después de su secreción.
El Public Citizen’s Health Research Group ha clasificado los IBP como de uso limitado para la ERGE porque los cambios de comportamiento (como reducir la ingesta de alimentos grasos, cafeína y alcohol; dejar de fumar; usar ropa holgada y evitar comer tarde en la noche) deben ser la terapia de primera elección. Los antiácidos y los bloqueadores H2 son opciones seguras y de acción rápida de segunda línea. Además, los IBP, particularmente su uso a largo plazo, se asocian con un mayor riesgo de un tipo grave de diarrea causada por infección por Clostridium difficile, niveles bajos de magnesio en sangre, deficiencia de vitamina B12 y fracturas relacionadas con la osteoporosis.
Nuevo estudio de fracturas
Un estudio publicado en la edición de junio de 2020 de la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) Pediatrics encontró que el uso de IBP en niños se asoció con un pequeño aumento del riesgo de fracturas [8].
Los investigadores estudiaron el riesgo de fracturas asociado con los inhibidores de la bomba de protones en los niños porque los cambios en el ácido gástrico inducidos por los inhibidores de la bomba de protones pueden provocar un deterioro en la absorción de calcio. Además, señalan que un análisis previamente publicado de 32 estudios observacionales en ancianos con alto riesgo de fractura indicó que el uso de IBP aumentó el riesgo de fractura en un 30%, estadísticamente significativo [9]. Los pocos estudios observacionales previos que analizaron el uso de IBP y el riesgo de fractura en niños arrojaron resultados contradictorios [10, 11].
En consecuencia, para comprender mejor los riesgos del uso de IBP en los niños, el nuevo estudio de JAMA Pediatrics utilizó la base de datos del Registro Nacional de Pacientes de Suecia en combinación con los registros nacionales de información vital y de farmacia. Para el período de julio de 2006 a diciembre de 2016, los investigadores identificaron a aproximadamente 117.000 niños (de 0 a 17 años) que usaban IBP y 2,3 millones que no lo hacína. Se utilizaron técnicas de emparejamiento estadístico uno a uno para crear dos grupos de aproximadamente 116.000 niños cada uno, uno de usuarios de IBP y otro de no usuarios de IBP. Los grupos se emparejaron por edad, sexo, educación e ingresos de los padres, y varios factores médicos que incluyen enfermedades cardiovasculares, enfermedades inflamatorias, trastornos psiquiátricos, caídas y el uso de varios tipos de servicios médicos, incluyendo medicamentos específicos.
Los investigadores encontraron que por cada 1,000 personas-año estudiadas, hubo 20,2 fracturas en los niños expuestos a IBP y 18,3 en aquellos no expuestos a IBP, lo que corresponde a un aumento significativo del 11% en el riesgo de fracturas. Un análisis adicional que comparó a los niños que usaron IBP durante 1 a 30 días, 31 a 364 días o más de 364 días con niños que nunca usaron IBP reveló que el aumento de la duración del uso de IBP se asoció con un aumento gradual del riesgo de fractura (8%, 14 % y 34%, respectivamente).
Los investigadores concluyeron que se debe considerar el mayor riesgo de fractura al sopesar los riesgos y beneficios de la terapia con IBP en los niños.
Nuevo estudio sobre el asma
El mismo grupo de investigadores que publicó el estudio sobre el riesgo de fractura con el uso de IBP también publicó un estudio separado sobre el uso de IBP y el asma en la edición de abril de 2021 de JAMA Pediatrics [12]. El segundo estudio encontró que el uso de IBP en niños se asoció con un mayor riesgo de asma.
Los investigadores señalaron que comprender los factores que contribuyen al desarrollo del asma es de gran importancia para la salud pública porque afecta a aproximadamente el 14% de los niños en todo el mundo [13]. Además, remarcaron que se sabe que la inhibición del ácido del estómago por los PPI altera las bacterias en el intestino y los pulmones, cambios que se han relacionado con los brotes de asma. El único estudio previo sobre este tema encontró que el uso de IBP en bebés de hasta seis meses se asoció con un aumento del 41% en el riesgo de asma.
El estudio del asma utilizó datos y métodos analíticos casi idénticos a los del estudio de las fracturas. Los datos se obtuvieron de los mismos registros suecos para el período de enero de 2007 a junio de 2016. Los investigadores crearon dos grupos similares de aproximadamente 81.000 niños (de 0 a 17 años), uno tratado con IBP y el otro nunca tratado con IBP.
Los investigadores encontraron que por cada 1,000 personas-año de seguimiento, se diagnosticaron 22 nuevos casos de asma en niños tratados con IBP en comparación con solo 14 nuevos casos de asma en niños que nunca fueron tratados con IBP. Esta diferencia correspondió a un aumento significativo del 57% en el riesgo de padecer asma. Curiosamente, en contraste con el estudio de fracturas, un análisis adicional que comparó a niños que usaron IBP durante 1 a 30 días, 31 a 364 días o más de 364 días con niños que nunca usaron IBP encontró un nivel similar de mayor riesgo de asma independientemente de la duración acumulada del uso de IBP (52%, 51% y 59%, respectivamente).
Los investigadores concluyeron que, dado el mayor riesgo de asma, los IBP solo deben recetarse a los niños cuando estén claramente indicados y solo después de sopesar los posibles beneficios frente a los posibles riesgos.
Lo que puede hacer
Si tiene un niño o adolescente que experimenta la enfermedad por reflujo gastroesofágico, primero pruebe con remedios no farmacológicos, como reducir los alimentos que exacerban la acidez o las comidas nocturnas. Si estas medidas no funcionan, hable con el médico de su hijo sobre los medicamentos de venta libre, como los antiácidos simples o los bloqueadores H2. Si el uso a corto plazo de esos medicamentos falla, consulte con su médico acerca de otros remedios que podrían incluir el uso limitado de IBP. Por último, si se recetan IBP, trabaje con el médico de su hijo para mitigar los riesgos de dichos medicamentos, incluyendo los riesgos de sufrir una fractura ósea o de desarrollar asma.
Referencias