Statnews ha publicado un artículo [1], basado en un informe del Access to Medicines Foundation [2], sobre el acceso a la insulina en los países de ingresos bajos y medios (PIBM), lo resumimos a continuación.
El mercado global de la insulina está controlado por tres empresas (Eli Lilly, Sanofi y Novo Nordisk) y aunque todas se han comprometido a ampliar el acceso a la insulina en los PIBM, no han logrado garantizar el acceso equitativo a este producto. Es más, en algunos casos, las empresas ni siquiera han registrado sus productos en los países involucrados, ni la forma humana de insulina ni las nuevas variedades análogas.
74 de los 108 PIBM cuentan con al menos una insulina humana y una análoga registradas, pero 10 países solo han registrado una insulina humana, y 24 países no han registrado ninguna insulina. Solo 29 países han registrado todos los tipos de insulina que aparecen en la Lista Esencial de Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud.
La Fundación para el Acceso a los Medicamentos señaló que los precios de la insulina análoga más avanzada son de dos a seis veces más altos que los de la insulina humana, y la asequibilidad varía “significativamente entre países”. Esta diferencia de precios entre los dos tipos de insulina no es un reflejo de las diferencias en sus costes de producción.
El acceso a los medicamentos ha sido un problema desde hace años. Los avances médicos han permitido combatir con mayor eficacia una amplia gama de enfermedades e infecciones, en particular el VIH y la hepatitis C, pero los precios a los que se empezaron a vender los tratamientos eran inasequibles para los PIBM. La insulina ha acaparado la atención más recientemente, y ha surgido a partir de la necesidad de combatir la diabetes en todo el mundo. Se espera que el número total de personas con diabetes alcance los 643 millones en 2030, y los 783 millones en 2045, y las cifras de pacientes aumentan con mayor rapidez en los PIBM, según la Federación Internacional de Diabetes, que agrupa a decenas de asociaciones de diabéticos de numerosos países.
Se calcula que 72 millones de personas de todo el mundo dependen del tratamiento con insulina; 9 millones son diabéticos tipo I y el resto diabéticos tipo 2 que requieren tratamiento con insulina- aunque solo la mitad de estos últimos la reciben.
En 2021, la OMS lanzó el Pacto Mundial por la Diabetes para ampliar el acceso a la insulina, pero las iniciativas de las empresas para mejorar el acceso a sus tratamientos en los PIBM tienen a menudo con “un alcance, una amplitud y una escala limitados”.
Por ejemplo, Lilly contribuye proporcionando servicios de salud a los niños y jóvenes con diabetes de tipo 1 que residen en países con recursos limitados. La empresa también tiene otros programas para la diabetes (donaciones de productos, apoyo financiero y el desarrollo de herramientas de salud digital para mejorar la atención) en Kenia, Sudáfrica y México. Lilly no divulga públicamente información detallada sobre el registro de sus productos y las estrategias de acceso a los servicios para tratar la diabetes en los PIBM.
Un portavoz de Lilly dijo que la empresa se ha “comprometido a abordar las desigualdades en salud en todo el mundo. Nuestro objetivo es proporcionar un mejor acceso a servicios de salud de calidad a 30 millones de personas en entornos con recursos limitados para 2030. Este trabajo requiere la experiencia de la industria farmacéutica, los organismos multilaterales, los gobiernos nacionales y otras partes interesadas, incluyendo las organizaciones no gubernamentales regionales y locales”.
La estrategia de Novo Nordisk para los PIBM se centra en facilitar el acceso a la insulina humana a precios asequibles. El año pasado, lanzó una iniciativa para mejorar el acceso en 49 países de África subsahariana, y en 2020 redujo el precio máximo de la insulina humana a US$3 por vial en 76 PIBM, que albergan a un tercio de la población diabética mundial. El informe señala que no todos los gobiernos aceptaron la oferta. En el mercado privado, Novo Nordisk ofrece programas de ayuda para que pacientes que residen en países como México y Egipto accedan a la insulina análoga.
Sanofi ha implementado estrategias de precios para aumentar la asequibilidad de la insulina análoga. Por ejemplo, el año pasado, Sanofi incluyó su insulina Lantus en los planes de seguro médico nacionales y estatales de dos de los 36 estados de Nigeria a un precio equivalente al de la insulina humana. La empresa tiene previsto ampliar esta estrategia a otros dos estados en 2022, con el objetivo de llegar a 3.000 pacientes. En Kenia, Lantus tiene un precio lo suficientemente bajo como para que el sector público pueda incluirlo en la lista con reembolso completo. En algunos países, como Brasil, la empresa ofrece programas de asistencia a los pacientes que pagan de su bolsillo. Recientemente anunció un nuevo plan para reforzar la prevención, el tratamiento y la atención en muchos PIBM.
Es más fácil convencer a las empresas para que inviertan en economías emergentes, y cuesta más que lancen campañas en los PIBM. La comercialización de una insulina biosimilar puede ampliar el acceso en esos países.
El 17% de la insulina que se vende en los PIBM no procede de los tres grandes fabricantes de insulina, que controlan el 99% del mercado mundial.
Referencias