Análisis de una muestra de productos para un grupo de padecimientos comunes en estos dos países detectó “diferencias muy significativas”, que podrían reducirse con mejoras regulatorias, según conclusiones del estudio
El mercado de los medicamentos en Costa Rica tiene altos sobreprecios al compararlos con los valores de los mismos productos en El Salvador, con diferencias que alcanzan 50%, 60%, 70% y hasta 100%.
Así lo reveló un estudio realizado por Leiner Vargas, investigador del área de regulación y políticas públicas del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) de la Universidad Nacional (UNA), junto con Jostin Cuendis, estudiante de cuarto año de Economía de la UNA.
El estudio concluyó que la estructura del mercado en Costa Rica y un escaso seguimiento regulatorio de los entes públicos generó una escasa competencia en los medicamentos en el país.
“Quisimos hacer una comparación con El Salvador, porque es el único país de la región que tiene regulación de precios tope para las medicinas, y nos llevamos una sorpresa, diferencias muy significativas (que llamamos sobreprecio en los casos en que superan el 50%), incluso para farmacias que tienen sucursales en los dos países. Como en Costa Rica no hay regulación de precios, en el estudio también empezamos a buscar la razón de estos costos más altos para los consumidores”, manifestó Vargas.
Empero, esta comparación no fue considerada adecuada por Santiago Rodríguez, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica. “No es correcto hacer esa comparación, en El Salvador tienen totalmente regulado el mercado, que es algo que no queremos para Costa Rica, porque podría provocar el riesgo de que haya un faltante de medicinas”, expresó.
Un diagnóstico
Para elaborar la muestra, los investigadores escogieron y solicitaron precios de medicamentos que tratan enfermedades que representan un 44,9% del gasto mensual del país en medicamentos para 2018: colesterol, gastritis, inflamación, presión arterial, ansiedad y depresión, gripe, anticonceptivos, analgésicos y disfunción eréctil (ver tabla).
La preocupación por este tema tiene que ver con la presencia de algunos síntomas notables en la sociedad costarricense. Según las últimas informaciones disponibles (2017) recopiladas en el estudio, el gasto de los costarricenses en medicinas había crecido en términos reales un 20% en cinco años, superando los ₡190 miles de millones (1US$=₡593,29) (ver gráfico).
Debe tomarse en cuenta el factor demográfico: la población costarricense está aumentando su envejecimiento. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INEC), la población mayor de 65 años representaba un 4,6% del total en 1985. Este porcentaje aumentó a 6,2% en el 2008, llegó a un 8,9% en 2020, y se estima que alcanzaría un 13% en 2022. Esto coloca al país en un escenario de gastos crecientes en medicinas, por los padecimientos que se suelen dar con mayor frecuencia en las personas de mayor edad.
Adicionalmente, el estudio identificó la concentración del gasto en medicinas en los sectores con mayores ingresos, lo que confirma que los precios de estos productos son una dolencia para la población más vulnerable: del gasto total en medicamentos contra las enfermedades seleccionadas, las personas en el decil 10 representaron el 50% o más de los artículos contra la presión arterial alta, colesterol y artritis. En contraste, el gasto de las personas en el decil 1 no alcanzó un 1% en estas áreas.
La radiografía
En Costa Rica, se tiene un mercado de medicinas en el que aparecen 28 laboratorios, 235 droguerías y 1.579 farmacias.
De entrada, no hay mucha diferencia con El Salvador, en el que se tienen registrados 39 laboratorios, 260 droguerías y 1.781 farmacias.
Vargas comentó que en este panorama había similitudes y contrastes entre ambos países. “El Salvador tenía la misma situación que Costa Rica, una altísima concentración en droguerías y problemas de acceso a medicamentos, pero con el agravante de que no tienen una seguridad social como la nuestra, por lo que el tema del acceso llevó a diseñar un sistema en el que se fija un precio tope a la medicina genérica, y sobre ese sistema un precio tope del producto de marca. Además, diseñaron una aplicación pública que muestra los precios en todas las farmacias en tiempo real”, explicó.
El investigador también comentó que, en el caso de Costa Rica, hay una gran integración vertical en droguerías y farmacias, así como lo que calificó como “un cuello de botella” en el área de la regulación, en la que no se agilizan importaciones de productos genéricos. “Se argumenta que el procedimiento es para proteger a las personas; al final lo que hace muchas veces es evitar una mayor competencia”, declaró.
Empero, Santiago Rodríguez, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos, advirtió que se debe tener cuidado con las conclusiones a partir de este estudio, “Si se regulan estos mercados, que son muy pequeños, eso puede provocar que no haya disponibilidad de originales, lo que afecta el avance de las terapias”, manifestó.
El vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos también advirtió que en este tema se podrían presentar daños colaterales. “Si, por ejemplo, se regula el precio de productos genéricos intercambiables, lo que puede pasar es que ello va a restringir a las farmacias, y muchas podrían desaparecer”, dijo.
Tras una receta
Pareciera natural que una primera reacción vaya en la dirección de tratar de repetir la receta de El Salvador: regular precios. Sin embargo, Vargas lo consideró contraindicado. “Nuestra recomendación no es que se regulen los precios, sino que se regule el mercado, operar sobre los comportamientos que afectan la competencia”, dijo.
El investigador consideró que se deben explorar reformas a la regulación, pero que procuren aumentar la flexibilidad para la importación de alimentos, y explorar acciones para dar más información a los consumidores, como el ejercicio salvadoreño de obligar a inscribir los precios de todas las farmacias en una aplicación pública.
Rodríguez coincide con la visión de no limitar el mercado de precios, sino analizar medidas para estimular la competencia. También coincide en valorar reformas a la regulación, pero en su caso señala la conveniencia de fijar a los laboratorios la obligación de tener al menos dos distribuidores de sus productos. “Al haber más oferta, el mercado tenderá a suplir la demanda y competir reduciendo precios”, mencionó.
También manifestó que se debe construir una política nacional de medicamentos. “Eso no existe en estos momentos, se debería revisar todo el proceso. Por ejemplo, uno de los problemas más grandes que hay con la homologación de un medicamento es la gran presa en este tema, porque el personal no es suficiente en el departamento de controles y registros”, indicó Rodríguez.
En todo caso, es una píldora que tiene tiempo de estarse dorando. Durante la pasada campaña, el actual Presidente Rodrigo Chaves prometió una rebaja en los precios de las medicinas por decreto, mientras en la anterior Asamblea Legislativa se presentaron tres iniciativas para crear un Observatorio de precios de medicamentos, para poner topes a ganancias de importadores y distribuidores, y para evitar la integración vertical en el sector (que una persona jurídica pueda ser propietaria de laboratorios, droguerías y farmacias, e incidir en toda la cadena de valor).