El problema de salud pública de la resistencia a los antimicrobianos que tienen las superbacterias era preocupante, pero luego del covid-19, lo es aún más para la comunidad científica. Es que las infecciones hospitalarias han aumentado al menos un 15% solo en el primer año de la pandemia, según un nuevo informe de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de EE UU.
El dato de este incremento coincide con lo que pasa en Argentina, que durante el primer año de la pandemia se produjo un aumento del 30% en el número de bacterias resistentes en los hospitales, según informó a Infobae la organización sin fines de lucro Investigación en Resistencia Antibiótica (INVERA), que nuclea a especialistas en infectología y bioquímica.
Cada año, alrededor de tres millones de personas en EE UU se infectan con gérmenes, como bacterias y hongos, que han desarrollado resistencia a los medicamentos diseñados para matarlos. Unas 50.000 personas mueren a causa de estas amenazas, a menudo adquiridas en los mismos centros de salud diseñados para tratarlas. Para 2050, predicen algunos científicos, podría haber más muertes por resistencia a los antibióticos que por cáncer.
En tanto, en Argentina el problema de la resistencia a los antimicrobianos, como los antibióticos, se agravó con la pandemia. “El problema hace que los pacientes pueden adquirir infecciones con bacterias resistentes que tienen un riesgo de mortalidad diez veces más alto en comparación con un infarto”, advirtió en diálogo con Infobae el médico infectólogo Francisco Nacinovich, director de INVERA.
Corrie Detweiler, profesora de biología molecular, celular y del desarrollo en CU Boulder (EE UU), ha pasado su carrera tratando de desarrollar soluciones para lo que algunos llaman “la pandemia en la sombra” de la resistencia a los antimicrobianos.
“Los antibióticos modernos se descubrieron en 1928, junto con la penicilina, pero no fue hasta la Segunda Guerra Mundial que comenzaron a fabricarse en grandes cantidades en los EE UU para tratar a los soldados. Eso demostró su verdadero potencial: sobrevivieron muchas personas que habrían muerto a causa de infecciones por heridas de batalla. Desde entonces, han tenido un impacto masivo. Han ayudado a las personas a sobrevivir a cosas básicas como el parto o caerse en el patio de recreo o someterse a una cirugía menor. Antes de los antibióticos, las personas solían morir de manera rutinaria a causa de esas cosas y, a medida que dejen de funcionar, tales actividades se volverán mucho más riesgosas. Es posible que se piense más antes de que le reemplacen la cadera. Cuando tu amiga dé a luz, es posible que te preocupe no volver a verla con vida. Corremos el riesgo de volver a un período de hace 100 años cuando incluso una infección menor podría significar la muerte”, describió la científica.
Según explica la experta, “una superbacteria es una bacteria u hongo que es resistente a los antimicrobianos clínicos. Son cada vez más comunes. En este momento, por ejemplo, el porcentaje de aislamientos clínicos de Enterobacteriales (que incluye cosas como Salmonella y E. coli) que se sabe que son resistentes es de alrededor del 35%. Por lo tanto, si ingresa en un hospital y contrae una infección como esta, tiene aproximadamente una posibilidad entre tres de ser intratable o poco tratable”.
La especialista indicó que se ha avanzado mucho, en particular en las infecciones adquiridas en hospitales, sobre la base de una mejor comprensión del problema y mejores pautas sobre cuándo usar antibióticos. “Entre 2012 y 2017, por ejemplo, las muertes por resistencia a los antimicrobianos cayeron un 18% en general y casi un 30% en los hospitales. Todo eso se vino abajo durante el covid”.
¿Cómo se generó un repunte el covid?
“No sabíamos cómo tratar el covid y, comprensiblemente, había bastante caos en el sistema médico. La gente estaba usando más antibióticos, a menudo de manera inapropiada. Alrededor del 80% de los pacientes con covid recibieron antibióticos. A las personas se les administraron profilácticamente, antes de saber si tenían una infección bacteriana pulmonar. Eso no quiere decir que ninguno de los pacientes los necesitara. Algunos lo hicieron. Pero cuanto más antibióticos usa más se seleccionan las bacterias que generaran resistencia. Y así es como eventualmente obtienes una superbacteria”, afirmó Detweiler.
Y agregó: “Cuando uno toma un antibiótico que no necesita, esencialmente está ejerciendo presión sobre otros microbios en su cuerpo para que se fortalezcan. Eso podría enfermarlo más tarde o enfermar a alguien en su hogar. También está seleccionando bacterias resistentes que evacua al sistema de agua y que potencialmente pueden propagar la resistencia a los antibióticos. Y luego también hay un componente más egoísta, que es que los antibióticos eliminan la microbiota: las bacterias beneficiosas que todos tenemos dentro de nuestras fosas nasales y nuestro tracto gastrointestinal para mantenernos saludables. Eso te hace más vulnerable a la enfermedad”.
Para el infectólogo Hugo Pizzi, esto se trata de un problema de la era antibiótica. “El uso inadecuado en tiempo y forma de los antibióticos hizo que las bacterias sean resistentes a numerosos antibióticos de amplio espectro que no se usaron adecuadamente. Además existe automedicación y prescripción por personas carentes de idoneidad”, precisó el doctor Pizzi. “En cuanto al covid, nadie debe olvidar que estábamos ante un enemigo desconocido y con gran capacidad destructiva”, agregó el experto.
“Durante los primeros meses de la pandemia en 2020, se les indicaba antibióticos a los pacientes con el coronavirus. Sin embargo, no correspondía aplicar antibióticos que son útiles para infecciones por bacterias. Ese factor contribuyó al aumento de la resistencia a los antimicrobianos”, precisó Inés Staneloni, que forma parte de INVERA y es jefa del comité de control de infecciones del Hospital Italiano de Buenos Aires. Además, “se registró un aumento de las infecciones intrahospitalarias durante la pandemia que llevó a que crezca el consumo de antimicrobianos”.
Pese a la gravedad del problema de las superbacterias en la Argentina, los expertos afirman que hay mucho por hacer: cada persona tiene su cuota de responsabilidad. Las personas en sus casas pueden ayudar a enfrentar el problema cuando se sienten enfermas o cuando van a los consultorios o a los hospitales. También el personal de la salud, las autoridades sanitarias de todo el país, el sector veterinario y agropecuario, y hasta los legisladores del Congreso Nacional tienen tareas pendientes.
La doctora Detweiler afirmó que para cambiar esta peligrosa tendencia “debemos volver a esta idea de administración en los hospitales: administrar antibióticos solo cuando existe una necesidad clara. Estábamos haciendo lo correcto. Y luego vino algo terrible y lo arruinó, y demostró que lo que estábamos haciendo estaba funcionando bien. Eso es bueno. En segundo lugar, necesitamos descubrir y desarrollar nuevas clases de antibióticos. La última vez que una nueva clase de antibióticos salió al mercado fue en 1984. El problema fundamental es que no son rentables de desarrollar, en comparación con, por ejemplo, un medicamento contra el cáncer. Puedes ir a la farmacia y comprar amoxicilina por US$8. Necesitamos programas que recompensen a los laboratorios académicos y de la industria como el nuestro por realizar las primeras investigaciones”.
“Los antibióticos son herramientas que se desarrollaron a partir de la investigación científica y que han contribuido a aumentar la expectativa de vida junto con las vacunas y el agua potable. Pero no son fármacos mágicos y hay que tenerles respeto. Solo deben ser administradas cuando está justificado y hay que usarlas bien. Además, otra recomendación importante es tener al día las vacunas como las que previenen neumonías y gripe”, concluyó el doctor Nacinovich.
Puede acceder al informe “U.S. Impact on antimicrobial resistance” de los CDC (en inglés) en el siguiente enlace: https://www.cdc.gov/drugresistance/pdf/covid19-impact-report-508.pdf