En abril pasado Lee Fang publicó un artículo interesante con mucha información que detalla la financiación de Pfizer a terceros para que apoyaran la obligatoriedad de vacunarse contra el covid-19, y trae a colación otras situaciones que utilizó la industria farmacéutica para promover las ventas de sus productos [1]. Lo resumimos a continuación.

Pfizer financió a muchas organizaciones de consumidores, profesionales de la salud, organizaciones comerciales, y grupos sin ánimo de lucro que se dedican a la defensa de los derechos civiles, todas supuestamente independientes y distribuidas a lo largo de EE UU. Estas organizaciones contribuyeron a generar la percepción de que había un apoyo amplio y genuino a las medidas gubernamentales de vacunación obligatoria contra la covid-19. (Puede ver la lista en https://www.documentcloud.org/documents/23787007-pfizer-2021-report)

Además de estas, el artículo de Fang deja el enlace de la lista exhaustiva de quienes recibieron financiación de Pfizer en los seis primeros meses de 2021. Muchos de estos no revelaron la financiación que recibían del gigante farmacéutico mientras defendían políticas que obligarían a los trabajadores a vacunarse, y que, por ende, crearían un mercado farmacéutico. Entre tanto, el gigante farmacéutico permanecía aparentemente al margen de estas controvertidas políticas.

Las disposiciones de obligatoriedad que se estaban emitiendo provenían tanto del nivel federal (finalmente anulada en la Corte Suprema) como del nivel estatal, local y de la iniciativa privada. Los críticos a estas medidas señalaban, por un lado, que tales órdenes no exceptuaban su aplicación para personas con inmunidad natural por haber tenido una infección previa. De otro lado, señalan que, en el 2021, mientras se impulsaban estas medidas, había escasez de vacunas y lo importante era vacunar a las personas de alto riesgo a nivel mundial; no obstante, muchas vacunas terminaron llegando a personas jóvenes de bajo riesgo que no las necesitaban.

Por su parte, quienes apoyaban la obligatoriedad afirmaban que las vacunas prevendrían la transmisión de covid-19, lo cual no tenía sustento científico y posteriormente fue desvirtuado. No obstante, esto no impidió que miles de personas perdieran su trabajo por rehusarse a recibir la vacuna obligatoria de acuerdo con órdenes municipales, y muchos de ellos todavía están tratando de recuperar su trabajo por la vía judicial.

Finalmente, el artículo comenta cómo, tanto en el caso de las disposiciones de obligatoriedad de la vacuna contra la covid-19 como en otros casos en que se definen políticas públicas, la industria farmacéutica ha influido a través de financiar a grupos de presión, lo que representa un conflicto de interés y se produce porque la industria sabe que es una inversión que les generará retornos. Otros ejemplos que menciona son:

• Genentech contrató a Evan Morris* para que creara miedo alrededor de la gripe aviar y diseminar noticias que promovieran la necesidad de que el gobierno se abasteciera ampliamente de Tamiflu. Esta estrategia le generó cientos de millones de dólares en ingresos.
• La presión que ejerció Genentech, también por medio de Morris, para retrasar la decisión de la FDA de prohibir el uso de su medicamento oncológico Avastin para tratar el cáncer de mama. Este producto llegó a ser el más rentable de la compañía en su momento.
• La presión que ejerció Purdue Pharma por medio de grupos de defensa de los consumidores para ampliar los criterios de prescripción de OxyContin y otros analgésicos opioides adictivos.
• La movilización liderada por Pfizer para lograr que su vacuna contra la covid-19 se convirtiera en uno de los productos médicos más rentables de la historia. En 2021, esta vacuna le generó ingresos a Pfizer de US$36.700 millones.