El antiguo editor de la revista médica The BMJ (British Medical Journal) dice: “En cierto modo, me parece interesante que siga habiendo revistas, porque creo que hay muchas razones por las que deberían haber desaparecido”.
Entre los problemas que han afectado a las revistas médicas durante décadas se encuentran el fracaso en la revisión por pares, la crisis en replicar los resultados, la escritura fantasma y la influencia de las grandes empresas farmacéuticas.
En 2004, Richard Horton, editor de The Lancet, escribió [1]: “Las revistas se han convertido en negocios de blanqueo de información para la industria farmacéutica”.
Más recientemente, Peter Gøtzsche, uno de los fundadores de la Colaboración Cochrane, afirmó [2]: “El sistema de publicaciones médicas no funciona. No garantiza que las investigaciones sólidas, que van en contra de los intereses financieros, se puedan publicar sin tener que superar grandes obstáculos”.
La publicación científica es hoy uno de los negocios que más ganancias genera. Elsevier, por ejemplo, obtuvo ingresos anuales de US$2.900 millones [3], con un margen de ganancia cercano al 40%, equiparable al de Apple y Google.
Pero a pesar de estas impresionantes cifras, la confianza en las revistas médicas ha disminuido, y esto no ha hecho más que empeorar con la pandemia de covid-19.
Fracaso de la revisión por pares
Richard Smith, antiguo director de The BMJ, escribió [4] una célebre frase: “La revisión por pares no se basa en la evidencia, sino en la fe, pero la mayoría de los científicos creen en ella como hay quien cree en el monstruo del lago Ness”.
En una conversación reciente con Richard Smith, explicó por qué.
“Se creía que la revisión por pares ocupaba un lugar central en la ciencia —es decir, para decidir quién obtenía una beca o un Premio Nobel— y supongo que no fue hasta los años 80 y 90 cuando alguien la evaluó realmente; se daba por sentado que era algo bueno”, dijo Smith.
“Entonces se iniciaron una serie de experimentos (hubo una revisión Cochrane) para comprobar si la revisión por pares aportaba algo positivo. Y, de hecho, lo que se encontró fue que en realidad no había ninguna evidencia”, dijo.
Smith, que trabajó en The BMJ durante 25 años, afirma que el proceso de revisión por pares es lento, caro y entorpece la publicación de ideas innovadoras.
“Hay muchos ejemplos de trabajos innovadores cuyo contenido es rechazado por los pares, pero que acaban ganando el Premio Nobel. ¿El trabajo es una locura? ¿O es realmente brillante? La revisión por pares no es capaz de decidirlo”, afirma.
La revisión por pares también es incapaz de detectar el fraude. El reciente escándalo de Surgisphere [5] es un buen ejemplo.
Las revistas Lancet y New England Journal of Medicine se vieron obligadas a retractar estudios después de que los investigadores informaran que había una asociación entre el tratamiento con hidroxicloroquina y el aumento de las muertes entre los pacientes ingresados en el hospital a causa del covid.
Se encontraron discrepancias evidentes en la base de datos que sustentaba los estudios, pero no fueron detectadas en el proceso de revisión por pares.
“Si los investigadores dicen que había 200 pacientes en el estudio, se da por hecho que así fue. Pero cada vez tenemos más evidencia de que no es así: hay muchos ensayos zombis que nunca se realizaron o que están manipulados de alguna manera”, afirma Smith.
“En resumen, tenemos mucha evidencia de las desventajas de la revisión por pares y ninguna que demuestre de forma convincente sus ventajas”, añadió.
Rita Redberg, cardióloga de la Universidad de California en San Francisco, que acaba de dimitir tras 14 años como directora editorial de la Revista de la Asociación Médica Estadounidense de Medicina Interna (JAMA Internal Medicine), admite que la revisión por pares “no es perfecta”.
“Uno siempre asume que lo que te dicen los autores es cierto. El proceso depende de la honestidad de los autores, y sí, la gente puede ser poco honesta. Pero somos médicos, no investigadores con los recursos del FBI. Por supuesto, cuando nos llama la atención cualquier posible falta de honestidad, lo investigamos”, afirma Redberg.
“Tiene sus deficiencias, pero ¿cuál es la alternativa? ¿Que no haya revisión por pares? En general, creo que la revisión por pares es mucho mejor que un sistema que no la incluya”, añadió Redberg.
Politización de las revistas
Durante la pandemia, algunos editores de revistas se fueron politizando paulatinamente.
Los editores de la revista médica New England Journal of Medicine, por ejemplo, dieron el paso inusual de escribir una editorial en 2020, instando a los votantes estadounidenses a destituir al que estaba de presidente en ese momento [6]. Fue una medida controvertida.
John Ioannidis, catedrático de Medicina de la Universidad de Stanford y el científico más citado del mundo, dijo que no está a favor de la politización de las revistas médicas.
“El mensaje que esto transmite es que las revistas científicas no son más que otra arma de la maquinaria de propaganda política”, afirmó Ioannidis.
“Eso no quiere decir que las revistas científicas no deban adoptar posturas sobre cuestiones importantes que deciden los políticos, como el cambio climático, la regulación de la industria y la contaminación ambiental. Solo creo que las editoriales no eran adecuadas y no se debían haber incluido en las revistas”, dijo.
Ioannidis no está convencido de que estas declaraciones políticas hayan provocado que alguien se cambiara de partido, y cree que las editoriales deberían ser retractadas.
“Siendo honestos, los editores que hicieron estas declaraciones se deberían retractar de sus propias editoriales sobre estas cuestiones políticas. Un editor puede tener una orientación política y seguir abordando todas las cuestiones médicas importantes”, añade.
Aparición de las prepublicaciones
Las prepublicaciones son artículos que no han sido sometidos a revisión por pares y se publican en servidores como medRxiv [7] y bioRxiv [8], lo que permite que miles de personas vean la investigación. Muchos ven en ello un arma de doble filo.
Permite compartir datos con mayor rapidez en caso de emergencia y obtener una retroalimentación rápida, pero también propicia que la ciencia chapucera se difunda ampliamente entre el público y los medios de comunicación.
La opinión personal de Redberg es que las prepublicaciones, que no han sido sometidas a una revisión por pares, pueden ser perjudiciales.
“Creo que se corre el riesgo de publicar información imprecisa. Cuando se trata de aprobar medicamentos y dispositivos, vale la pena tomarse el tiempo necesario para hacer bien las cosas. Tengo mucha más confianza en la calidad de la información si se ha sometido a una revisión por pares”, afirma Redberg.
“Creo que empezó con muy buenas intenciones —la gente comparte su trabajo y recibe comentarios—, pero los artículos permanecen en esas bases de datos incluso después de ser publicados en revistas, y el hecho de tener una versión antigua y diferente —y posiblemente inexacta—, en la esfera pública, podría servir para difundir información incorrecta de forma inadvertida”, añadió Redberg.
Ioannidis, por su parte, dice estar a favor de las prepublicaciones porque “aportan más transparencia al sistema y permiten la difusión más temprana del trabajo”.
Pero advierte que puede ser un terreno difícil, y cita experiencias en las que algunas de sus prepublicaciones recibían más de 1.000 revisiones en el mismo día de su publicación.
“Algunas eran muy, muy útiles. Cientos de ellas eran abusivas. Fue una experiencia muy traumática. Si separas lo que es una buena contribución de lo que es abusivo, entonces creo que sí son útiles”, afirma Ioannidis.
Smith argumenta que las prepublicaciones demuestran que su opinión sobre el fracaso de la revisión por pares es correcta. “Si nos fijamos en lo que acaba apareciendo en las revistas, suele ser muy similar a la prepublicación original. Es una prueba de que la revisión por pares no ha supuesto una gran diferencia”, afirma Smith.
“Lo que yo sostengo es que la revisión por pares no debería consistir en que tres o cuatro personas seleccionadas analicen algo antes de publicarlo, sino en que las ideas estén a disposición de todo el mundo. Esa es la verdadera revisión por pares”, afirmó.
Censura científica
La publicación de artículos en revistas médicas durante la pandemia, especialmente las investigaciones que criticaban la seguridad de las vacunas, fueron a veces censuradas o retractadas sin una razón válida.
Por ejemplo, un artículo revisado por pares [9] que relacionaba las vacunas de ARNm con la miocarditis, escrito por los doctores Jessica Rose y Peter McCullough, fue retirado repentinamente sin motivo aparente.
Algunos científicos destacados han decidido que la carga de tiempo y la intensidad logística de publicar en las principales revistas médicas sencillamente no valen la pena.
Carl Heneghan y Tom Jefferson, por ejemplo, dos de los investigadores más respetables del mundo, afirman que solo publicarán en revistas especializadas que cuenten con revisores con los conocimientos necesarios.
Por lo demás, la mayor parte de sus trabajos se publican en la plataforma de escritos Substack (boletín informativo “Trust The Evidence”) [10].
“Sí me preocupa”, dice Ioannidis. “Necesitamos las voces de gente como Carl Heneghan y Tom Jefferson, entre otros. Supongo que, si los han boicoteado, debe haber algún lugar donde pueda aparecer esa parte que falta, y quizá Substack responda a esa necesidad”.
“Sin embargo, me gustaría que volvieran al tipo tradicional de revistas médicas. Si a la literatura clásica le falta una perspectiva tan importante como la suya, entonces la distorsión es todavía mayor”, dijo.
“Resulta más difícil equilibrar la literatura cuando faltan voces conocedoras y críticas. Sé que puede parecer que estoy dispuesto a permanecer en ese barco que se está hundiendo. Pero preferiría no fragmentar la ciencia en revistas médicas y Substack y quién sabe qué otros sitios más”, añadió Ioannidis.
Smith, por su parte, se muestra más entusiasta respecto a la autopublicación.
“Estoy a favor de que un trabajo se publique. Que el mundo decida. Para mí tiene mucho sentido”, dice Smith citando los retos que ha tenido que superar para publicar en revistas médicas.
“Hace poco envié un artículo a The Lancet, una reseña de un libro, y me encontré con la complicación de todos los formularios que hay que rellenar, todos los comentarios de los editores, lo cual —quizá sea arrogancia por mi parte— no pareció mejorar mucho las cosas”, dijo Smith en tono inquieto.
“Tienes una voz particular, y hasta cierto punto ellos la perturban. Así que acaba siendo mucho más complicado. No me parece que el proceso añada mucho valor”, afirma.
Smith afirma que la autopublicación supone más problemas para los investigadores jóvenes que quieren llegar lejos en el ámbito académico.
“Tienes que publicar en estas revistas porque así es como uno es juzgado. Si has publicado en el New England Journal of Medicine, se asume que es un trabajo de investigación muy relevante. Es decir, no tiene nada de científico utilizar el lugar donde se publica como sustituto del valor de la investigación, pero eso es lo que sigue ocurriendo”, dijo Smith.
Menor confianza
Redberg afirma que no solo las revistas médicas han perdido credibilidad.
“Creo que en general la confianza de la gente en la medicina y la salud pública ha disminuido en los últimos años. Lo triste para mí es que la ciencia se ha convertido en política: llevar mascarilla o no se ha convertido en una postura política. Y no es una cuestión política, sino científica”, afirmó Redberg.
Ioannidis, famoso autor del artículo “Por qué la mayoría de los resultados de investigación que se publican son falsos” (“Why Most Published Research Findings Are False”) [11] afirmó: “Creo que estamos perdiendo… bueno, ya hemos perdido la confianza de una gran parte de la población”.
“La pandemia de covid generó mucha tensión extra para el sistema. La gente quería publicar artículos muy deprisa: en este momento se habrán publicado casi un millón de artículos. Hemos analizado la bibliografía sobre covid y la mayor parte era muy chapucera, se tomaron atajos, probablemente más de lo habitual”, afirmó Ioannidis.
“En estos momentos, la frontera de la ciencia no funciona. Si no reconocemos que tenemos un problema —y no nos engañemos: tenemos un problema muy grave—, entonces será difícil defenderse de las teorías conspirativas o de la gente que solo quiere ganar dinero difundiendo información falsa”, añadió.
Entonces, las revistas médicas, ¿están en camino de extinción?
“No, no creo que las revistas médicas se estén extinguiendo. Creo que están más activas y son más importantes que nunca, porque hay mucha innovación y creo que difundirla a través de un proceso de revisión por pares de gran calidad es la mejor manera de hacerlo”, dijo Redberg.
Ioannidis se apresura en reconocer que existe un problema con las revistas médicas. “Están muy enfermas y sufren todo tipo de males, pero no quiero decir que me esté dando por vencido. Tienen que transformarse. Espero que mejoren. Pero no quiero proclamarlas muertas todavía”.
Smith está de acuerdo en que las revistas médicas tienen su función, pero parece menos interesado.
“En cierto modo, me parece interesante que las revistas sigan existiendo, porque creo que hay muchas razones por las que deberían haber desaparecido”, afirma Smith.
Referencias