Melody Petersen publicó un ensayo en los Angeles Times sobre los errores que se comenten en las farmacias californianas, y como tratan de ocultarlos [1]. A continuación, un resumen de lo más importante
Se calcula que las farmacias de California cometen 5 millones de errores al año, según la Junta de Farmacia del estado. Los funcionarios de la Junta, que actúa como ente regulador, dicen que sólo pueden estimar el número de errores, porque las farmacias no están obligadas a informarlos.
La mayoría de los errores se produjeron en cadenas de farmacias como CVS y Walgreens, donde un farmacéutico puede surtir cientos de recetas durante un turno, mientras hace malabarismos con otras tareas como administrar vacunas, llamar a los consultorios médicos para confirmar las recetas y trabajar en el autoservicio.
Exempleados de estas cadenas de farmacia afirman que las políticas de gestión de las grandes cadenas han ocasionado que se cuente con poco personal, y que el personal tenga exceso de trabajo, afectando la calidad de la dispensación.
En una encuesta realizada en 2021 entre los farmacéuticos de California, el 91% de los que trabajaban en cadenas de farmacias afirmaron que la dotación de personal no era suficiente para proporcionar a los pacientes una atención adecuada.
Aunque la Junta de Farmacia de California requiere que las farmacias documenten los errores internamente, informen de ciertos errores a los pacientes y aprendan cómo evitar que vuelvan a ocurrir, según la encuesta, solo el 62% de los farmacéuticos que trabajaban en cadenas de farmacia dijeron que los establecimientos estaban siguiendo esas reglas.
A veces esos errores tienen consecuencias mortales, por ejemplo, un paciente tomó prednisona durante 89 días por un error de dispensación, en realidad le habían recetado el antiácido Prilosec. Una paciente que estaba recibiendo tratamiento hormonal con anastrozol para el cáncer de mama siguió la recomendación del farmacéutico y estuvo tomando medio comprimido dos veces al día en lugar de las dos veces por semana que le había recetado el médico.
A veces los errores persisten cuando se surten nuevas recetas. Por ejemplo, un farmacéutico entregó una receta de 50 mgrs de Zoloft al paciente equivocado. Esa persona surtió esa receta tres veces, llegando a tomar el medicamento equivocado durante siete meses.
La Junta de Farmacia dice que investiga todas las denuncias por error que recibe. Si su investigación concluye que se han infringido las normas, la Junta puede emitir citaciones y multas, y posiblemente retirar la licencia estatal al farmacéutico o a la farmacia.
Representantes de las compañías dijeron que se aseguran de que las farmacias cuenten con el personal adecuado. “También revisamos periódicamente el flujo de trabajo en nuestras farmacias para identificar formas de racionalizar y automatizar las tareas no orientadas al paciente, de modo que nuestros equipos de farmacia puedan dedicar más tiempo a atender a nuestros clientes”.
Algunos errores han sido mortales. Más del 10% de las demandas por mala praxis contra farmacéuticos fueron por lesiones con resultado de muerte, según un informe de 2019 elaborado por dos aseguradoras. La principal causa de muerte fue por sobredosis (los pacientes recibieron dosis demasiado altas o instrucciones incorrectas, que multiplicaron la cantidad de medicamento que recibió el paciente).
Hasta 9.000 estadounidenses mueren cada año por errores de prescripción, según un estudio.
Las cadenas de farmacias dijeron a The Times que están utilizando la tecnología para dar a los farmacéuticos más tiempo para mantener seguros a los pacientes. Aunque algunos consideran que no todos esos procesos evitan que se puedan seguir cometiendo errores.
Rara vez el público se entera de los errores. El Estado no sólo no exige que se denuncien los errores, sino que las grandes empresas farmacéuticas suelen pedir a los consumidores que firmen acuerdos en los que se les exige que no lleven los litigios a los tribunales, sino a tribunales de arbitraje privados. Los pacientes suelen aceptar el arbitraje cuando se les pide que marquen una casilla para aceptar los términos y condiciones de la empresa al recoger una receta.
Para empezar a conocer la frecuencia de los errores, la Junta de Farmacia patrocinó un proyecto de ley que exigiría que las farmacias informaran de cada error, no públicamente, sino a un tercero ajeno al gobierno. El proyecto de ley también otorgaría al farmacéutico responsable del establecimiento la capacidad de aumentar el personal si cree que la carga de trabajo es demasiado pesada para mantener a los pacientes seguros.
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