Aspectos destacados
Resumen
El debate en torno a la integración de la inteligencia artificial (IA) en la redacción científica ya ha atraído un interés significativo en las ciencias médicas y de la vida. Si bien la IA puede, sin duda, acelerar el proceso de creación y corrección de manuscritos, plantea varias críticas. El cruce entre la IA y las ciencias de la salud es relativamente reciente, pero el uso de herramientas de IA entre los médicos y otros científicos que trabajan en las ciencias de la vida está creciendo muy rápidamente. En medio de este torbellino, es esencial conocer hacia dónde nos dirigimos y cuáles son los límites, incluyendo desde una perspectiva ética.
La IA coloquial moderna muestra un conocimiento del contexto que permite comprender y recordar cualquier conversación más allá de cualquier guión predefinido. Aún más impresionante es que pueden aprender y adaptarse a medida que interactúan con un volumen creciente de contribuciones en lenguaje humano. Todas comparten redes neuronales como modelos matemáticos de fondo y se diferencian de los chatbots antiguos por el uso de una arquitectura de red específica llamada modelo de transformador. Algunas de ellas superan los 100 terabytes (TB) (por ejemplo, Bloom, LaMDA) o incluso los 500 TB (por ejemplo, Megatron-Turing NLG) de datos de texto; la versión 4.0 de ChatGPT (GPT-4) se entrenó con casi 45 TB, pero se mantiene actualizada mediante la conexión a Internet y puede integrarse con diferentes complementos que mejoran su funcionalidad, lo que la hace multimodal.