Redacción
BBC Nuevo Mundo, 20 abril 2020
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Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estableció oficialmente en 1948 por ratificación de las Naciones Unidas, sus Estados miembros se comprometieron a financiarla para alcanzar su objetivo primordial -e ideal-: “Que todos los pueblos logren el mayor nivel de salud posible”.
Aunque hoy en día hay muchos actores en el ámbito de la salud global, la OMS es la principal autoridad coordinadora de las labores internacionales para la salud. Puede suministrar a los gobiernos desde asistencia técnica hasta cuidados médicos y envíos de asistencia de emergencia en tiempos de crisis.
En su historia, la organización ha desarrollado y mantenido importantísimos programas de salud pública, cuidados de maternidad, nutrición infantil, entre otros, pero es mejor conocida por sus campañas de erradicación, prevención y control de epidemias, incluyendo la actual pandemia de coronavirus.
Pero la OMS ha sido criticada por ser extremadamente burocrática, lenta en sus decisiones y con malas políticas de comunicación. También ha sufrido reveses que la han hecho blanco de graves acusaciones.
El más reciente golpe vino con el anuncio de Donald Trump de que su gobierno suspendía los fondos que aporta EE.UU. a la organización por su “mala” gestión de la pandemia.
La medida ha sido lamentada por varios líderes mundiales y expertos en salud global, particularmente en medio de la presente crisis.
Problemas estructurales
“La OMS es el actor global más importante en torno al mantenimiento del ideal de la salud como un bien público y colectivo”, le dijo a BBC Mundo Joao Nunes, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de York, en Reino Unido.
Aunque hay otros actores importantes en el campo de la salud global, el doctor Nunes dice que los principios fundacionales de la OMS le permiten jugar un papel de liderazgo, no solo proveyendo conocimientos técnicos, sino movilizando y motivando la cooperación para contener, controlar, monitorear y vigilar brotes.
“La OMS realiza sus funciones con diferentes grados de efectividad. Todos sabemos que, como toda compleja institución, es susceptible de cometer errores. Pero es difícil referirse a la organización como un actor unitario porque está compuesta de diferentes oficinas y secciones”, señaló el experto en políticas de salud global.
La institución está compuesta de oficinas regionales por todo el mundo, como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y estas mismas están a su vez subdivididas en las oficinas de los países donde operan.
“Cuando nos referimos a la OMS debemos preguntarnos ‘¿qué OMS?’. Dentro de la sede de la OMS hay diferentes secciones y departamentos con sus propias funciones que no siempre operan como una fuerza única y nunca siguen una agenda unitaria”, explicó Nunes.
Eso ayuda a explicar lo compleja que es esta organización.
“Hay tres problemas clave con la OMS”, según la Clare Wenham, profesora de políticas de salud global de la London School of Economics (LSE), con trayectoria en epidemiología de enfermedades infecciosas.
Tienen que ver con el financiamiento de la institución, su posición dentro de sus Estados miembros y la política que envuelve su gestión, según la experta.
Con respecto al primero, cada Estado miembro aporta una contribución específica todos los años que representa solo 20% del presupuesto anual, explica la doctora Wehham. El resto viene de otras contribuciones, por ejemplo de fundaciones benéficas o individuos.
Son también los Estados miembros a dónde van destinados los fondos, lo que por lo general coincide con las prioridades o agenda del donante y eso le resta autonomía a la organización.
“La OMS depende de lo que cada gobierno haga de ella”, señala la profesora Wenham. “Así que si no tienen la intención de financiarla adecuadamente, no se puede esperar una organización amplia, completa y funcional”.
En segundo lugar está su posición al servicio de los Estados miembros. “Eso puede generar tensiones cada vez que hace observaciones a sus miembros, cuando los sirve, cómo trabaja con ellos o cuando apela a la diplomacia”, explicó Wenham.
Esa situación se vio claramente este año con respecto a la relación de la OMS con China y cómo se la criticó por su supuesta falta de “mano dura” con el gobierno de Pekín por su gestión de la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, Joao Nunes afirma que “la OMS no tiene la potestad de demandar nada de nadie”. Lo único que puede hacer es recomendar qué medidas tomar en particular.
Lo que nos lleva al tercer problema que menciona Clare Wenham. “El mandato de la OMS es emitir guías, pero esa misión está completamente enredada en política, en torno a quién está ejerciendo presión y por qué motivo, y qué otros actores están en el escenario global”, indica la catedrática. No sólo tiene que navegar las relaciones con sus 194 Estados miembros sino también con sus diferentes sectores administrativos que la componen.
“Muchas veces trabaja con las manos atadas” debido a esos factores y estructuras, señala Joao Nunes. Aun así, dice, continúa haciendo su labor -no siempre efectiva- pero con logros que muchas veces van más allá de los espectaculares titulares de prensa.
Éxitos notables
Tal vez el mayor éxito de la OMS hasta ahora se produjo en 1977, cuando anunció que había logrado su objetivo de erradicar la viruela del planeta.
“Un logro impresionante”, según la doctora Wenham. “Esa era una de las principales enfermedades infecciosas y su éxito (de erradicación) tuvo que ver con el momento en que sucedió, los individuos involucrados y la naturaleza de la amenaza. No fue una sola cosa”.
Con respecto a la poliomielitis, aunque no se ha logrado eliminar como esperaba la organización, “se han dado pasos gigantes y está casi erradicada”, asegura el doctor Joao Nunes.
El profesor de la Universidad de York dice que lo mismo ha sucedido en el control de otras enfermedades que eran prevalentes en muchas partes del mundo y que ahora son la excepción.
En el caso del mal de Chagas y la lepra -presentes ambas en América Latina- están en lo más alto de la lista de objetivos de la organización.
No obstante, el doctor Nunes resalta que “la perspectiva que la OMS se dedica a erradicar enfermedades es simplista”.
“Hay una labor constante y diaria que tiene que ver con fomentar el cuidado primario, la salud maternal, la nutrición infantil, las terapias de rehidratación de niños sufriendo de rotavirus o diarrea”, expresa, añadiendo que todo eso “tiene un impacto enorme en términos de aliviar la carga a los sistemas de salud de los países”.
Errores y críticas
Una institución tan diversa y enormemente burocrática no puede escapar de los errores ni de que sus divisiones algunas veces trabajen en sentidos opuestos. Tanto Joao Nunes como Clare Wenham reconocen que a la OMS puede reaccionar lentamente o con torpeza.
En ese sentido, están de acuerdo en que la estrategia de la organización frente al brote de N1H1 (gripe porcina) en 2009 y luego el brote de ébola en África Occidental entre 2014 y 2016 no fue la adecuada.
La primera, porque declaró anticipadamente una pandemia y recomendó a los gobiernos almacenar fármacos antivirales a un costo altísimo y el brote no resultó ser tan grave.
Luego vino el ébola en África Occidental. En esa ocasión pasaron casi nueve meses desde que se confirmó el primer caso hasta que la OMS declaró que se trataba de una epidemia de alcance internacional. Para ese momento el brote ya estaba descontrolado.
Joao Nunes sostiene que la OMS no responde con suficiente agilidad porque tiene demasiados “clientes” o intereses a los que debe responder.
Por su parte, Clare Wenham señala que “hay una diferencia entre lo que el mundo espera de ella (OMS) y lo que tiene capacidad de hacer”. Argumenta que hay que ver las reacciones y los resultados de la organización como un continuo.
“Es una organización dinámica, que se mueve y cambia según lo que sucede”, explica. “Estuvo el SARS, que manejaron extremadamente bien. Luego H1N1 que declararon pandemia… y la acusaron de dar una falsa alarma. Así que, cuando el ébola llega, es demasiado precavida y no quiere declarar una epidemia demasiado rápido”.
De ahí aprendió, afirma la profesora y “con el zika, declararon la epidemia en menos de un mes, en reacción a lo que pasó con el ébola”, dijo. “No creo que se la puede criticar por cómo manejaron ese asunto”.
“Sobre la marcha”
En ese sentido, apunta el doctor Nunes, la OMS está aprendiendo sobre la marcha. Con coronavirus se da una situación nueva, rodeada de cierta incertidumbre y un panorama que está constantemente cambiando.
“La OMS emite una serie de recomendaciones en base a la última información científica y luego las revisa y las actualiza. Por eso cambia su opinión, por ejemplo, en cuanto el uso de mascarillas, no solo para responder a la más reciente evidencia sino para adaptarse a la realidad de la misma pandemia”, sostuvo Nunes.
“No veo cómo la OMS pudo haber hecho algo significativamente diferente de lo que ha hecho, con sus recursos y límites. Obviamente, en retrospectiva, se analizará en profundidad qué ocurrió, qué se hizo y qué se pudo hacer”, insistió.
“Solo puede reaccionar a la información científica más actualizada”.