Salud y Fármacos is an international non-profit organization that promotes access and the appropriate use of pharmaceuticals among the Spanish-speaking population.

Ventana Abierta

LA CULTURA DEL MEDICAMENTO O MEDICALIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES

Mabel Valsecia, Profesora de Farmacología, Facultad de Medicina Universidad del Nordeste, Corrientes, Argentina y Vicepresidente Grupo Argentino Para el Uso Racional del Medicamento (GAPURMED)

Con el advenimiento de la globalización, la información se difunde rápidamente. El dominio de los pueblos por los mercados impone nuevos términos y costumbres que se vuelven casi fisiológicos, que se tornan comunes en la población, y cuyo impacto no siempre es positivo.

En ese contexto globalizador, el paciente es un cliente, la inversión en salud es un gasto. El medicamento pasa de ser un bien social a ser un elemento de consumo, es decir una mercancía.

Con estos conceptos incorporados en el subconsciente de gran parte de la población aparece una nueva concepción del diario vivir la medicalización, es decir a cada problema un medicamento.

De este modo, para no deprimirse o para estar feliz habría que consumir un antidepresivo, o para mejorar la figura adelgazantes o anabolizantes o sino, algo del gran recetario para vivir mejor como: polivitamínicos, ansiolíticos, energizantes, aminoácidos, coenzima Q10, entre otros. Como si esto fuera un símbolo de estatus.

El medicamento es una variable en la historia de la relación sociedad-enfermedad y no en la relación sociedad-salud.

Sin embargo, tomar un medicamento, poco a poco forma parte de una rutina, con el objeto de alcanzar un estilo de vida sana o natural. Esto ocurre no precisamente en la gente enferma o en la gente mayor.

Esta conducta, paulatinamente se ha extendido en la sociedad, que consume medicamentos solo para sentirse bien y para ganar más salud, con el agravante que esta cultura del medicamento se transmite a los niños y jóvenes.

Como estos conceptos se vuelven fisiológicos, se produce un fenómeno que lleva a los clientes a solicitar a sus médicos prescripciones para su estilo de vida.

Existen sociedades menos maduras o más débiles, donde la racionalidad es confusa, la irracionalidad poco castigada, y la cultura de que el medicamento agrega salud nos da una idea de cierta impunidad que muchas veces permite no solo el consumo, sino también la prescripción irracional.

En Argentina conviven medicamentos de eficacia demostrada con otros que son de valor dudoso o nulo y también combinaciones a dosis fijas inaceptables, desde todo punto de vista, con numerosos principios activos en un solo preparado. Se comercializan productos como energizantes psicofísicos, antioxidantes con 18 y hasta 26 principios activos que contienen todas las vitaminas, minerales y oligoelementos, más Ginseng siberiano, Ginseng coreano, Coenzima Q10, estas combinaciones no han demostrado eficacia en ensayos clínicos, no van dirigidos a ninguna patología.

La población debería saber que estas sustancias no solamente no agregan salud, sino que pueden producir enfermedad es decir reacciones adversas.

Otro ejemplo, un medicamento que según el Vademécum de productos comerciales de Argentina es un: “Trófico membranar disponible en su totalidad. Preventivo del autocanibalismo neuronal. Aporta energía a la célula nerviosa”, este medicamento tan mágico contiene colina, un precursor de la acetilcolina, que según Martindale (The Extra Pharmacopoeia) ha sido ensayado en Alzheimer y otras demencias y no ha demostrado ninguna utilidad.

Es importante y grave para la comunidad, la propaganda confusa e inexacta con que se comercializan algunos productos.

A pesar de la falta de eficacia y su aparente inocuidad, como se menciona en el apartado de efectos colaterales, este producto no es seguro, como se observó en un reporte espontáneo de Farmacovigilancia del Nordeste de Argentina, el medicamento fue prescripto a un niño de 8 años con retardo neurológico y le produjo cefalea intensa e inestabilidad emocional. En países más maduros, estos medicamentos no están autorizados para su utilización en niños y sería intolerable la prescripción a este grupo etáreo.

Por otro lado, lo que se gasta en medicamentos depende de la capacidad de los bolsillos, por ello, son promocionados en las clases sociales de mejor poder adquisitivo, con cobertura social.

Estos patrones de comportamiento en la cadena del medicamento, repercuten en la seguridad social.

En los estudios de utilización de medicamentos de la Seguridad Social de Córdoba (Boletín Fármacos, 4:1, 28-35, 2001, www.boletinfarmacos.org/) y de Corrientes (Boletín Fármacos 1:2, 35-38, 1998 www.boletinfarmacos.org), se observó que las vitaminas, los antidepresivos y los ansiolíticos están entre los primeros lugares en la prescripción, ocasionando un gasto innecesario en obras sociales que gozan de poca salud o se encuentran terapia intensiva respecto a sus finanzas.

Un aspecto positivo respecto a la cultura del medicamento, es que en el medio de una gran crisis social y financiera, la Argentina ha comenzado a redefinir los medicamentos esenciales, los medicamentos genéricos y además, comienza a diseñar políticas de salud.

Es sabido que la cultura es de difícil modificación, sin embargo sería muy importante actuar en un eslabón de esta larga cadena, a partir de la revalorización del Uso Racional del Medicamento, tan publicitado y tan olvidado en el momento de la selección del medicamento.

 

 

modificado el 28 de noviembre de 2013