Precios
EE UU. La agenda de Trump para “América Primero” sobre precios de medicamentos podría ser contraproducente para todo el mundo (Trump’s ‘America First’ agenda on drug pricing could backfire around the world)
S. Karlin-Smith, S. Wheaton
Político, 9 de mayo de 2018
https://www.politico.com/story/2018/05/09/trump-drug-pricing-prescriptions-514925
Traducido por Salud y Fármacos
El presidente Donald Trump quiere que los estadounidenses obtengan precios más bajos de los medicamentos, y el resto del mundo podría pagarlo.
Su mensaje “America First” sobre los medicamentos que se consumen en el hogar, junto con las políticas de la industria pro-farmacéutica en el extranjero, podrían generar costos más altos para los pacientes en todo el mundo, sin hacer que los medicamentos sean más asequibles para los estadounidenses.
El viernes, Trump planea pronunciar su prometido discurso sobre cómo reducir los costos de los medicamentos, dirigiéndose a una industria a la que ha acusado en el pasado de “salirse con la suya”. Las autoridades sanitarias mundiales temen que también socave las estrategias que mantienen los medicamentos a precios asequibles en otros países.
En medio de crecientes tensiones comerciales entre EE UU y sus principales socios comerciales, Trump y altos funcionarios del gobierno, en parte y en repetidas ocasiones, han culpado de los altos precios estadounidenses a los países extranjeros, que se aprovechan de la importante inversión estadounidense en investigación médica sin pagar su parte justa. Muchas naciones, incluyendo las europeas ricas, negocian o regulan los precios de los medicamentos para mantenerlos más bajos de lo que los estadounidenses suelen pagar.
“Como parte del audaz plan del presidente Trump de priorizar a los pacientes estadounidenses, HHS se enfoca en resolver varios de los problemas que aquejan al mercado de los medicamentos, incluyendo… los gobiernos extranjeros que aprovechan la inversión estadounidense en innovación”, dijo recientemente el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar.
Añadió que los altos precios de los medicamentos pueden dejar fuera de alcance a medicamentos cruciales.
“Para un paciente enfermo hay poca diferencia entre una cura milagrosa que no se ha descubierto y otra que es demasiado costosa”, dijo Azar, un ex ejecutivo de Eli Lilly, que ha recibido críticas por elevar el precio de los medicamentos, incluyendo la insulina.
Los gobiernos extranjeros y los defensores internacionales luchan por reconciliar los mensajes contradictorios de Trump. Está haciendo un llamado populista a la asequibilidad, pero al mismo tiempo los diplomáticos estadounidenses han estado defendiendo las prerrogativas de la industria más fuertemente que nunca en las negociaciones comerciales y reuniones internacionales,.
Muchos expertos europeos consideran que las políticas que está elaborando sobre el comercio, las patentes, la transparencia y los derechos de propiedad intelectual promueven los intereses generales de la industria farmacéutica, afectando tanto a las naciones ricas como a las pobres. Estados Unidos no puede cambiar unilateralmente el precio de etiqueta de los medicamentos en el extranjero, pero la administración de Trump puede crear un clima en que es probable que aumenten.
“Es de risa. Trump es un hombre de negocios, y cada empresario sabe que usted cobra lo que el mercado soporta”, dijo Suerie Moon, del Global Health Center, Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo en Ginebra. “Es una frase que hemos escuchado de los grupos de presión [farmacéutica] que si los países europeos pagaran más, la situación sería más justa, pero rara vez he escuchado a las compañías decir que si Europa paga más, EE UU pagará menos”.
La OMS este mes centrará la atención mundial en los precios de los medicamentos
Las políticas de Trump pueden influir en los pactos comerciales como en la revisión del acuerdo TLCAN, que se está negociando, o en los foros mundiales como la Organización Mundial de la Salud, que retomará los precios de los medicamentos en su reunión anual del 21 de mayo. La OMS tiene casi 200 países miembros, pero Estados Unidos, que proporciona aproximadamente una cuarta parte de su presupuesto, tiene una influencia desmesurada.
Los países más pobres han luchado durante mucho tiempo para pagar los medicamentos más recientes, pero hoy en día incluso las naciones más ricas de Europa occidental sienten la presión de los precios de cinco y seis cifras para el tratamiento de enfermedades como la hepatitis C o el cáncer.
“El problema de la fijación de precios farmacéuticos ha llegado a un punto crítico”, dijo Ellen ‘t Hoen de la Universidad de Groningen en los Países Bajos y exdirectora ejecutiva del Medicines Patent Pool, que garantiza los derechos para producir copias de medicamentos baratos para los países pobres. “Hay muchas ganas de cambio”.
La Casa Blanca se negó a hacer comentarios antes del discurso de Trump, excepto para referirse a comentarios que el presidente ya había hecho en el pasado y a los informes económicos de su administración.
Emily Davis, portavoz de la Oficina de Comercio de EE UU, dijo que el objetivo es que las políticas de comercio farmacéutico sean transparentes, no discriminatorias “y mejore el acceso justo al mercado de los innovadores estadounidenses”. El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca emitió un informe en febrero en el que decía que la raíz del problema son los países ricos que abusan.
Algunas de las políticas comerciales que la administración ha favorecido, como mantener los genéricos fuera del mercado durante más tiempo de lo que recomiendan algunos expertos en salud pública, en realidad podría reducir la competencia de precios para costosos productos biológicos contra enfermedades como el cáncer o la artritis reumatoide. Retrasar la comercialización también podría retrasar la industria biosimilar emergente, lo que significa un menor acceso a versiones más baratas de estas terapias en EE UU y en el extranjero.
La administración Trump está poniendo presión a Colombia y Malasia por tomar medidas, que según los acuerdos internacionales son legales, para eludir las patentes de medicamentos de marca cuando por necesidades de salud pública han requirido medicinas de bajo costo, una maniobra contundente conocida como licencia obligatoria, por la que un país básicamente anula una patente para que se pueda producir un genérico más barato. La Casa Blanca negoció un acuerdo comercial con Corea del Sur que abrió su mercado a los fabricantes de medicamentos de EE UU.
Y el lobby de medicamentos de EE UU, PhRMA, aplaudió a Trump por un informe de abril de la oficina de comercio de EE UU, que por primera vez dedicó una sección exclusivamente a los derechos de propiedad intelectual de los productos farmacéuticos. La lista finalmente no incluyó a la Unión Europea, a pesar de la solicitud de PhRMA de ser notificada antes de que se propongan cambios a los incentivos de propiedad intelectual médica, que estarán listos a finales de este mes. Sin embargo, el informe avergonzó a más de una docena de países, incluyendo a socios cercanos como Japón y Canadá, por las quejas sobre las protecciones de patentes farmacéuticas.
Investigadores del Centro de Políticas de Salud y Resultados (Center for Health Policy and Outcomes) en el Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering probaron empíricamente la afirmación de Trump de que se requieren altos precios en EE UU para financiar la investigación y la innovación. Descubrieron que las compañías farmacéuticas ganan “sustancialmente más” que lo que la industria gasta en I + D, y concluyeron que los fabricantes de medicamentos tienen margen para bajar los precios en EE UU sin aumentarlos en el extranjero, y aún así mantener sus inversiones en I + D.
Esperando las copias de los medicamentos
Y los críticos dicen que la agenda farmacéutica internacional de Trump podría tener ramificaciones domésticas.
La “agenda comercial no necesariamente se sincroniza con la agenda de acceso a de medicamentos asequibles”, dijo Jeff Francer, vicepresidente senior y asesor general de la Association for Accessible Medicines (Asociación de Medicamentos Accesibles), un grupo de presión entorno a los medicamentos genéricos.
Señala que, si un acuerdoTLCAN renegociado otorga a los costosos productos biológicos 12 años de protección monopólica, México y Canadá no solo tendrían que esperar más tiempo para obtener copias más baratas de medicamentos, sino que EE UU no podría cambiar su propia ley para comercializar antes los biosimilares. Este estándar de 12 años se estableció en Obamacare, pero algunos demócratas han estado presionando para acortarlo.
Francer también señaló los riesgos de la propuesta de Trump de aplicar miles de millones de aranceles a las importaciones chinas, incluyendo los ingredientes utilizados para fabricar los medicamentos como insulina, antibióticos y vacunas en EE UU. Muchos analistas financieros dudan de que los aranceles chinos tengan un gran impacto en los precios en EE UU, les preocupa que EE UU pueda extender esta política a países como India, que son más críticos para la industria de medicamentos genéricos de EE UU. La administración ya ha criticado a la India por imponer límites a los precios de los dispositivos médicos que se utilizan para tratar las enfermedades del corazón y ha dicho que está estudiando la posibilidad de revocar el estatus de importador especial que India recibe de EE UU.
No es inusual que los presidentes de EE UU, sea cual sea su partido político, aboguen porque los países extranjeros otorguen fuertes protecciones de propiedad intelectual a las compañías farmacéuticas. La administración de Obama, por ejemplo, presionó por 12 años de exclusividad para los medicamentos biológicos en el acuerdo comercial Transpacific Partnership. Los funcionarios de Obama también recurrieron a la industria farmacéutica cuando los países de bajos ingresos intentaron emitir licencias obligatorias para romper patentes y fabricar medicinas más baratas para enfermedades como el cáncer. Pero los defensores dicen que el respaldo de Trump a este status quo es fuerte, dado su estridente populismo contra los productores de medicamentos.
“Estábamos más o menos en los años 90s con una agenda de propiedad intelectual maximalista”, dijo ‘t Hoen.
Trump también ha llevado el debate farmacéutico global al diálogo nacional. Se dirigió al pueblo estadounidense y culpó a otros países por los altos precios, en una forma que ningún otro presidente había utilizado.
“La administración Trump ha sido consecuente y explícita sobre su postura de que los precios más bajos que algunos países logran pagar son un problema que hay que solucionar, más que una práctica a estudiar para ver si se pueden extraer beneficios para el mercado doméstico”, dijo Peter Maybarduk, director del programa de acceso a los medicamentos de Public Citizen.
Otros dicen que Trump ha ido más allá que presidentes pasados al favorecer los intereses de la industria farmacéutica en el extranjero en otras áreas, además del comercio. En una reunión de la OMS en enero, la administración luchó contra ideas como una mayor transparencia sobre el gasto en I + D, una idea que ha recibido apoyo bipartidista en el Congreso. Lo describieron como “un gran ataque a la industria farmacéutica”, dijo Jamie Love, director de Knowledge Ecology International, una organización sin fines de lucro que trabaja por un acceso más amplio a la tecnología médica.
Garrett Grigsby, directora de la Oficina de Asuntos Globales de HHS, dijo en una reunión de la junta ejecutiva de la OMS que “exigir a las compañías que intenten calcular y luego divulgar los costos de investigación y desarrollo no es práctico, y es poco probable que sea efectivo”. Agregó que incluso podría alentar a las compañías farmacéuticas a abandonar la investigación arriesgada que podría beneficiar “a las comunidades vulnerables a las que debemos servir y a la humanidad en general”.
Los defensores de la agenda de Trump argumentan que las fuertes leyes de propiedad intelectual y el reembolso de los medicamentos en el extranjero son fundamentales para la nueva cartera de medicamentos, que requiere millones, incluso miles de millones de dólares.
“Los innovadores y creadores deben recibir una compensación justa por su trabajo”, dijo Brian Pomper, director ejecutivo de ACTION for Trade, que incluye a grupos empresariales y los dos grupos de presión más importantes de EE UU, PhRMA y BIO. “Querer comprar cosas gratis es un instinto humano natural”, pero si los productos son gratuitos, argumentó, nadie los creará ni diseminará.
Un líder de la industria biofarmacéutica, que quiere permanecer anónimo mientras la Casa Blanca está formulando políticas, reconoció que no hay datos que demuestren que los acuerdos comerciales pro-farmacéuticos hayan afectado el precio general de los medicamentos o perjudicado el acceso. Pero argumentó que los países que no están de acuerdo con las fuertes protecciones de propiedad intelectual son más propensos a verse perjudicados porque un fabricante de medicamentos podría no comercializar su medicamento en esas naciones.
Cuando se le solicitó un comentario, PhRMA apuntó a su declaración, que aparece en el reciente informe comercial de EE UU, donde elogió a la administración por tratar de crear condiciones comerciales más niveladas a nivel internacional.
Pero los críticos señalan que las empresas, cuando obtienen una recompensa política del gobierno a menudo han recompensado a los accionistas, no a los pacientes. Según un informe de la oficina del senador Cory Booker (D-N.J.), después de la reciente reforma fiscal de EE UU, las principales compañías farmacéuticas anunciaron que iban a recomprar acciones, no a bajar los precios de los medicamentos.
Mientras tanto, Moon no cree que los legisladores europeos cedan a las demandas de EE UU para pagar más. Ella ya escuchó las preocupaciones de los países más ricos de Europa, como Suiza, Noruega y Luxemburgo. Además, Trump ha perdido influencia en el ámbito internacional al desbaratar los acuerdos comerciales internacionales y amenazar con retirarse de los acuerdos comerciales.
Otros dicen que es demasiado pronto para descartar la idea de Trump de que presionar por precios más altos en el extranjero ayudará al público de EE UU. Podría aumentar su influencia en los fabricantes de medicamentos domésticos.
“Es ciertamente posible que las compañías farmacéuticas se embolsen las ganancias de los precios más altos en el extranjero en beneficio de los accionistas”, sin bajar los precios en EE UU, dijo Mark Wu, experto en comercio de la Facultad de Derecho de Harvard. “Por otro lado, podría proporcionar a la administración algo de influencia para impulsar a las compañías farmacéuticas a bajar sus precios a nivel nacional, a cambio de estas ganancias y beneficios en el extranjero por el nuevo plan impositivo”.