Los hospitales, si usan biosimilares ahorran, pero tienen que lograr que los médicos utilicen estas opciones de menor costo.
Un hospital que forma parte de un gran sistema de salud informó, en un póster presentado en la reunión clínica de mitad de año de American Society of Health-System Pharmacists o ASHP 2019 (Póster 4-017), que había ahorrado US$180.000 en el costo de tres medicamentos durante cinco meses. Esto se logró tras identificar los biosimilares o biológicos más recetados, aprobar el cambio automático de los tres biológicos más utilizados por los biosimilares correspondientes, e informar a los prescriptores sobre la seguridad y eficacia de los biosimilares.
Lisa Farah, farmacéutica oncológica en el Centro Médico Geauga de los Hospitales Universitarios, Chardon, Ohio, y sus colegas empezaron por identificar a los profesionales que seguían prescribiendo un producto de referencia, a pesar de tener un biosimilar disponible y un formulario que fomentaba el uso de biosimilares. El equipo revisó los registros de dispensación para 2018 y envió una carta a los médicos notificándoles que estaban implementando un protocolo de sustitución automática.
“[Esperábamos] que la carta alentara a los proveedores a recetar el biosimilar a los pacientes nuevos y también durante el periodo de mantenimiento, a fin de agilizar las aprobaciones de los seguros”, dijeron.
La Sra. Farah y su equipo entregaron información sobre la seguridad y eficacia de los biosimilares específicos que iban usar a los médicos. Cuando los proveedores confirmaron la recepción y la comprensión de los materiales, el equipo de finanzas les solicitó sus autorizaciones previas (PA) para poder dispensar el biosimilar a sus pacientes.
En un análisis del impacto de esta estrategia, que inicialmente se centró en tres biosimilares, la Sra. Farah y sus colegas encontraron que el 45% de los pacientes tratados con filgrastim de referencia, el 38,5% de los pacientes que recibían infliximab de referencia y el 23,5% de los pacientes en tratamiento con pegfilgrastim de referencia empezaron a utilizar biosimilares.
Los ahorros por haber cambiado a un biosimilar fueron aproximadamente US$172.000 en 10 pacientes que cambiaron al infliximab biosimilar, US$5.950 en cuatro pacientes que cambiaron a pegfilgrastim biosimilar y US$740 en nueve pacientes que cambiaron a un filgrastim biosimilar.
“[Hemos] tenido que volver a entrenar al personal de finanzas para reforzar la necesidad de obtener autorizaciones previas para los tres biosimilares específicos, en lugar de sus contrapartes de referencia”, señaló la Sra. Farah, sugiriendo que es un aspecto que hay que cuidar porque se pueden perder oportunidades de conversión.
La reticencia de los médicos fue otra de las razones por las que no hubo más pacientes que cambiaran a los biosimilares, indicó, y dijo que su hospital podría aumentar sus “ahorros si se incorporan ciertos proveedores” y permitieran que los pacientes previamente tratados con el producto de referencia, pasaran a utilizar un biosimilar.
“Además de los datos muy convincentes que aparecen en la literatura, ahora podemos compartir información igualmente convincente con nuestros médicos, ya que después de un año, prácticamente no hemos recibido informes de efectos adversos en los pacientes que cambian o comienzan tratamiento con un biosimilar, y tampoco se ha detectado pérdida de eficacia”, enfatizó la Sra. Farah.
Ahora, el sistema de salud, incluyendo los hospitales comunitarios como la institución de la Sra. Farah, está evaluando la conveniencia de usar los biosimilares del trastuzumab y bevacizumab.
La Sra. Farah no informó relaciones financieras relevantes.