Gestión de los Ensayos Clínicos, Metodología, Costos y Conflictos de Interés

Requerirán menos voluntarios y serán más baratos
Los ensayos clínicos son costosos, lentos y arriesgados para quienes participan. Por lo tanto, ha comenzado la búsqueda de modelos informáticos lo suficientemente buenos como para reemplazar la presencia de seres humanos durante al menos las fases preliminares de los ensayos. En un artículo publicado en Nature Communications, Alejandro Frangi de la Universidad de Leeds, en Gran Bretaña, y sus colegas han publicado los resultados del ensayo virtual más completo que se haya intentado hasta ahora.

El Dr. Frangi y su equipo están investigando dispositivos similares a un stent, llamados desviadores de flujo intracraneal. Éstos controlan el paso de la sangre a través de las arterias cerebrales y, a menudo, se utilizan para tratar los aneurismas cerebrales, es decir las protuberancias que se forman en una pared arterial en las que luego se acumula la sangre. Si un aneurisma cerebral estalla, provoca el llamado accidente cerebrovascular hemorrágico, que daña el tejido circundante al envolverlo en sangre. La inserción de un desviador de flujo aleja el torrente sanguíneo del aneurisma, lo que permite que la sangre que ya está dentro del aneurisma permanezca en su lugar y se coagule, bloqueando así el aneurisma.

Los “sujetos” experimentales que utilizaron los investigadores eran modelos informáticos derivados de scaners tridimensionales detallados de los cerebros de 82 voluntarios con aneurismas cerebrales. El equipo insertó representaciones de software de desviadores de flujo en estos modelos y registró las consecuencias para el flujo sanguíneo virtual a través de los cerebros virtuales en cuestión. Luego compararon sus resultados con los de tres ensayos que realizaron este procedimiento en la práctica clínica en los últimos años. Confirmaron lo que habían encontrado estos ensayos reales (que los desviadores de flujo estimulan la formación de coágulos en los aneurismas) y calificaron a la efectividad de los stents para este objetivo como igualmente buena.

Además de confirmar lo que ya se sabía, el ensayo virtual del Dr. Frangi también investigó fenómenos no probados previamente. Por ejemplo, en la literatura hay informes previos que han sugerido que para los aneurismas que están cerca de los lugares donde las arterias se bifurcan en dos ramas, la inserción de un desviador de flujo en realidad aumenta el riesgo de un segundo tipo de accidente cerebrovascular, los accidentes cerebrovasculares isquémicos. Pero esto nunca se ha probado definitivamente.

Los accidentes cerebrovasculares isquémicos son una consecuencia del bloqueo de un vaso. Esto detiene el flujo de sangre a la parte del cerebro distal al bloqueo, que luego muere. Los ensayos virtuales mostraron que el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico aumentaba al colocar un desviador de flujo cerca de una bifurcación arterial. También predijo que los pacientes con presión arterial más alta de lo normal tenían un riesgo aún mayor de sufrir accidentes cerebrovasculares relacionados con esa bifurcación, un hallazgo que no se había demostrado (y aún no se ha demostrado) en la práctica clínica.

Oferta de ensayo
Aunque es difícil imaginar que los ensayos virtuales de este tipo reemplacen por completo a los reales, ciertamente podrían reducir su número sugiriendo de antemano qué vías vale la pena explorar. También podrían reducir la necesidad de ensayos con animales, y de hecho podrían ser más efectivos que estos si se elaboran mejores modelos de fisiología humana que los ratones de laboratorio que ahora se utilizan para este propósito.

Las pruebas virtuales también aportan otras ventajas. Una es que el mismo procedimiento se puede probar una y otra vez en el mismo “paciente”, pero con diferentes variables. La observación sobre la presión arterial que surgió del trabajo del Dr. Frangi se hizo de esta manera. Y los procedimientos que un comité de ética sería renuente a aprobar si se fueran a realizar en seres humanos pueden probarse primero en una computadora, de modo que solo aquellos que se considera que tienen más probabilidades de éxito deberán someterse a un escrutinio ético.

Los ensayos virtuales preliminares de este tipo también reducirían el costo de los ensayos, que rondan en los US$40.000 por paciente. Habría que persuadir a los reguladores para que acepten que las pruebas virtuales son lo suficientemente confiables como para producir datos apropiados, pero la “retrospectiva” exitosa como la que acaba de demostrar el Dr. Frangi presumiblemente ayudará a que eso suceda.