El tribunal supremo del estado de Washington, compuesto por nueve personas ha dictaminado (7-2) que aun en el caso de los medicamentos que se anuncian directamente al consumidor, el responsable de advertir al paciente sobre los eventos adversos es el prescriptor. Endpoints publicó una nota sobre una demanda interpuesta por un paciente que sufrió un accidente cerebrovascular tras consumir Cialis. El argumento del denunciante fue que los anuncios televisivos habían alterado la relación médico-paciente y no advertían sobre este evento adverso. A continuación, resumimos la noticia de Endpoints [1].
El paciente demandó a Lilly ante un tribunal federal en virtud de la ley de responsabilidad por productos de Washington, alegando que Lilly sabía o debería haber sabido que Cialis presentaba un riesgo de derrame cerebral y no advirtió adecuadamente a los usuarios sobre este riesgo. Parte de su argumento es que la publicidad dirigida al consumidor altera la relación médico-paciente, y ha socavado la confianza de los pacientes en sus médicos.
Al dictaminar sobre el caso, el tribunal supremo de Washington se apoyó en la doctrina del “intermediario experto” (learned intermediary doctrine) de 1978, que se aplica en todos los estados y en Washington DC. Según esta doctrina, basta con que los fabricantes informen a los médicos prescriptores para cumplir con su obligación de advertir a los pacientes sobre los riesgos de sus productos.
Además, el tribunal consideró que los argumentos del denunciante para que se reconociera una excepción a la doctrina eran débiles y otros tribunales las habían rechazado rotundamente. Dos de los jueces discreparon en que los médicos tuvieran mayores posibilidades de entender la información compleja que los pacientes, sobre todo porque esto significaría que es mejor dejar de proveer información compleja a los pacientes que tratar de comunicársela de forma que la puedan entender.
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