Mientras se acentuaba la crisis de los opioides, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE UU siguieron recibiendo fondos de algunos miembros de la familia Sackler, incluyendo de algunos relacionados con Purdue Pharma.
Durante la década pasada, la Casa Blanca y el Congreso confiaron en estas Academias —un grupo asesor de renombre— para definir una respuesta federal a la crisis de los opioides, ya sea convocando a paneles de expertos o presentando informes y recomendaciones sobre las políticas.
Aun así, algunos funcionarios de las Academias Nacionales han guardado silencio respecto a un asunto: su decisión de aceptar, en concepto de donaciones, casi US$19 millones de la familia Sackler. Ellos son los dueños de Purdue Pharma, la fabricante del OxyContin, que tuvo una participación notable en alimentar la epidemia de los opioides.
La crisis de los opioides ha provocado cientos de miles de muertes por sobredosis. También ha generado muchas demandas y ha obligado a otras instituciones a distanciarse públicamente del dinero de los Sackler o a reconocer la existencia de posibles conflictos de interés debido a sus vínculos con Purdue Pharma. Las Academias Nacionales han evitado en gran medida tal escrutinio, mientras siguen asesorando al gobierno respecto a los analgésicos.
Michael Von Korff, un destacado investigador del tratamiento del dolor, afirmó: “No sabía que estaban aceptando donaciones privadas”. Agregó: “Parece una locura recibir dinero de los responsables de empresas farmacéuticas y después presentar informes relacionados con los opioides. Estoy estupefacto”.
A diferencia de la OMS, que al ser acusada de dejarse manipular por Purdue retiró dos informes sobre políticas para los opioides[1], las Academias Nacionales no han hecho una revisión pública para determinar si las donaciones de los Sackler han influido en su formulación de políticas, a pesar de que publicaron dos informes muy importantes que tuvieron un gran impacto sobre la política nacional para el manejo de los opioides.
Uno de esos informes, publicado en 2011 y que ahora está bastante desacreditado, aseguró que 100 millones de norteamericanos padecían dolor crónico, una estimación que resultó estar muy inflada. Aun así, les dio a los fabricantes otro argumento para intensificar las campañas de venta, preparó a los médicos para prescribir opioides a un ritmo acelerado e influyó en la FDA para aprobar al menos un opioide muy potente [2].
En 2016 surgió otro problema, meses después de que las Academias Nacionales recibieran una donación de la familia Sackler por US$10 millones. La FDA había elegido a la institución para formar un comité que emitiera nuevas recomendaciones para los opioides. Pero un senador se opuso a algunos de los miembros que habían elegido las Academias, argumentando que tenían “lazos importantes” con los fabricantes de opioides, incluyendo a Purdue. Antes de que empezara el trabajo, se expulsó del panel a cuatro personas.
Las Academias Nacionales son una institución no gubernamental, fundada por Abraham Lincoln en 1863 para proporcionar a la nación asesoramiento independiente en materia de ciencia y medicina. Los miembros de las Academias se eligen cada año: para los médicos y científicos, es el broche de oro en su carrera.
Sin embargo, en los últimos años, el grupo asesor ha recibido críticas por no divulgar los conflictos de interés en los informes de biotecnología [3], alimentos genéticamente modificados [4] y precios de productos farmacéuticos [5]. Lisa Bero, científica principal del Centro de Bioética y Humanidades de la Universidad de Colorado, afirmó que este problema de larga data de no divulgar los vínculos financieros entre los miembros del comité y la industria sumió a las Academias en una “edad oscura” para la integridad de la investigación.
La Dra. Bero afirmó además que aceptar millones de dólares de la familia Sackler a la vez que se asesora al gobierno federal sobre políticas para el manejo del dolor “se consideraría un conflicto de interés en casi cualquier política sobre conflicto de interés que haya visto”.
Los legisladores, entre otros, han iniciado investigaciones [6] sobre las prácticas comerciales de los miembros de la familia Sackler [7] y los gastos suntuosos de Purdue que amplificaron las voces de los médicos y de las organizaciones médicas que solicitaban más prescripciones de opioides a pesar de las crecientes cifras de muertes por sobredosis.
Sin embargo, aparte de un artículo en una publicación científica de 2019 [8], las Academias Nacionales no han atraído la atención pública. Después de reuniones internas, eliminaron silenciosamente el nombre de la familia Sackler de las conferencias y los premios que antes ayudaban a patrocinar.
Sobredosis de fentanilo: lo que hay que saber Pérdidas devastadoras. Las muertes por sobredosis —que en su mayoría fueron causadas por el fentanilo, un opioide sintético— alcanzaron niveles inéditos en EE UU en 2021. Esto es lo que necesita saber para proteger a sus seres queridos: Comprenda los efectos del fentanilo. El fentanilo es un fármaco potente de acción rápida, dos características que además lo hacen muy adictivo. Una pequeña cantidad puede producir efectos considerables, por lo que es fácil sufrir una sobredosis. Con el fentanilo, la ventana de tiempo para intervenir y salvar la vida de la persona durante una sobredosis es estrecha. Acuda únicamente a farmacias autorizadas. Los medicamentos de venta con receta que se obtienen en línea, o por medio de vendedores no autorizados, con las marcas OxyContin, Vicodin y Xanax se suelen mezclar con fentanilo. Tome únicamente los medicamentos que le haya prescrito su médico y que provengan de una farmacia autorizada. Hable con sus seres queridos. La mejor manera de prevenir el uso de fentanilo es educando a sus seres queridos, incluyendo a los adolescentes. Explíqueles qué es el fentanilo e infórmeles que puede estar en píldoras que obtengan en línea o de sus amigos. Trate de establecer un diálogo constante en charlas breves en lugar de una conversación larga y formal. Aprenda a detectar una sobredosis. Cuando alguien sufre una sobredosis de fentanilo, respira más lento y su piel toma una tonalidad azulada. Si cree que alguien está experimentando una sobredosis, llame al 911 de inmediato. Compre naloxona. Si le preocupa que un ser querido se pueda exponer al fentanilo, podría comprar naloxona. Este fármaco puede revertir una sobredosis de opioides rápidamente y suele estar disponible en farmacias sin receta médica. La FDA autorizó la venta sin receta de Narcan, un aerosol nasal de naloxona, y debería estar disponible al final del verano. |
En un comunicado, Megan Lowry, portavoz de las Academias Nacionales, aseguró que las donaciones de la familia Sackler “nunca se usaron para financiar ninguna actividad relacionada con el asesoramiento para el uso de opioides o con las acciones para contrarrestar la crisis de los opioides”. Lowry añadió que se había impedido a la organización devolver el dinero de los Sackler debido a restricciones legales y a que “el donante no estaba dispuesto a aceptar la devolución”. Las Academias no aceptaron que se entrevistara a los funcionarios de alto rango.
Las donaciones de la familia Sackler se convirtieron en un problema interno para el grupo asesor en 2019, cuando se informó sobre el dinero a los miembros del consejo administrativo [9]. Sylvester Gates, conocido como Jim, un físico prominente de la Universidad Brown que forma parte del consejo, dijo que los miembros estaban “indignados” y que se querían asegurar de que el dinero no influyera sobre el trabajo de las Academias. Pero para el Dr. Gates, devolver el dinero “era más difícil que la teoría de cuerdas que estudié”.
La Sociedad Lincoln
El 70% del presupuesto de las Academias Nacionales proviene de fondos federales. El resto proviene de su capital y de donantes privados, lo que incluye a empresas que comercializan combustibles fósiles, químicos y una enorme cantidad de medicamentos de venta con receta.
Los miembros de la familia Sackler más involucrados en la administración de Purdue Pharma hicieron sus primeras donaciones a las Academias Nacionales en 2008, cuando el Dr. Raymond Sackler, su esposa Beverly Sackler y la fundación de ambos empezaron a contribuir, según los informes del tesorero de las Academias [10]. El Dr. Sackler y su esposa fallecieron en 2017 y 2019, respectivamente.
Daniel S. Connolly, abogado de la familia de Raymond y Beverly Sackler, afirmó que la pareja donó US$13,1 millones, una cifra que difiere de los US$14 millones que figuran en el informe del tesorero de las Academias Nacionales. Connolly agregó que la finalidad de las donaciones era apoyar a las Academias Nacionales de Ciencias “de las maneras que se han descrito públicamente y que no tienen nada que ver con el dolor, los medicamentos o cualquier otra cosa relacionada con la empresa”.
Los informes del tesorero de las Academias Nacionales describen eventos relacionados con la ciencia, premios y estudios patrocinados por Raymond y Beverly Sackler.
Jillian Sackler —cuyo esposo, Arthur, falleció años antes de que el Oxycontin se empezara a comercializar— comenzó a hacer donaciones en la década de 2000, en cantidades que para 2017 alcanzaron los US$5 millones, de acuerdo con el informe, que también indica que esas donaciones financiaron una seguidilla de reuniones científicas.
Las donaciones concedieron a la familia Sackler un lugar en la Sociedad Lincoln de la institución, formada por el grupo de donantes más importantes, que mejoran el “impacto [de las Academias] como asesoras de la nación”, de acuerdo con el informe del tesorero de 2021 [11]. Las Academias invirtieron los fondos, que, a finales de 2021, sumaban más de US$31 millones, según las cifras más recientes disponibles.
Un informe defectuoso
A medida que las donaciones de los Sackler aumentaban, un cabildero de Purdue Pharma intentaba abrirse camino en las Academias, según los registros que se hicieron públicos durante los juicios a los fabricantes de opioides [12]. El Pain Care Forum, un grupo que tuvo entre sus fundadores a Burt Rosen —el cabildero de Purdue Pharma— presionó para que se aprobaran leyes[13], en 2007 y 2009, que incluían encargar a las Academias Nacionales la elaboración de un informe [14 ] que “aumentara el reconocimiento del dolor como un problema significativo de salud pública”.
Poco después de que se aprobara la medida en una ley de 2010, Rosen convocó al Pain Care Forum a una reunión a las 10 p. m. [15] para concentrarse en las “reuniones con el Instituto de Medicina” —el nombre que tenía la Academia Nacional de Medicina— y en la “pertenencia al comité del Instituto”.
Al mismo tiempo, la Academia Nacional estaba formando el comité que elaboraría su informe de 2011 sobre los opioides, que incluyó una estimación de que aproximadamente 100 millones, es decir, el 42% de los norteamericanos, sufrían de dolor; más adelante, otros investigadores descubrieron que esa cifra se había inflado significativamente. El informe describía un dolor crónico que limitaba el funcionamiento y costaba a la nación miles de millones de dólares en concepto de pérdida de salarios. Las estimaciones posteriores del CDC definieron el dolor crónico utilizando categorías de gravedad diferentes. Según el informe del CDC, alrededor de 52 millones de adultos sufrían de dolor crónico, y más de 17 millones de adultos padecían un dolor más grave o con un impacto mayor.
El informe no reveló ningún conflicto de interés de los miembros del comité ni que se había recibido financiamiento de los Sackler. Un portavoz de las Academias Nacionales afirmó que no se revelaron declaraciones de conflicto de los miembros.
No obstante, entre los panelistas seleccionados estaba el Dr. Richard Payne, quien fue presidente de la American Pain Society —un grupo de médicos— en 2003 y 2004, que en ese periodo obtuvo más de US$900.000 de Purdue [16]. El Dr. Payne falleció en 2019.
Otra panelista, Myra Christopher, intercambiaba correos electrónicos con personal de Purdue en 2007 sobre los “argumentos a debatir” [17] para responder a un programa de noticias que criticaba los opioides, según muestran los registros que se conocieron durante la investigación del Comité de Finanzas del Senado en 2020 [18].
En el momento en el que se escribió el informe de 2011, Christopher era presidente del Centro de Bioética Práctica, una organización sin fines de lucro radicada en Kansas City, Misuri. Ese año, Purdue donó US$934.770 a la organización. Cuando se le consultó sobre los fondos, John Carney, quien había sido director ejecutivo en el centro, envió un artículo de opinión [19] en el que aseguraba que los donantes no tenían ninguna injerencia en el trabajo de la organización. Christopher no quiso hacer declaraciones.
El informe de 2011, que permitió que las farmacéuticas argumentaran que los médicos deberían prescribir más opioides, se publicó mientras la Casa Blanca anunciaba un mensaje muy diferente: que la nación estaba enfrentando una crisis de adicción a los opioides [20].
Poco después de que se publicara el informe de las Academias Nacionales, el Dr. Andrew Kolodny, presidente de Physicians for Responsible Opioid Prescribing envió un correo electrónico a la institución y preguntó si se revelaría que la organización de Christopher había recibido fondos de Purdue.
En un correo electrónico de agosto de 2011 al que el New York Times tuvo acceso, Clyde Behney, un funcionario de las Academias, respondió: “Perdón, no podemos hacer eso. […] Recuerde que el informe ya está terminado y fue publicado, así que el futuro es más importante que el pasado”.
La crisis de opioides
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Behney no quiso hacer declaraciones. En un comunicado, la Academia Nacional de Medicina indicó que publicó un artículo en JAMA [21] donde explica cómo el comité llegó a estimar que 100 millones de norteamericanos padecían dolor. Y el artículo —escrito por el Dr. Victor Dzau, presidente de la Academia Nacional de Medicina— dice que el “conflicto de interés no es un problema para los autores del informe”, ya que los había seleccionado cuidadosamente. El artículo en JAMA no hizo ninguna mención de las donaciones de la familia Sackler.
Posteriormente, el Dr. Dzau escribió una carta a JAMA [22] para aclarar que el debería haber revelado —en ese artículo y en otros— sus propios conflictos de interés, que incluyen los fondos que recibió de Medtronic, el fabricante de un dispositivo que infunde medicación para el dolor.
Esta cifra desproporcionada se citó habitualmente durante años. Incluso los propios abogados de Purdue [23] la usaron en 2012: en respuesta a una investigación del Senado, utilizaron este número para demostrar que el dolor “recibía poca o nada de atención”. Los funcionarios federales también resaltaron esta estadística. En 2014, la Dra. Margaret Hamburg, que en ese momento era comisionada de la FDA, se refirió a la cifra de 100 millones de personas “que viven con dolor crónico grave” [24] para explicar por qué la agencia aprobó un controvertido y potente opioide llamado Zohydro.
Otro panel cuestionado
Para 2016, se investigaría a otro grupo de miembros del comité de las Academias Nacionales. Ese año, las muertes por sobredosis de opioides se disparaban, y, en poco tiempo, desplazarían a los accidentes de tránsito como primera causa de muerte accidental en EE UU. El Congreso presionaba al Dr. Robert Califf, que en ese momento era comisionado interino en la FDA [25], para que actuara.
Él recurrió a las Academias Nacionales [26]. Refiriéndose a las 100 millones de personas que padecían dolor, el Dr. Califf y otros altos funcionarios de la FDA escribieron en un artículo publicado en The New England Journal of Medicine [27] que la institución “aporta una perspectiva imparcial y muy respetada sobre esta problemática que nos puede ayudar a revisar nuestro modelo”. (Más tarde ese mismo año, eligieron al Dr. Califf como miembro de las Academias [28]).
Al poco tiempo se empezaron a sugerir nombres para formar parte del comité, lo que llevó al senador Ron Wyden, un demócrata de Óregon, a expresar su preocupación por los “posibles conflictos de interés y sesgos” en una carta dirigida al Dr. Dzau [29], presidente de la Academia Nacional de Medicina. Este senador observó que el trabajo de una persona que había sido financiado por Purdue usaba el término “pseudoadicción” para restarle importancia a la trampa de los opioides.
Después de eso, las Academias Nacionales reemplazaron a cuatro panelistas. El informe final del comité fue muy respetado y sigue siendo un documento importante para la FDA [30], que afirma haber consultado varias fuentes para afrontar la crisis de opioides. El Dr. Califf sigue confiando [31] en este informe [32], que animaba a hacer un “cambio fundamental” en la estrategia nacional de prescripción de opioides.
Shannon Hatch, portavoz de la agencia, aseguró que la FDA no estaba al tanto de que la familia Sackler hacía donaciones a las Academias y que el informe de 2017 habla por sí mismo.
Dos miembros del panel —Richard Bonnie, presidente del comité y director del Instituto de Leyes, Psiquiatría y Políticas Públicas de la Universidad de Virginia, y el Dr. Aaron Kesselheim, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard— afirmaron que desconocían las donaciones de la familia Sackler hasta que The Times los interrogó al respecto. El Dr. Kesselheim afirmó: “Realmente no sentí ningún tipo de influencia, presión o expectativas de ninguna persona de las Academias Nacionales”.
Dos años después de que se publicara el informe, The BMJ [33] investigó el posible conflicto de interés del Dr. Dzau y de los miembros [34] de otro comité de las Academias que se había formado para analizar las guías para la prescripción de opioides [35].
Desde entonces, el Departamento de Justicia ha anunciado un acuerdo civil y penal con Purdue Pharma por US$8000 millones, y un acuerdo civil con miembros de la familia Sackler, que aceptaron pagar US$225 millones para resolver demandas civiles [36]. Además, aseguraron que actuaron “de manera ética y legal”. Los miembros de la familia no han enfrentado cargos criminales.
Se impugnó el plan de bancarrota para reorganizar Purdue y resolver miles de casos de opioides debido a las condiciones propuestas por los Sackler; en este momento, lo está revisando un tribunal de apelación.
The Times solicitó a Purdue Pharma que respondiera a una lista de preguntas sobre sus contactos con las Academias. Pero Michele Sharp, una portavoz de Purdue, no respondió directamente a ninguna de estas cuestiones. En su lugar, dijo que la empresa estaba concentrada en los procedimientos de la bancarrota y el acuerdo. Agregó que “el acuerdo aportaría US$10.000 millones para afrontar la crisis de opioides, para que hubiera medicamentos de rescate disponibles para los casos de sobredosis y para compensar a las víctimas”.
Las instituciones que han analizado de manera más pública el uso que hicieron de las donaciones de la familia Sackler incluyen a la Universidad Tufts, que publicó una revisión de los posibles conflictos de interés relacionados con la educación sobre la investigación del dolor que fue financiada por Purdue Pharma [37]. Algunas preocupaciones observadas en el estudio incluyen a un ejecutivo de Purdue que daba clases a los estudiantes cada semestre.
En 2019, la OMS retiró [38] dos guías sobre la política de los opioides [39] después de que algunos legisladores [40] expresaran su preocupación por los lazos con los fabricantes de opioides, incluyendo a una filial de Purdue entre los autores y los patrocinadores del informe.
En cuanto al futuro, los expertos en la legislación para organizaciones sin fines de lucro dijeron que las Academias Nacionales se encontraban en una situación inusual: tenían millones de dólares y ningún plan para usarlos.
Algunas universidades, incluyendo a Brown y Tufts, han dedicado los respectivos fondos que recibieron de los Sackler para abordar la prevención y el tratamiento de las adicciones.
Dada la devastación causada por la crisis de opioides, Michael West, vicepresidente ejecutivo senior del Consejo de Organizaciones No Lucrativas de Nueva York, afirmó que sería beneficioso que las Academias hicieran lo mismo.
Agregó: “Sería una manera de tratar de enmendar las cosas”.
Referencias