Según un artículo publicado por la BBC [1], el proceso de fabricación de vacunas contra parásitos es extremadamente desafiante, pero los científicos parece que están logrando grandes avances. A continuación, los puntos más importantes.
En enero, Camerún se convirtió en el primer país del mundo en implementar la vacunación sistemática contra la malaria, y en febrero Burkina Faso le siguió los pasos.
Los casos de malaria están aumentando [2], y se calcula que aproximadamente 600.000 personas mueren de malaria cada año. Entre los factores que han impedido el control de la enfermedad figuran el cambio climático, los conflictos bélicos, los efectos persistentes de la covid-19 en los sistemas de salud y la tenaz adaptabilidad de los mosquitos portadores de la malaria. Todos estos factores han hecho que las medidas de prevención de la malaria tales como los insecticidas rociados en interiores y los mosquiteros tratados con insecticidas- estén perdiendo parte de su eficacia.
En 2019, se comenzó a probar la vacuna RTS,S contra la malaria en Ghana, Kenia y Malawi, y en 2021 la OMS recomendó su uso en niños. A la vacuna RTS,S le siguió la vacuna R21.
La RTS,S fue la primera vacuna contra una enfermedad parasitaria. Si bien los parásitos causan muchas enfermedades y muy variadas, como grupo están poco estudiadas y no hay fondos suficientes para implementar las soluciones. La mayoría de las enfermedades tropicales desatendidas [3], como la leishmaniasis y la enfermedad de Chagas, son enfermedades parasitarias.
La tasa de mortalidad por malaria es alta, lo que la convierte en un caso atípico entre las enfermedades parasitarias. En general, la tasa de mortalidad por enfermedades parasitarias es relativamente baja en comparación con otras enfermedades infecciosas, aunque pueden tener efectos incapacitantes y devastadores. Debido a esto, y a que las enfermedades parasitarias a menudo se limitan a partes específicas de los países de ingresos bajos y medianos, los desarrolladores de vacunas convencionales no las han priorizado. Por otra parte, desarrollar vacunas para los parásitos es mucho más complicado que para los virus.
Un desafío técnico de trabajar con parásitos es su enorme diversidad genética, ya que puede dificultar la selección de una especie o cepa específica
Casi todas las vacunas existentes funcionan contra bacterias y virus, actualmente no hay vacunas contra hongos en ningún lugar del mundo [4], y solo hay un tipo de vacuna, la antipalúdica, contra los parásitos.
Los parásitos a menudo tienen formas sofisticadas de evadir el sistema inmunológico del huésped. Se adaptan al huésped durante ciclos de vida complejos, que involucran varias etapas de desarrollo. Esta complejidad del ciclo de vida es una de las razones por las que los parásitos no siempre son fáciles de cultivar en un laboratorio [5]. En otras palabras, puede ser difícil producir más de ellos en condiciones controladas, en la etapa correcta de desarrollo, con fines de investigación. Otras posibilidades incluyen el cultivo de parásitos en animales de investigación o en un laboratorio, en lugar de en sus huéspedes habituales.
El equipo que trabaja en la Iniciativa de la Vacuna Antihelmintos Sm14 en la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) en Río de Janeiro. estudia los gusanos parásitos, incluyendo los esquistosomas, que afectan a unos 240 millones de personas en todo el mundo [6] y actualmente tienen opciones de tratamiento limitadas [7]. Los esquistosomas son solo un tipo de helmintos, un grupo de gusanos (incluidos los anquilostomas) que suelen causar enfermedades crónicas en los países de bajos ingresos [8].
Estos investigadores identificaron un componente clave común a muchas especies de helmintos. Descubrieron que la proteína Sm14 [9] está presente en múltiples especies de helmintos que causan enfermedades en humanos y ganado, no solo esquistosomiasis. Este equipo ha desarrollado una vacuna contra la esquistosomiasis, y ha completado algunos ensayos clínicos de fase 2 [10].
Debido a que varios tipos de gusanos producen la proteína Sm14, la vacuna contra la esquistosomiasis que el equipo está desarrollando también puede funcionar contra varias otras enfermedades causadas por diferentes especies de helmintos. Por lo tanto, un solo tipo de vacuna, en diferentes formulaciones, podría ayudar a proteger a los niños contra la esquistosomiasis, al ganado contra la fascioliasis [11] e incluso a los perros domésticos contra el gusano del corazón.
La vacuna contra la esquistosomiasis humana está siendo probada en ensayos clínicos en Senegal, y se espera que finalmente esté disponible dentro de tres años.
Este desarrollo paralelo de vacunas en humanos y animales también podría haber ayudado a avanzar las conversaciones sobre la necesidad crítica de vacunas para combatir los gusanos parásitos [12], que continuarán reinfectando a las personas que viven en las áreas afectadas.
Pero mientras que la esquistosomiasis y otras enfermedades causadas por helmintos afectan principalmente a las personas de los países más pobres, cuando se trata de ganado, los helmintos también dañan los medios de vida de las personas de los países más ricos, lo que genera un mayor incentivo de mercado. Se ha otorgado la licencia sobre la posible vacuna veterinaria contra helmintos a FABP Biotech, una empresa privada escindida de Fiocruz, mientras que la vacuna humana está siendo financiada principalmente por el gobierno brasileño.
Esta última será una “vacuna humanitaria”. El plan es que el Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos de Fiocruz (Bio-Manguinhos) lo produzca a menos de US$1 por dosis, con posibles reducciones adicionales de costos a medida que la producción aumente gradualmente hasta alcanzar finalmente el objetivo de mil millones de dosis. Habrá una limitación en el margen de beneficio.
También es probable que la vacuna contra el anquilostoma se fabrique fuera de las principales compañías farmacéuticas multinacionales. Se espera que la produzca un miembro de la Red de Fabricantes de Vacunas de Países en Desarrollo [13], que incluye a Bio-Manguinhos de Brasil, así como a fabricantes de China, India, Sudáfrica y otros países.
Aunque las vacunas antiparasitarias son muy necesarias, no solucionan el problema. Como herramienta para reducir la probabilidad y la gravedad de la infección, la vacuna contra el paludismo es un complemento, en lugar de un sustituto, de las otras estrategias. Es importante destacar que las comunidades donde se ha puesto a prueba la vacuna RTS,S no han reducido el uso de mosquiteros [14].
Se espera que a estas vacunas antiparasitarias históricas les sigan otras dirigidas a las mismas enfermedades, lo que podría mejorar su velocidad de desarrollo y su eficacia. Los investigadores informaron recientemente una tasa de eficacia promedio del 78% para la vacuna contra la malaria R21 [15] (que calificaron como “alta eficacia” [16]). Esto se basó en ensayos en niños de cinco a 17 meses en Burkina Faso, Kenia, Malí y Tanzania.
Referencias