La pandemia de covid-19 amplió las desigualdades entre ricos y pobres.
Los 194 Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud llevan dos años negociando un acuerdo internacional para la prevención, preparación y respuesta a las pandemias [1]. La necesidad de garantizar que el mundo esté mejor preparado para futuras pandemias motivó la negociación de este acuerdo.
Durante la reunión anual de la Asamblea Mundial de la Salud, en mayo de 2024, se presentó el resultado de las negociaciones dirigidas por los gobiernos, y los países solicitaron más tiempo para desarrollar este primer tratado mundial sobre pandemias. Las negociaciones se han extendido hasta mayo de 2025 [2].
Precious Matsoso fue nombrada copresidenta del Órgano de Negociación Intergubernamental (INB o Intergovernmental Negotiating Body) [3] —que se estableció en diciembre de 2021, después de que los gobiernos decidieran desarrollar un tratado internacional sobre pandemias—. Tiene más de 25 años de experiencia en gestión de asuntos relacionados con la salud, tanto a nivel nacional como internacional.
En una entrevista con Nadine Dreyer, Precious Matsoso explicó las complejidades de redactar el borrador del acuerdo y por qué es optimista respecto a su consecución.
¿Por qué necesitamos un acuerdo sobre pandemias?
Durante la pandemia de covid-19, la distribución desigual de las vacunas protegió a la población del Norte, pero dejó a los más pobres al final de la fila.
Surgieron problemas cuando se acusó a los países de ingresos altos de acumular medicamentos para su consumo, frenando el suministro a otras naciones.
Un análisis calculó que la distribución desigual de las vacunas ocasionó1,3 millones de muertes en países de bajos ingresos [4].
Durante los primeros siete meses de la campaña mundial de vacunación contra la covid -19, más del 80% de las dosis se concentraron en países de ingresos altos y medianos altos [5-7].
En el núcleo del acuerdo propuesto está la necesidad de garantizar la equidad en el acceso a las herramientas necesarias para prevenir pandemias y en el acceso universal a la atención médica.
Este acuerdo histórico será el segundo de este tipo en materia de salud, tras el Convenio Marco para el Control del Tabaco (Framework Convention on Tobacco Control) de 2003 [8], cuyo objetivo es reducir el tabaquismo en todo el mundo.
¿Qué éxitos se han conseguido hasta ahora?
El primer artículo del tratado al que se dio luz verde se refiere a los recursos humanos: el personal de salud. Estoy muy satisfecha de que al menos se garantice la protección de estos trabajadores.
Hay que recordar que ellos están en la primera línea. Así que cuando tengamos vacunas, ellos deben ser los primeros en recibirlas. También hemos añadido condiciones como trabajo digno, condiciones laborales seguras, etcétera.
Y luego está el tema de las finanzas. En ese aspecto, las negociaciones están casi terminadas.
Sin financiación no tenemos acuerdo.
Si retrocedemos a la pandemia de covid-19, algunas de las razones por las que los países fracasaron fue porque no hubo fondos suficientes para la preparación. Pero no se trataba solo de financiación para la preparación, algunos países no tenían fondos suficientes para responder a la covid.
Hay que tener un mecanismo adecuado para coordinar la financiación.
Se ha debatido si hay que crear un nuevo mecanismo de financiación o reformar el Fondo para Pandemias [9].
Este fondo, lanzado en 2022 por el Banco Mundial, fue el primer mecanismo de financiación multilateral dedicado a conceder subvenciones para ayudar a los países de ingresos bajos y medianos a estar mejor preparados para futuras pandemias.
Algunos dicen que, en lugar de crear un nuevo fondo, debemos establecer un mecanismo para que el Fondo Pandémico funcione de la manera más eficaz y equitativa, reformar su gobernanza y abordar las críticas de que la toma de decisiones se dejó en manos de un pequeño grupo de países predominantemente ricos y de filántropos.
Otros han argumentado que sigue siendo necesario contar con financiación adicional. El argumento planteado es que los Estados miembros no pueden simplemente pedir dinero. También deben invertir en la preparación para las pandemias. Además, debe haber una forma sistemática de identificar las carencias. También hay disposiciones que permiten obtener financiación nacional, ya que los países no se pueden limitar a esperar donativos; es una señal de compromiso por su parte.
Pero tenemos gente y tenemos dinero, así que al menos se puede hacer algo para luchar contra futuras pandemias.
¿Cuáles son los obstáculos que quedan?
Depende de si ves el vaso medio lleno o medio vacío. Yo veo el vaso medio lleno.
Mi opinión es que algunos negociadores, por su ideología, seguirán manteniendo la misma postura, incluso cuando se les den prórrogas. Diez años después seguirán manteniendo sus posturas.
Esto significa que teníamos que haber encontrado otra forma de resolverlo.
Empezamos a ver cómo se formaban distintos grupos —como los Amigos del Tratado (Friends of the Treaty)—, que surgieron para impulsar el acuerdo sobre pandemias, ya que en aquel momento se tenía la impresión de que los demás no se lo tomaban en serio. Otros, como el Grupo por la Equidad (Group for Equity), principalmente procedentes de países en desarrollo, defendían el acceso a los patógenos y el reparto de beneficios en igualdad de condiciones.
Los Amigos de Una Sola Salud (Friends of One Health), principalmente de Europa y el Reino Unido, querían que todo el acuerdo se enmarcara en Una Sola Salud, un concepto que contempla la relación entre las personas, los animales, las plantas y nuestro medio ambiente.
Se pidió que se celebraran reuniones informales entre los Estados miembros para que pudieran negociar entre ellos. Lo bueno de las reuniones y consultas informales fue que fomentaron el diálogo, porque también creo que estábamos lidiando con problemas de confianza.
Los países desarrollados, entre ellos EE UU, y un grupo de países en desarrollo como Sudáfrica, estaban muy interesados en la cadena de suministro y la logística: la identificación de los medicamentos y las vacunas y las cantidades necesarias, y la transparencia en los costos, los precios y otros datos relevantes sobre los productos, incluyendo las materias primas.
Dos de las negociaciones más difíciles se centran en el Sistema de Acceso a los Patógenos y la Participación en los Beneficios (Pathogen Access and Benefit-Sharing System o PABS) y en la transferencia de tecnología.
Cuando iniciamos todo el proceso, la Asamblea Mundial de la Salud dijo que, antes de escribir cualquier cosa sobre el papel, teníamos que contar con las opiniones de los 194 países. Los Estados miembros tenían que decirnos qué elementos fundamentales se debían incluir en el acuerdo sobre pandemias, lo cual era complejo ya que, obviamente, había diversos puntos de vista, diferentes perspectivas y prioridades, y los plazos eran muy ajustados. Fue un proceso muy prescriptivo con plazos muy cortos.
Así que, a lo largo del proceso, los 194 Estados miembros han manifestado sus posturas respecto a todos los artículos del acuerdo [10]. Algunos querían que se incluyera el género en la redacción del acuerdo, otros no. Algunos querían disposiciones sobre equidad, responsabilidad e indemnización. Otros no.
La complejidad fue la siguiente: ¿cómo podemos llegar a algo que sea aceptable para todas las partes? Está claro que el Acuerdo sobre Pandemias tiene que ser equilibrado, pero no débil. Si el texto es muy débil, no servirá de nada. Nada cambiará, solo se conseguirá mantener el statu quo.
Así que necesitamos un poco de tiempo para encontrar un lenguaje alternativo y la manera de convencer a algunos sobre los asuntos pendientes.
Confío en que podamos llegar a un acuerdo y completar este acuerdo en el próximo año.
Referencias