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¿Por qué deberíamos preocuparnos de que los editores de revistas médicas prestigiosas reciban pagos de la industria de la salud? (Why we should care that many editors of top medical journals get healthcare industry payments)
Michael Joyce
Health News Review, 5 de noviembre de 2017
https://www.healthnewsreview.org/2017/11/158902/
Traducido por Salud y Fármacos

Aproximadamente la mitad de los editores de las revistas médicas más prestigiosas de EE UU reciben pagos de industrias farmacéuticas o de dispositivos médicos.

Pero solo el 30% de estas revistas explica a los lectores cuáles son sus políticas sobre estos conflictos de intereses.

Esos son los resultados de un estudio canadiense publicado el mes pasado en el British Medical Journal (BMJ). Los autores plantean preguntas importantes sobre la independencia y la objetividad de las revistas académicas, que son una fuente primaria de noticias sobre atención médica.

¿Por qué deberíamos preocuparnos de que los editores de revistas reciban dinero de la industria, hasta US$1 millón en algunos casos?

Cómo se definen “los pagos” en los estudios:
El estudio canadiense publicado en el BMJ analizó principalmente los pagos de la industria a editores que aparecieron publicados en Open Payments, que son los pagos por consultorías, conferencias, viajes y comidas.

El estudio de la Universidad de Hawaii / UC-San Francisco analizó los mismos pagos mencionados arriba pero también incluyó pagos a la institución del editor.

Los editores de estas revistas son los principales guardianes y determinan qué estudios se publican y, con bastante frecuencia, qué estudios se divulgarán a través de los medios de comunicación. Si el dinero de la industria influye de alguna manera en esas decisiones, ya sea a través de pagos directos en efectivo, fondos de investigación o dinero para la institución en que trabaja el editor, entonces las noticias sobre atención médica podrían estar viciadas.

Otros aspectos destacados del estudio de la Universidad de Toronto incluyen:

  • Los investigadores consiguieron la información sobre los pagos de la base de datos Open Payments de 2014 y estudiaron 52 publicaciones médicas de gran impacto en 26 especialidades.
  • La media general de pago fue US$11 pero el rango fue amplio (US$0 a casi US$3.000). Dos editores recibieron más de US$1 millón.
  • Los editores de endocrinología, cardiología, gastroenterología y reumatología recibieron los pagos medios más altos.

Curiosamente, seis días antes de que se publicaran estos resultados, investigadores de Hawaii y San Francisco publicaron un estudio aún más extenso. Se centró específicamente en los pagos de la industria a los editores médicos y se publicó en PeerJ Repints (por lo tanto, no revisados por pares). Los principales resultados:

  • Casi dos tercios de los editores médicos (de 35 revistas influyentes) recibieron pagos de la industria durante el período del estudio de 41 meses.
  • Más de 1 de cada 7 recibió más de US$10.000 directamente (no a través de su institución).
  • El 44% de los editores de revistas de cardiología recibió más de US$10.000 en 2015.

Es de destacar que ambos estudios son retrospectivos y de diseño observacional. Esto significa que ninguno de ellos puede afirmar de forma definitiva que los pagos de la industria afectan claramente las decisiones editoriales.

Perspectiva de un editor médico
Cada vez hay más pruebas que demuestran que la generosidad de la industria de la salud afecta a los proveedores de atención médica. E incluso si no fuera así, cuando y donde hay renuencia a ser transparente, persiste el tema de la percepción pública y la confianza.

El Dr. José Merino es muy consciente de esto. Es profesor asociado de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland. Está en comités de la Academia Estadounidense de Neurología y de la Asociación Estadounidense del Corazón por su interés en el diagnóstico y tratamiento de accidentes cerebrovasculares. También es el editor de investigación en EE UU del BMJ.

“Los editores tienen un poder significativo porque deciden qué se publica (y quién lo hace)”, dice Merino, quien agrega que no acepta pagos de la industria para evitar conflictos de intereses reales o potenciales en sus roles como investigador, clínico y editor.

“Entonces, creo que es razonable esperar que los editores declaren sus conflictos de interés reales y potenciales. En el BMJ, los editores deben completar los mismos formularios de conflictos de interés que los autores y estos conflictos se enumeran en el sitio web. Además, al comienzo de cada reunión para evaluar manuscritos, en la que discutimos qué documentos pueden ser aceptados para su publicación, pedimos a los editores que den a conocer los conflictos de interés financieros y no financieros que puedan tener con los documentos que se discuten. Si los hay, ese editor no participa en la discusión e incluso puede tener que abandonar la reunión”.

Pero dado que el estudio canadiense encontró que solo el 30% de los sitios web de las revistas dieron a conocer sus políticas sobre los conflictos de interés de sus editores, es difícil saber cuántas revistas son (o no son) tan cuidadosas como el BMJ.

Los líderes de conocimiento como espada de doble filo
Muchos editores médicos de prestigiosas revistas médicas son considerados “líderes de pensamiento” en sus especialidades. Su experiencia, reputación e influencia hace que sean altamente buscados, no solo por los consejos editoriales de las revistas, sino también por colegas, sociedades profesionales, la prensa y la industria. Muchos, como Merino, también son investigadores.

Y esto crea un dilema, dice la Dra. Victoria Wong, autora principal del estudio de la Universidad de Hawai / UC-San Francisco. Wong señala que, por un lado, “algunas relaciones entre el médico y la industria son beneficiosas y pueden dar lugar a nuevas terapias u otras contribuciones médicas”. Pero, por otro lado, estos líderes de pensamiento en su especialidad también tienen más probabilidades de tener múltiples fuentes de financiación que podrían plantear conflictos de interés reales o percibidos. Wong habló más sobre esto en una entrevista reciente con Retraction Watch:

“Sería ideal que la mayoría de los editores tuviera algo de experiencia significativa en investigación, pero no a expensas de perder la objetividad y transparencia. Cuantos más fondos provengan de la industria, mayor será la probabilidad de que las decisiones editoriales no sean objetivas. Es triste que estemos discutiendo los ingresos de las mismas personas que deben velar por la integridad de la investigación médica, en la que se basan las políticas y los gastos de atención médica, pero nuestro sistema actual no considera que su trabajo sea lo suficientemente importante como para proporcionarles una fuente dedicada e imparcial de ingresos para que puedan hacerlo”.

¿Y las editoriales de las revistas médicas?
Vale la pena señalar que las revistas médicas obtienen una cantidad considerable dinero de las separatas y los anuncios pagados por las compañías de medicamentos o dispositivos. Las editoriales dependen de estos acuerdos lucrativos, que son una de las fuentes más importantes de ingresos. Entonces, ¿esto agrega un tercer nivel de posibles conflictos de interés a medida que identificamos primero los autores, luego a los editores y finalmente las empresas editoriales?

“Las separatas y pagos adicionales a las editoriales podrían constituir una fuente de sesgo”, dice el Dr. Michael Callaham de UC-San Francisco, coautor con la Dra. Wong, que estudia el proceso de publicación en las revistas con revisión por pares.

“Las revistas de alto impacto pueden obtener cientos de miles de dólares de la industria farmacéutica o de los fabricantes de dispositivos de esa manera (las industrias les compran las separatas para que los visitadores médicos las distribuyan a los médicos). Lo mismo ocurre con los suplementos de las revistas, tienen el mismo propósito, y en mi experiencia, durante el proceso de revisión por pares, a menudo no se evalúan con el mismo rigor u objetividad que los manuscritos de rutina. Las empresas editoriales generalmente afirman que los editores de las revistas tienen total independencia en la selección de los manuscritos, pero si el editor cree que un gran pedido de reimpresión hará feliz a la casa editorial (para que te valoren más a ti y a tu revista), eso podría influir en su toma de decisiones. Además, algunos contratos de las editoriales pagan más a los editores cuando los ingresos publicitarios superan cierto umbral, por lo que algunos de esos fondos pueden llegar a los editores y / o sus proyectos. No sabemos con qué frecuencia sucede esto o si sucede”.

Callaham agrega que, según su saber y entender, no hay regulaciones que obliguen a las casas editoriales a revelar a sus lectores la cantidad de ingresos que reciben de reimpresiones y suplementos.

Algunas preguntas sin respuesta
Los autores de los estudios canadienses y de Hawaii / San Francisco ven sus resultados como un llamado para que se implementen políticas más transparentes y accesibles que aborden los conflictos de interés de los editores. Como lo expresaron los autores del artículo publicado en BMJ, “los editores desempeñan un papel crucial en la integridad de la investigación; incluso una apariencia de conflicto puede servir para socavar la empresa de la investigación clínica”.

Por ahora, aunque las organizaciones profesionales como el International Committee for Medical Journal Editors (ICMJE), el Comité de Ética de Publicaciones (COPE) y la Asociación Mundial de Editores Médicos (WAME) publican directrices sobre los conflictos de interés, su cumplimiento sigue siendo voluntario.

Eso me lleva a preguntar: ¿Las revistas médicas entenderán que lo mejor para ellas sería tener una total transparencia? Si no, ¿por qué?

Muchos periodistas están de acuerdo en que no es ético aceptar obsequios o pagos que puedan afectar sus reportajes. Incluso si se han convencido a sí mismos que ellos no permitirían que esto sucediera, los periodistas éticos reconocen la posibilidad de verse afectados por la influencia subconsciente y lo ven como una pendiente resbaladiza.

¿Es demasiado pedir a los editores (y a las editoriales) que hagan lo mismo? ¿Y es demasiado pedir que reemplacemos el “llamado a la transparencia” con algo que es de rigor con lo que realmente queremos… un llamado a la honestidad?

creado el 4 de Diciembre de 2020