Salud y Fármacos is an international non-profit organization that promotes access and the appropriate use of pharmaceuticals among the Spanish-speaking population.

Tratados de Libre Comercio, Propiedad Intelectual y Patentes

Novartis, Dana Farber, Oregon Health & Science University esperan 18 años para divulgar que el financiamiento para obtener una patente clave de Gleevec provino de los NIH (Novartis, Dana Farber, Oregon Health & Science University wait 18 years to disclose NIH funding in key Gleevec patent)
James Love
Petrie-Flom Center, Harvard Law, 11 de octubre de 2019
http://blog.petrieflom.law.harvard.edu/2019/10/11/novartis-dana-farber-oregon-health-science-university-wait-18-years-to-disclose-nih-funding-in-key-gleevec-patent/
Traducido por Salud y Fármacos

Esta es una historia sobre la patente número 6.958.335 de EE UU y de cómo Novartis tardó más de 18 años en reconocer que recibió fondos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) para el desarrollo de Gleevec, permitiendo que Novartis estableciera la narrativa sobre su papel en el desarrollo de Gleevec, y evitando que surgieran solicitudes exigiendo que pusiera el medicamento “a disposición del público a precios razonables”, lo cual es obligatorio bajo la Ley Bayh-Dole.

El 10 de mayo de 2001, la FDA aprobó un nuevo medicamento, imatinib, inicialmente para el tratamiento de una indicación rara: leucemia mieloide crónica (LMC). El medicamento fue registrado por Novartis, que lo vendió bajo la marca Gleevec en EE UU, y como Glivec en otros.

Eventualmente, la FDA ampliaría los usos aprobados, incluyendo su aprobación como medicamento huérfano para nueve indicaciones, aumentando significativamente el número de pacientes que usan el medicamento. Entre las nuevas indicaciones se encuentran las aprobaciones para el tratamiento de tumores del estroma gastrointestinal.

Gleevec fue un nuevo medicamento importante. El Dr. Klausner, entonces jefe del National Cancer Institute (NCI), dijo al New York Times que Gleevec fue el “primer fármaco dirigido a una diana molecular”, y se describió como “el primero de una nueva clase de fármacos que altera las proteínas de señalización específicas, que en casos de cáncer se descontrolan y hacen que las células se dividan sin cesar”.

Según el NCI, además de tratar la LMC, Gleevec “ayudó a establecer un grupo de medicamentos contra el cáncer, llamado terapias dirigidas, que están diseñados para atacar las células cancerosas con anormalidades genéticas específicas”.

El 26 de mayo de 2001, Gleevec apareció en la portada de la revista Time.

La evidencia inicial de eficacia fue tan sólida que el imatinib se aprobó en solo 72 días, convirtiéndose en la aprobación más rápida de un medicamento nuevo por parte de la FDA, y una que otorgó a los pacientes una nueva oportunidad de vida.

En el caso de Gleevec, Novartis ha tratado de cultivar una narrativa sobre su liderazgo y los riesgos que tomó al realizar inversiones masivas en un medicamento que utilizaba un mecanismo de acción nuevo para controlar el cáncer, pero eso no fue así.

No hay duda de que fue el Dr. Brian Druker, un oncólogo que trabaja en el Instituto del Cáncer Dana Farber y más tarde en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, en Portland, Oregón, el responsable de persuadir a Novartis para que continuara con los ensayos de Gleevec y desempeñara un papel más importante en el desarrollo del medicamento.

En 2002, Michael Palmedo solicitó al Dr. Druker que describiera como se financió la investigación de Gleevec. Druker respondió “durante los años que desarrollamos Gleevec, un 50% del financiamiento de mi laboratorio provenía del Instituto Nacional del Cáncer (gobierno), el 30% por la Sociedad de Leucemia y Linfoma (sector privado), el 10% de Novartis (una empresa farmacéutica) y 10% de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon”. Druker le dio crédito a Novartis por sus inversiones en los ensayos clínicos y en la fabricación del medicamento. Pero los ensayos no fueron grandes, y el ensayo inicial de Fase 1, la etapa de desarrollo más riesgosa fue financiado en parte por los NIH.

En un reciente “Talks at Google”, el Dr. Druker indicó que Novartis era reacio a proceder porque habían anticipado que, si el medicamento funcionaba, solo se usaría para tratar a 5.000 pacientes por año, generando US$100 millones en ingresos (US$20.000 por paciente). Pero basado en la persistencia del Dr. Druker y los dramáticos resultados de los ensayos de Fase I, el desarrollo continuó.

Hoy, imatinib se usa para tratar más de diez tipos de cáncer y alrededor de 200.000 pacientes por año. En 2001, el precio inicial de Gleevec para la LMC se consideró igualmente agresivo, pero en 2016 Novartis triplicó el precio en EE UU, a pesar de la gran cantidad de pacientes que ya lo estaban usando. Para 2010, Gleevec generaba para Novartis más de US$4.000 millones al año, más de 40 veces la proyección inicial. A finales de 2018, las ventas acumuladas de Gleevec superaron los US$53.000 millones.

Druker y otros oncólogos han criticado a Novartis y otras compañías por los altos precios de los medicamentos para la LMC, especialmente en un artículo en la revista Blood. Druker ha dicho con frecuencia que no ha obtenido regalías por el medicamento, que estaba protegido por una patente amplia que tiene Norvatis sobre el compuesto.

Independientemente de si Druker recibió regalías por Gleevec, es uno de los 10 inventores que figuran en la Patente Estadounidenses Número 6.958.335, y así aparece en el Libro Naranja de la FDA para Gleevec. La patente se concedió a Novartis, el Instituto de Cáncer Dana-Farber y la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, y según el Libro Naranja de la FDA su fecha de vencimiento es el 19 de junio de 2022. La patente está relacionada con una solicitud de patente provisional del 27 de octubre de 2000, antes de que se presentara la solicitud de nuevo medicamento (NDA) para Gleevec.

Aún sorprende más que esta patente (6.958.335) se corrigió el 29 de julio de 2019 para informar que su descubrimiento se benefició de fondos federales. Esta divulgación, que se produjo más de 18 años después de la solicitud de patente original, fue para poder usar Gleevec en el tratamiento de tumores del estroma gastrointestinal (GIST). En la divulgación aparece la beca CA 605823. Según la base de datos NIH RePORT, el número de beca está asociado con 23 proyectos de NIH que se realizaron en la Oregon Health and Science University (OHSU), incluyendo becas anuales entre 1995 y 2019. De 1995 a 2015, el título de las becas era el mismo: leucemia mielógena crónica y Sustratos BCR-ABL.

En general, incluyendo CA 605823 y otras becas, los NIH enumeran US$48 millones en subvenciones al Dr. Druker, a través de cinco instituciones, incluyendo OHSU y el Instituto del Cáncer Dana Farber.

La patente, que enumera los inventores y las asignaciones a tres entidades, Novartis, Dana Farber y OHSU, probablemente fue presentada por Novartis.

La patente 6.958.335 se otorgó en 2005. La divulgación de fondos federales debería haber aparecido en la solicitud original, así como en la patente otorgada.

Presentar un certificado de corrección de patentes no es inusual (el 11% de todas las patentes estadounidenses asignadas a Novartis tienen certificados de corrección), aunque normalmente las correcciones se relacionan con otros problemas, como la especificación técnica de la invención. Los fallos en la divulgación de los derechos del gobierno son de particular interés porque se relacionan con los derechos del gobierno estadounidense para exigir que los inventos estén disponibles al público, en términos razonables, y se fabriquen en EE UU, y otorga otros derechos al gobierno sobre dichas patentes.

Las consecuencias de la falta de divulgación de los derechos de gobierno de EE UU sobre las patentes incluyen como posible sanción que el gobierno federal se adjudique a si mismo la patente. Los NIH rara vez han seguido ese camino, pero es una posibilidad. Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos afirmaron que un contratista, Campbell Plastics, perdió el título de una patente desarrollada con el apoyo del Ejército al no cumplir con los requisitos de divulgación. Campbell Plastics apeló, y la Corte de Apelaciones de EE UU para el Circuito Federal confirmó la decisión del Ejército (Campbell Plastics Engineering & Mfg., Inc. v. Brownlee, 389 F.3d 1243 (Fed. Cir. 2004). Desde entonces, los contratistas han considerado la decisión en el caso de Campbell Plastics como una advertencia sobre las posibles consecuencias de no revelar los derechos del gobierno.

En este caso, Novartis, Dana Farber y OHSU parecen no tener ese problema porque corrigieron la patente. No sabemos por qué, después de más de 18 años, finalmente se realizó una corrección, ni quién intervino para que se hiciera. Pero es un claro recordatorio de cuán laxos son los NIH al monitorear esta obligación, que permitió que Novartis ocultara el financiamiento federal para una patente clave de su Libro Naranja sobre un famoso medicamento que ha generado más de US$53.000 millones en ventas, y que ha sido el tema de intensas críticas sobre las agresivas políticas de precios de Novartis.

KEI ha escrito a los NIH en varias ocasiones para identificar casos en los que los inventores no han reconocido el financiamiento federal en las solicitudes de patentes. Tales casos no han sido difíciles de encontrar. En la década de 1990, el Congreso y el Departamento de Salud y Servicios Humanos investigaron estos fallos en la divulgación, y detectaron un incumplimiento generalizado del mandato de divulgación y una supervisión laxa. Esta es un área que El Congreso debería supervisar más estrictamente, ya que varios grupos están planteando el papel que juega el gobierno federal en el desarrollo de medicamentos.

creado el 4 de Diciembre de 2020