Ética
Hacia finales de septiembre del año pasado, EE UU presenció un bombardeo mediático para instilar esperanza en la población respecto a la pandemia, y a la vez protestas por dicho bombardeo de parte de funcionarios del sector salud del gobierno, de los medios de comunicación y de muchos otros actores. A continuación, resumimos dos notas de prensa que abordaron esta temática [1, 2].
A semanas de las elecciones presidenciales, la administración Trump decidió invertir más de US$300 millones para, según documentos del Departamento de Salud y Servicios Humanos (en inglés Department of Health and Humans Services HHS), “ayudar a ‘vencer la desesperación, inspirar esperanza y lograr la recuperación nacional’ con respecto al COVID-19” [1]. El mismo presidente Trump ordenó a Michael Caputo que diseñara la campaña. El Sr. Caputo es un aliado de Trump que participó en su campaña presidencial y fungía como subsecretario de asuntos públicos del HHS. Cuando se lanzó la campaña Caputo estaba con una baja que había tomado poco después de que se divulgara un video en el que acusaba a los científicos de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedad (en inglés Centers for Disease Control and Prevention CDC) de “sedición”.
En palabras de Mark Weber, subsecretario adjunto de asuntos públicos para servicios humanos que hacia finales de septiembre supervisaba la campaña, no se trataba de una campaña política ni estaba relacionada con las elecciones [2] sino que consistía en un trabajo “diseñado por el HHS para ayudar a los estadounidenses a tomar decisiones informadas sobre la prevención y el tratamiento de Covid-19 y la gripe” [1]. La campaña incluía la participación de artistas conocidos y de funcionarios de la administración.
Según expertos en salud pública como Tom Inglesby, director del Centro de Seguridad de la Salud de la Universidad Johns Hopkins, la campaña “debería haber sido liderada por los CDC y su Comité de Promoción de la Salud, y no por un funcionario sin conocimientos científicos ni de salud, y sus amigos” [1]. Inglesby advirtió que cualquier campaña que no estuviera basada en la ciencia y en la salud pública sería perjudicial.
La FDA contribuyó con US$15 millones de su presupuesto para el trabajo previo a la campaña. El monto principal, US$300 millones provinieron del presupuesto que el CDC tenía destinado a “otros propósitos”. Al parecer, el HHS solicitó el dinero dando muy pocos detalles sobre su futuro uso, y fue bastante renuente a involucrar al CDC en la campaña.
Para ejecutar la campaña, el HHS contrató a la consultora Fors Marsh Group a comienzos de septiembre, pero cuando a los pocos días empezaron a surgir las críticas, la campaña se debilitó. Por un lado, empleados del HHS empezaron a rechazarla porque aparentaba estar motivada por intereses políticos. Un funcionario del HHS calificó el esfuerzo como un “despilfarro” y expresó que en medio de la pandemia “se podrían utilizar esos millones de dólares para comprar equipos de protección personal, en lugar de gastarlos en anuncios publicitarios protagonizados por artistas” [2]
De otro lado, muchos artistas (más de 30) declinaron la invitación a participar. El agende de uno de ellos dijo que hay muchas otras maneras de contribuir a generar conciencia sobre el Covid-19 que no implican involucrarse con la administración Trump [2]. De hecho, a finales de septiembre solo dos artistas habían aceptado participar/
Finalmente, el tiempo fue otro factor que jugó en contra, máxime si se considera que todo el trabajo de desplegar una campaña de esa magnitud (agendar entrevistas, crear el contenido, realizar las tomas para los anuncios, y publicarlas) estaba condicionado por la fecha de las elecciones.
Nota de Salud y Fármacos. Los interesados en este tema pueden leer un extenso artículo de Dan Diamon. It’s like every red flag’: Trump-ordered HHS ad blitz raises alarms. Político, 25 de septiembre de 2020 https://www.politico.com/news/2020/09/25/trump-hhs-ads-coronavirus-421957
Referencias