Israel ha sido el canario en la mina de carbón, fue el primer país en señalar un pico preocupante de casos de miocarditis (músculo cardíaco inflamado).
Los primeros datos [1] indicaban que la miocarditis era más frecuente en hombres jóvenes (16-19 años), sobre todo después de la segunda dosis, con una tasa de 1 de cada 6.600.
Los CDC estadounidenses trataron de apagar las llamas. Según su sistema de seguimiento, las tasas de miocarditis tras la vacunación estaban dentro de las tasas de referencia previstas [2].
Al mes siguiente, los CDC publicaron sus propios datos [3]: en los varones menores de 40 años, la miocarditis presentaba una tasa de 1 entre 31.000 tras dos dosis de una vacuna de ARNm.
El problema no iba a desaparecer. En julio de 2021, la Unión Europea (UE) hizo su propia investigación y concluyó que había una “posible relación entre la inflamación del corazón y las vacunas de ARNm” [4].
En respuesta, los principales reguladores de medicamentos de EE UU, el Reino Unido, Australia y Europa añadieron una advertencia en las vacunas de ARNm para alertar sobre el riesgo de miocarditis en varones menores de 30 años.
Para contrarrestar el miedo del público, las autoridades tranquilizaron a sus ciudadanos diciendo que los casos eran leves, increíblemente raros, y se resolvían sin tratamiento. Por lo tanto, los beneficios de vacunar a los jóvenes superaban los riesgos [5].
Se siguen haciendo estudios
En septiembre de 2021, una pre-publicación que no había sido revisada por pares, realizada por Høeg y sus colaboradores [6] volvió a hacer sonar la alarma.
Los autores analizaron más detalladamente el Sistema de Notificación de Eventos Adversos de Vacunas de Estados Unidos (VAERS) y aportaron un análisis más sensible que el de los CDC.
La incidencia de miocarditis en varones jóvenes fue de 1 por cada 10.600 (16-17 años) y 1 por cada 6.200 (12-15 años), y la mayoría, el 86% de ellos, requirió algún tipo de atención hospitalaria.
Los escépticos acudieron a las redes sociales para desacreditar el artículo y atacar al autor principal, afirmando que las cifras habían sido “enormemente sobreestimadas” [7].
Pero entonces, la FDA publicó un informe que podría haber humillado a los críticos.
El informe [8] contenía datos de Pfizer que mostraban tasas de miocarditis más altas que las comunicadas anteriormente por los CDC, uno de cada 15.000 (varones de 16-17 años).
La vacuna de Moderna parecía estar relacionado con más casos de miocarditis que la de Pfizer.
Así que, por exceso de precaución, Suecia, Noruega y Finlandia rompieron filas con sus homólogos europeos y suspendieron el uso de la vacuna de Moderna en todos los menores de 30 años.
Francia y Alemania no tardaron en seguirles* [9].
Las autoridades siguieron impulsando la vacunación masiva [10], afirmando que los jóvenes tenían más probabilidades de desarrollar miocarditis si se contagiaban de covid-19, citando una publicación mal validada que utilizaba “estimaciones” [11].
Los estudios siguieron llegando.
Uno de Hong Kong [12] mostraba que la incidencia de miocarditis en varones de 12 a 17 años tras dos dosis de Pfizer era de un caso en 2.700, y otro realizado por investigadores de Oxford [13] desató un frenético debate entre los académicos.
Fue el primer estudio que puso en tela de juicio la opinión generalizada de que la miocarditis era más frecuente después de covid-19 que después de la vacunación de los varones jóvenes menores de 40 años (gráfico).
Esto fue así después de la 2ª y 3ª dosis de Pfizer y de la 1ª y 2ª de Moderna, pero el efecto se invirtió en los grupos de mayor edad.
Por último, la pre-impresión de un estudio de Kaiser Permanente [14] también encontró altas tasas de miopericarditis después de dos dosis de una vacuna de ARNm; uno de cada 1.800 en varones de 18-24 años y uno de cada 2.600 en varones de 12-17 años.
Los autores concluyeron que “la verdadera incidencia de miopericarditis es notablemente superior a la incidencia comunicada a los comités asesores de EE UU”.
La miocarditis post-vacunación ¿es “leve”?
El Dr. Peter McCullough es un cardiólogo, internista, epidemiólogo y coeditor de la revista Reviews in Cardiovascular Medicine, que reside en Texas.
A lo largo de la pandemia, el Dr. McCullough ha tratado las complicaciones cardiovasculares tanto de la infección vírica como de las lesiones que se producen tras la vacuna covid-19.
Rechaza la idea de que la mayoría de los casos de miocarditis posvacunación sean triviales o “leves”.
“Desarrollan repentinamente dolor en el pecho, niveles elevados de troponina [indica daño muscular en el corazón], cambios en el electrocardiograma y alrededor de tres cuartas partes tienen evidencia de daño cardíaco por ecocardiografía o resonancia magnética”, dijo.
La experiencia clínica del Dr. McCullough está respaldada por una amplia serie de casos de sospecha de miocarditis postvacunal en personas menores de 21 años, que se publicó en Circulation [15].
Las resonancias magnéticas cardíacas mostraron que el 77% presentaba anomalías, y el 99% presentaban un realce tardío de gadolinio (que significa fibrosis o tejido cicatricial) y el 72% tenía edema miocárdico (hinchazón del músculo cardíaco).
Es demasiado pronto para saber cuáles serán las repercusiones a largo plazo para quienes desarrollen miocarditis después de la vacunación, pero un estudio de 2019 publicado en Circulation [16] sugirió que el 13% de los casos de miocarditis acaban con una función cardíaca deteriorada.
El Dr. McCullough dice que esto podría ser solo la punta del iceberg.
“Creo que hay un gran número de casos de miocarditis subclínica. Tal vez una de sus manifestaciones es que cada vez hay más atletas, sobre todo en ese grupo de entre 18 y 24 años [obligado a vacunarse], que colapsan en el campo de fútbol”, dice el Dr. McCullough.
“Una de las cosas que tienen que hacer para recuperarse es abstenerse de cualquier actividad física, porque el ejercicio extremo mientras el corazón está inflamado desencadenará la muerte súbita de origen cardíaco”.
Las plataformas de las redes sociales se han inundado con vídeos de jugadores de fútbol que se desploman en el campo, pero los escépticos han negado cualquier relación con las vacunas, diciendo que la muerte súbita cardíaca siempre ha sido un problema en el deporte y que el aumento de los eventos es una “coincidencia”.
Recientemente, las autoridades sanitarias de Nueva Zelanda [17] afirmaron que un hombre de 26 años había muerto de miocarditis relacionada con la vacuna de Pfizer.
¿Cuál es la tasa de miocarditis pediátrica?
La miocarditis suele ser muy rara en la población pediátrica (cuatro por millón al año [18]), pero el aumento de casos que se han dado después de la vacunación que se notificaron al VAERS de los CDC (n=23.317 casos, hasta el 31 de diciembre de 2021) preocupa al Dr. McCullough.
“Si la tasa basal anual es de cuatro por millón, ahora tenemos tasas de miocarditis inducidas por vacunas que rondan los 200 a 400 por millón en un año [uno de cada 5.000-2.500]”, dice el Dr. McCullough
“Y no hay que olvidar que no se trata de niños que reciben la dosis de refuerzo. Cuando empiecen con las dosis de refuerzo, las cifras pueden llegar a ser de 600 a 800 por millón al año [uno de cada 1.600 – 1.250]”, añade.
Las tasas de miocarditis son más frecuentes en los varones jóvenes, probablemente debido a los andrógenos (hormonas como la testosterona).
Investigadores brasileños han afirmado que se han obtenido resultados favorables tras tratar a los pacientes de covid-19 con una terapia antiandrógena, pero se requieren más investigaciones.
También puede explicar por qué algunos datos sugieren que los prepúberes de 5 a 11 años podrían verse menos afectados por la miocarditis que los mayores de 12 años.
¿Cuál es el mecanismo biológico?
El mecanismo por el que la vacuna induce miocarditis no está bien definido, pero es probable que esté relacionado con las nanopartículas lipídicas de la vacuna que transportan el ARNm.
La vacuna está diseñada para ser inyectada por vía intramuscular (deltoides) y producir una reacción inmunitaria local. Sin embargo, los estudios que se entregaron a los reguladores europeos [19] muestran que estas nanopartículas lipídicas se pueden depositar en los tejidos, más allá del lugar de la inyección, como en el hígado, las glándulas suprarrenales, el bazo y los ovarios.
“Las nanopartículas lipídicas se distribuyen por todo el cuerpo e, invariablemente, algunas van al corazón. El mosaico de células con nanopartículas lipídicas puede empezar a producir la proteína de espiga que causa la inflamación en esos tejidos”, explica el Dr. McCullough.
“También sabemos que la proteína de espiga circula en el torrente sanguíneo durante unas dos semanas tras recibir la dosis, y en algunas personas puede circular y puede medirse hasta un mes después de la inyección. Esa proteína de espiga que circula libremente también se puede depositar en el corazón”.
Un estudio de Avolio y colegas [20] muestra que la proteína de espiga tiene la capacidad de provocar cambios moleculares y funcionales en los pericitos vasculares humanos, que son las células de soporte alrededor de los capilares que rodean las células del músculo cardíaco.
Interpretación de los resultados
Hay varias cosas que hay que tener en cuenta cuando se decide vacunar a los niños y a los adultos jóvenes contra la covid-19.
Edad | Mediana de la tasa de mortalidad | Tasa de supervivencia |
0-19 | 0,0027% | 99,9973% |
20-29 | 0,014% | 99,9860% |
30-39 | 0,031% | 99, 9690% |
40-49 | 0,082% | 99,9180% |
50-59 | 0,27% | 99,7300% |
60-69 | 0,59% | 99,4100% |
Resumiendo la evidencia, algunos expertos [22] sugieren que los beneficios de una vacuna de ARNm en adultos jóvenes cuyo riesgo ya es bajo, no compensan los daños.
Otros han solicitado utilizar una estrategia más matizada para vacunar a los niños contra la covid-19 [23], que va desde espaciar más las dos dosis, recomendar sólo una dosis o vacunar sólo a los niños con alto riesgo de complicaciones por la covid-19.
Lamentablemente, la incertidumbre y la falta de transparencia por parte de las fuentes autorizadas han dañado probablemente la confianza del público en las vacunaciones rutinarias para las generaciones venideras.
Referencias