Salud y Fármacos is an international non-profit organization that promotes access and the appropriate use of pharmaceuticals among the Spanish-speaking population.
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Muchos pacientes hipertensos pueden estar tomando inadvertidamente medicamentos que aumentan la presión arterial (PA), según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) de EE UU.
Timothy Anderson, del Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston, y sus colegas en JAMA Internal Medicine informaron que en general, en las encuestas que se han ido haciendo entre 2009 y 2018, la prevalencia de uso de dichos medicamentos fue de un 14,9%, alcanzando el 18,5% entre los adultos con hipertensión.
Se estableció cuales eran los medicamentos que aumentan la PA utilizando las guías del Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón de 2017. Los medicamentos que los participantes en NHANES tomaron con mayor frecuencia fueron los antidepresivos (8,7%), los antiinflamatorios no esteroideos (AINE; 6,5%), los esteroides (1,9%) y los estrógenos (1,7%).
“La mayoría de los adultos estadounidenses con hipertensión no han alcanzado los objetivos recomendados de PA. Un obstáculo para el control que a menudo se pasa por alto es la iatrogenia, es decir, el uso de medicamentos que se sabe que elevan la PA. Dadas las tendencias nacionales a aumentar la polifarmacia, el uso de medicamentos que elevan la PA puede contribuir al control deficiente de la PA y también empeorar la polifarmacia”, dijeron los investigadores.
El uso de estos medicamentos se ha asociado a un mayor uso de antihipertensivos, tanto en personas con hipertensión controlada como no controlada. Los adultos que recibían tratamiento antihipertensivo tenían más probabilidades de tener hipertensión no controlada si tomaban estos medicamentos (OR 1,24; IC del 95%: 1,08-1,43).
“Muchos medicamentos conocidos por elevar la PA tienen alternativas terapéuticas que no producen este efecto adverso, por ejemplo, el paracetamol en lugar de los AINE y los anticonceptivos sólo de progestina o no hormonales en lugar de los anticonceptivos que contienen etinilestradiol”, señaló el grupo de Anderson.
“Así, nuestros hallazgos indican que hay una gran oportunidad para mejorar el control de la PA mediante la optimización de los regímenes de medicación, un enfoque que podría reducir también la polifarmacia y la complejidad del régimen de medicación”, sugirieron los autores.
“Los médicos que atienden a los pacientes con hipertensión deberían examinar de forma rutinaria los medicamentos que pueden causar una elevación de la PA y considerar la posibilidad de prescribirlos, sustituyéndolos por alternativas terapéuticas más seguras, y minimizando la dosis y la duración de su uso cuando no hay alternativas disponibles”, afirmaron.
El estudio transversal incluyó a 27.599 participantes adultos de la NHANES (edad media de 46,9 años; 50,9% mujeres).
La hipertensión se definió como PA sistólica igual o superior a 130 mm Hg o diastólica igual o superior a 80 mm Hg. La prevalencia de hipertensión y de hipertensión no controlada fue del 49,2% y del 35,4%, respectivamente.
El uso de medicamentos recetados se obtuvo a partir de las entrevistas domiciliarias en la NHANES.
Anderson y sus colegas reconocieron que la información sobre los medicamentos era autodeclarada y no incluyeron datos sobre la dosis de medicamentos, la duración y el uso de medicamentos sin receta.
La NHANES fue la base de un informe anterior que sugería que en los últimos años ha habido un descenso tanto del conocimiento como del control de la hipertensión.