Los Estados miembros de la OMS tenían no hace mucho grandes esperanzas de que podrían acordar una amplia reforma financiera para que el presupuesto anual de US$3 000 millones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) fuera más sostenible, ahora parecen que están fracasando.
Un informe del Grupo de Trabajo de los Estados Miembros sobre la Financiación Sostenible, publicado el martes, no llega a recomendar que las contribuciones asignadas de los Estados Miembros de la OMS se incrementen gradualmente hasta cubrir el 50% de las necesidades presupuestarias básicas de la Organización para el 2028-29.
El aumento de las contribuciones asignadas se considera una medida fundamental para una serie de reformas más amplias a las finanzas de la OMS, que surgen de una serie de evaluaciones externas recientes del desempeño-y las deficiencias- de la OMS durante la pandemia covid, entre ellos el análisis del Grupo Independiente copresidido por Helen Clark y Ellen Johnson-Sirleaf, ex presidenteas de Nueva Zelanda y Liberia respectivamente.
A raíz de estas críticas, la reforma de la financiación de la OMS se ha convertido en una causa emblemática para Alemania, respaldada por un amplio bloque de Estados miembros europeos, africanos y de otros continentes, que consideran que la reforma de la financiación es fundamental para mantener el papel central de la OMS en la toma de decisiones mundiales relacionadas con la salud, después de la pandemia.
Si bien el estancamiento del Grupo de Trabajo no significa que la iniciativa de reforma de la financiación esté muerta, sí significa que, en este momento, no hay ninguna vía clara para tomar una decisión formal sobre reformas de gran calado en el período previo a la reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS, prevista para el 24-29 de enero, en la que se revisarán las deliberaciones del Grupo de Trabajo.
En una serie de extensas consultas con los Estados miembros que empezaron en marzo de 2021, todo el bloque africano de la OMS, así como la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea y del Mediterráneo Oriental (Oriente Medio) se pronunciaron firmemente a favor de las reformas financieras, según el informe. De los 100 países que respondieron por escrito, unos 90 apoyaron un aumento del nivel de las contribuciones asignadas, que llevan estancadas más de una década.
Pero un puñado de países, entre los que se encuentra EE UU, pero también Rusia y Brasil, se han mantenido reticentes, según explicaron observadores diplomáticos en Ginebra a Health Policy Watch.
Otros países que se resisten son Japón, Mónaco y Polonia, según los observadores. China, por su parte, ha permanecido neutra, ni apoyando ni oponiéndose rotundamente.
Su reticencia se resume en una escueta frase del informe del 4 de enero que dice “El Grupo de Trabajo no llegó a un consenso sobre las Recomendaciones del informe, dado el tiempo limitado”.
A primera vista, esto puede parecer extraño en el caso de EE UU, que suele ser el mayor contribuyente, o uno de los mayores, contribuyentes a la OMS en general. Sin embargo, la mayor parte de las contribuciones de EE UU son “voluntarias”, lo que significa que se pueden dedicar a una amplia gama de oficinas e iniciativas estadounidenses, desde USAID y los Centros de Control de Enfermedades hasta el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
Contribuciones de EE UU a la OMS, según tipo de contribución
Las contribuciones regulares de EE UU a la OMS han permanecido casi congeladas durante más de una década, y la mayor parte de la financiación ha sido en forma de contribuciones “voluntarias”.
Conseguir la aprobación del Congreso estadounidense para aumentar la proporción de las contribuciones obligatorias de EE UU podría ser políticamente difícil. Y esto es lo que pasaría ahora, incluso para la administración del presidente estadounidense Joe Biden, que es simpatizante de la OMS, que ya se enfrenta a una oposición cada vez más dura por parte de sus oponentes republicanos en el Congreso.
Y aunque el impacto acumulativo de la propuesta de aumentar las asignaciones hasta el 50% sólo supondría el aporte de US$600 millones adicionales por parte de todos los Estados miembros de la OMS, algunos países también podrían estar preocupados por el precedente que podría sentar la decisión.
En particular, pueden temer que aceptar cuotas más altas de la OMS pueda derivar en pagos más altos para el resto del sistema de la ONU, con implicaciones presupuestarias mucho mayores, dijeron las fuentes.
“Creo que ese es el problema principal: ¿qué significaría el aumento de la contribución de la OMS para todo el sistema de la ONU?”, dijo un observador a Health Policy Watch. “Estamos abriendo la caja de Pandora, de modo que si aumentamos la contribución asignada para la OMS, no tendríamos que aumentarla para la ONU en general, para el PNUD, para todo el mundo”.
Los Estados miembros de la OMS son “accionistas minoritarios” del presupuesto de la OMS
Principales contribuyentes al presupuesto de la OMS (2018)
El sistema actual, sin embargo, deja a los Estados miembros de la OMS como accionistas minoritarios en la gobernanza de la OMS, dicen los críticos.
Por el contrario, organizaciones filantrópicas como la Fundación Bill y Melinda Gates y Gavi, la Alianza para las Vacunas, figuran entre los cinco mayores contribuyentes a la OMS, y consecuentemente ejercen una influencia desproporcionada.
En la actualidad, las contribuciones periódicas de los Estados miembros sólo generan unos US$475 millones al año, lo que supone sólo un 16% de los US$3.000 millones del presupuesto anual de la OMS.
Junto con los déficits presupuestarios crónicos para tareas clave, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS ha denunciado la dependencia de las donaciones “voluntarias” por considerar que dificulta una planificación más estratégica del uso de los recursos.
Las donaciones voluntarias no sólo son impredecibles, sino que además suelen ir acompañadas de condicionantes, lo que significa que tienen que dedicarse a una actividad específica del programa. Esto limita la capacidad de la OMS para cambiar de forma ágil la financiación y responder a emergencias como la reciente pandemia de covid, según afirmó en su informe publicado en mayo otro órgano de evaluación de la OMS, el Comité Asesor y de Supervisión Independiente (CAI).
De cara al futuro, también existe la preocupación de que, si se crean otras nuevas instituciones de salud mundiales bajo los auspicios de una Convención sobre Pandemias o de un consejo sobre Amenazas Sanitarias Mundiales patrocinado por la ONU, éstas podrían tener la consecuencia no deseada de debilitar a la OMS. Por el contrario, una base financiera sólida ayudaría a garantizar que la OMS siga siendo líder en la toma de decisiones en materia de salud mundial, incluso si surgen paralelamente nuevas oficinas o agencias específicas para la pandemia.
En una comparecencia a mediados de diciembre en el Graduate Institute Global Health Centre de Ginebra, poco antes de la última reunión del Grupo de Trabajo, el alemán Björn Kümmel, jefe adjunto de salud mundial en el Ministerio de Sanidad y jefe del Grupo de Trabajo sobre Financiación Sostenible, hizo un enérgico llamado para que se introduzcan cambios audaces en el plan de financiación de la OMS.
Para Kümmel, la estructura actual está “fundamentalmente podrida”, por su excesiva dependencia de sólo un puñado de países ricos y unos pocos donantes privados, declaró.
“En la práctica, no es posible plantear reformas parciales, tenemos que cambiar la forma en que se financia la OMS”, dijo Kümmel, actualmente también vicepresidente del Consejo Ejecutivo.
Es muy “decepcionante” que los Estados miembros no hayan aprovechado la urgencia del momento creado por la pandemia para emprender reformas audaces, dice Olaf Wientzek, Director de Diálogo Multilateral de la Fundación Konrad-Adenauer de Alemania en la oficina de Ginebra.
Señala que la propuesta de aumentar las contribuciones hasta el 50% ni siquiera va tan lejos como han propuesto otras evaluaciones externas. El Panel Independiente, por ejemplo, había pedido un aumento de las contribuciones para cubrir el 66% de los costes del presupuesto base de la OMS.
“Creo que era un compromiso bastante bueno, porque a largo plazo supone un gran cambio, pero no lo hace demasiado rápido, donde se podría argumentar que, dada la reacción económica que ha creado la crisis por el coronavirus, sería demasiado duro para muchos países”, dijo Wientzek.
“Y para ser sinceros, si hablamos de los paquetes de recuperación masiva que los países han aprobado para hacer frente a la pandemia, las sumas que se destinan a la OMS son ridículas. No es ambicioso, no sería tan difícil”.
Wientzek se mostró esperanzado en que el proceso de creación de consenso sobre las reformas pueda simplemente tardar más tiempo, como suele ocurrir en los laboriosos debates de la OMS en los que el consenso es la norma.
“La iniciativa puede tener más posibilidades en mayo [en la Asamblea Mundial de la Salud], o en la siguiente asamblea”, predijo. “Lo que sí sé es que Alemania sigue muy comprometida con esto, y no creo que eso vaya a cambiar con el nuevo gobierno [alemán]”.