Las convulsiones son un efecto adverso conocido de muchos antihistamínicos, como la loratadina y la cetirizina [1]. A finales de 2021, se publicaron los resultados de un estudio epidemiológico que evaluó el vínculo entre el uso de otro antihistamínico, la desloratadina (Aerius u otras marcas), y las convulsiones. Este estudio se hizo a la solicitud de la EMA en 2013, después de que se informaran casos de convulsiones en niños [2].
La exposición a la desloratadina se estimó con los datos de reembolsos. El estudio incluyó a aproximadamente 1.800.000 pacientes que no tenían antecedentes de epilepsia y que habían recibido un primer reembolso por desloratadina en Dinamarca, Finlandia, Noruega o Suecia entre 2001 y 2015. El riesgo de una primera convulsión se comparó entre los períodos de exposición a la desloratadina y los períodos sin exposición; los pacientes actuaron como sus propios controles. La edad promedio de los pacientes fue de 29,5 años, y el 20% eran niños de entre 0 y 5 años.
Después de ajustar por varios factores de confusión, la incidencia de los primeros episodios de convulsiones se estimó en 31,6 por cada 100.000 pacientes por año durante la exposición a la desloratadina frente a 21,7 sin exposición a este antihistamínico, es decir, un riesgo relativo (RR) estimado de 1,5 con un intervalo de confianza del 95% (IC95) de 1,3 a 1,6. El aumento del riesgo pareció ser mayor en los niños de 0 a 5 años (RR=1,9; IC95: 1,7 a 2,1).
En la práctica, estos resultados ilustran que el uso de antihistamínicos no se debería tomar a la ligera, sobre todo en los niños pequeños, que corren un mayor riesgo de padecer convulsiones.
Referencias