Investigaciones
Aprobaciones problemáticas de medicamentos nuevos en 2016
Worst Pills Best Pills Newsletter, marzo 2017
Traducido por salud y Fármacos
El grupo de investigación en salud de Public Citizen (Public Citizen’s Health Research Group) ha evaluado tres de los nuevos medicamentos aprobados por la FDA en 2016 [1]. Encontramos que uno era ineficaz y testificamos contra la aprobación de los otros dos, ambos analgésicos opiáceos, debido a la falta de evidencia para apoyar la afirmación de los fabricantes de que son menos propensos a ser abusados.
Eteplirsen: No utilizar
La FDA aprobó eteplirsen (EXONDYS 51) en septiembre para tratar una enfermedad genética grave que afecta a los músculos y se conoce como distrofia muscular de Duchenne (DMD) [2]. La aprobación se basó en tres ensayos clínicos muy pequeños que incluyeron a un total de 25 sujetos con DMD. El personal de la FDA estuvo de acuerdo en que hubo “fallas importantes en el diseño y la implementación” de estos ensayos [3]. Por otra parte, los ensayos no detectaron ninguna mejora significativa en el rendimiento físico de los sujetos y sólo diminutos aumentos en sus niveles de proteína muscular, ya que los pacientes con DMC tienen niveles bajos y este fármaco debe aumentarlos. Consecuentemente, un equipo de científicos expertos de la FDA concluyó que los ensayos no proporcionaron evidencia sustancial de que el fármaco fuese eficaz – que desde 1962 es el estándar legal para aprobar nuevos fármacos – y recomendaron no aprobarlo.
A pesar de la abrumadora oposición a la aprobación de eteplirsen, la directora del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos (CDER) de la FDA, la Dra. Janet Woodcock, apoyada por el entonces comisionado de la FDA, Robert Califf, rechazó la recomendación de los científicos de la FDA y decidió aprobar la droga. La decisión de Woodcock de ignorar la opinión de tantos expertos de la agencia es una capitulación peligrosa, sin precedentes, a la presión de políticos y pacientes y refleja un desprecio sorprendente por la evidencia científica. Su acción eviscera los estándares que la FDA utiliza para la aprobación (que bajo Woodcock ya estaban en declive) de los nuevos medicamentos, amenaza la salud pública y demuestra que no es apta para el puesto de directora del CDER, cargo que ha ocupado durante casi 20 años.
Nuevos opiáceos: uso limitado
En EE UU, entre 2000 y 2015, más de medio millón de personas murieron por sobredosis de drogas [4]. Muchos de ellos por sobredosis de opiáceos, que desde 1999 se han cuadruplicado en EE UU. El gobierno del presidente Barack Obama calificó el problema del abuso de opiáceos como “epidemia” [5].
El detonante de la epidemia ha sido un dramático aumento en la prescripción de opiáceos para tratar el dolor. Originalmente, los opiáceos se utilizaban principalmente para el tratamiento a corto plazo del dolor severo tras un trauma o cirugía mayor y, a más largo plazo para tratar el dolor asociado a enfermedades terminales, como el cáncer. Sin embargo, estos medicamentos se han anunciado y promovido fuertemente a los médicos, y en algunos casos, los mensajes publicitarios engañosamente minimizaron el potencial adictivo de los medicamentos [6] o promovieron la prescripción “off-label” o para usos no aprobados por la FDA [7]. Esta agresiva promoción, a menudo ilegal, ayudó a fomentar el uso generalizado y la adicción a los opiáceos en EE.UU.
A raíz de la epidemia, la industria farmacéutica comenzó a desarrollar nuevas formulaciones de medicamentos opiáceos que, según ellos, serían más resistentes al abuso. El objetivo de estos nuevos fármacos era evitar que la gente se “drogara” machacando los comprimidos para inhalarlos o disolverlos y después inyectarlos. Estos fármacos deben consumirse por vía oral [8]. Sin embargo, no está claro que sean suficientemente resistentes a tal adulteración (ver “Liberación prolongada de oxicodona-naltrexona” a continuación). Y también se puede abusar del medicamento utilizándolo por vía oral, al igual que las formas más antiguas.
En 2009, la FDA aprobó el primer opiáceo que debía disuadir el abuso, EMBEDA, la primera combinación de morfina opiácea con otro fármaco, la naltrexona [9]. Desde entonces, se han aprobado otros seis, incluyendo dos en 2016 [10].
Oxicodona de liberación prolongada
En abril, la FDA aprobó una nueva formulación de oxicodona de liberación prolongada, supuestamente resistente al abuso, para el dolor crónico severo que no responde a otras alternativas de tratamiento (XTAMPZA ER) [11]. Las cápsulas de XTAMPZA ER contienen esferas microscópicas con ingredientes inactivos destinados a dificultar la manipulación y el abuso del medicamento. Los sujetos de dos estudios pequeños que evaluaron el riesgo de abuso de XTAMPZA ER informaron que las cápsulas intactas, masticadas o inhaladas, de XTAMPZA ER eran menos deseables que la versión triturada de la oxicodona que no está formulada para disuadir el abuso [12]. En comparación con la oxicodona que no disuade el abuso, los sujetos eran menos propensos a querer inhalarla, pero no menos propensos al abuso oral [13]. Como ningún estudio evaluó si en condiciones reales los sujetos eran realmente menos propensos a abusar de la nueva formulación de oxicodona de liberación prolongada, es imposible, en este momento, saber si se abusará menos de XTAMPZA ER que de otras versiones de oxicodona.
Oxicodona-naltrexona de liberación prolongada
En agosto, la FDA aprobó otro opiáceo para el dolor crónico severo que supuestamente disuade el abuso, la oxicodona de liberación prolongada con naltrexona (TROXYCA ER) [14]. Se supone que solo se puede abusar del TROXYCA ER ingiriendo las píldoras intactas por vía oral, y no se puede abusar utilizando otras formas de administración. Al triturarlas, se activa la naltrexona bloqueando el efecto de la oxicodona. Public Citizen testificó contra la aprobación del fármaco porque podría ser fácilmente manipulado y por lo tanto abusado [15]. Además, al igual que en el caso de XTAMPZA ER, la empresa no estaba obligada a demostrar, antes de su aprobación, que la nueva formulación de TROXYCA ER reducía las tasas de abuso. Si la FDA continúa aprobando los opiáceos que se supone que disuaden el abuso con datos mínimos para apoyar tal designación, es más probable que las empresas comercialicen estos fármacos como de menor riesgo, lo que puede aumentar su utilización antes de que se realicen estudios para establecer si estos fármacos realmente son menos propensos a generar dependencia y adicción.
Referencias