Agencias Reguladoras
Sargento. Mike Rude (Ret.), mientras estuvo en las Fuerzas Armadas Canadienses participó en varias misiones, incluyendo Somalia, Afganistán y Bosnia.
Ahora está en una nueva misión: lograr que el gobierno canadiense reconozca el daño causado al personal militar por la prescripción forzosa del medicamento contra la malaria que entonces se encontraba en fase experimental, la mefloquina.
A partir de 1992, las tropas desplegadas en lugares donde la malaria se consideraba un riesgo, como Somalia, Ruanda y Afganistán, debían tomar mefloquina, comercializada como Lariam.
Se suponía que era un proyecto piloto, un estudio, pero no se obtuvo el consentimiento de quienes recibían el medicamento, no se emitieron advertencias sobre los peligros del consumo de alcohol, no se realizó ningún seguimiento antes o después. Y, dice el sargento Rude, que el impacto del clorhidrato de mefloquina ha sido devastador.
Se han identificado un total de 34 “efectos secundarios”, los síntomas de intoxicación por mefloquina incluyen ansiedad, paranoia, depresión, alucinaciones, comportamientos psicóticos e ideación suicida, y esos impactos se superponen con los síntomas del trastorno de stress postraumático (TEPT) y la lesión cerebral traumática.
El ejército canadiense, después de afirmar inicialmente que no había tenido efectos a largo plazo, ahora solo prescribe mefloquina como ‘medicamento de último recurso’. Health Canada afirma que a largo plazo la intoxicación por mefloquina puede causar enfermedades del cerebro y tronco encefálico potencialmente permanentes e incapacitantes.
Pero para aquellos que debían tomar mefloquina mientras estaban en el ejército, la batalla continúa.
Una demanda colectiva iniciada en 2000 fue desestimada por demora en 2018; el último intento de obtener el reconocimiento de la condición y la compensación, a través de un litigio conjunto (Mefloquine Mass Tort) podría enfrentar nuevas demoras después de que el gobierno federal optara recientemente por reclamar daños y perjuicios al fabricante del medicamento, Hoffman-LaRoche Ltd.
Para Rude, a quien administraron mefloquina cuando estuvo en el Regimiento de Aire en Somalia y nuevamente en Afganistán, estas demoras y tácticas son inconcebibles.
Por eso ha lanzado su gira Rude Awakening de costa a costa, hablando en nombre de los hombres y mujeres uniformados que se convirtieron en conejillos de indias y continúan sufriendo los resultados.
Inicialmente, Rude desconocía el posible impacto del medicamento que le administraron. “Tuve efectos secundarios. Diarrea: pensé que era por comer raciones. No podía dormir, pensé que era el calor; estábamos a 55 grados C.”
No fue hasta años después, durante una asamblea en abril de 2019, que Rude pudo relacionar sus síntomas, incluyendo los pensamientos suicidas, con la intoxicación por mefloquina. “Fue la ideación suicida lo que me llevó a interponer la demanda”, dijo.
Nos traicionaron, en varios niveles, dice. No solo no se obtuvo el consentimiento de las tropas a las que se les suministró el fármaco experimental, sino que no se conoce que hicieran ningún análisis científico serio.
“¿Había alguien que nos vigilara? ¿Todos lo estaban tomando? ¿Dónde está el control?” dice Rude. “Ya no sabes lo que es normal”.
Su nueva misión es simple: crear conciencia sobre el envenenamiento por mefloquina, hacer que el gobierno canadiense acepte la responsabilidad y dejar de arrastrar a los veteranos por los tribunales, reconocer la necesidad de apoyo y proporcionar tratamiento.
El ejército de EE UU reconoce el impacto del envenenamiento con mefloquina, y otorga un 100% de discapacidad a las víctimas. ¿Por qué Canadá no está haciendo lo mismo?
“Se están perdiendo vidas”, dice Rude.
El Rude Awakening Tour comenzó en Columbia Británica y se ha estado trasladando hacia el este, con paradas en los Centros de las Legiones Veteranos de Guerra y cementerios de guerra de todo el país.
El martes, Rude y su equipo estuvieron en Bradford, la Legión de Bradford les dio la bienvenida con una ofrenda especial en el cenotafio de la Legión, en memoria de aquellos que perdieron su lucha contra la depresión y los impulsos suicidas relacionados con la mefloquina.
Soldados y un pequeño grupo de dignatarios, incluyendo un diputado John Brassard, el alcalde y dos concejales estuvieron presentes durante los dos minutos de silencio y la colocación de la corona.
“Estoy aquí para hablar sobre los efectos adversos de esta medicamento venenoso y mortal”, dijo Rude, y para “criticar al gobierno” por su falta de reconocimiento del impacto de este “medicamento que no se ha probado”.
“Nadie tenía opción”, señaló Rude; a los hombres y mujeres de servicio se les ordenó “tomarlo o ser acusados”. Y añadió, “… cada uno de esos efectos secundarios acarrea muchos otros efectos”, especialmente la ideación suicida, que el fabricante reconoce como uno de los síntomas. “Lo he intentado dos veces”, dijo Rude. “Hay muchas otras cosas más de lo que sabemos”.
El sargento Rude leyó el nombre, rango, edad, lugar de servicio y fecha de muerte de 56 hombres y mujeres que se han suicidado, y cuyo suicidio se ha vinculado al consumo de mefloquina. “Regresaron de la guerra, pero la guerra nunca los abandonó”.
“Todo este viaje no es por mí. Es por todas las personas que sufren el envenenamiento que les causó la mefloquina”, dijo, y señaló que no solo los soldados, sino los civiles, han tomado el medicamento para prevenir la malaria, sin información completa sobre sus posibles efectos secundarios.
Después de la ceremonia, Brassard señaló: “En mi primer mensaje como crítico del Ministerio de los Asuntos de los Veteranos, surgió el tema de la mefloquina. Se hizo evidente que la toxicidad por mefloquina estaba teniendo un impacto en nuestros veteranos, a quienes se ordenó tomarla”.
Dijo que la evidencia de daño es “convincente” y señaló que los aliados de Canadá, incluyendo EE UU y el Reino Unido, ya han realizado estudios que han identificado los efectos secundarios y reconocen la toxicidad de la mefloquina como “una enfermedad ocupacional para nuestros veteranos”.
Brassard se unió a Rude para solicitar que se hicieran más estudios en Canadá y se reconociera la responsabilidad que tiene el país con sus veteranos.
“Debería ser relativamente fácil de hacer, porque nuestros aliados han hecho la mayoría de los estudios sobre el tema”, dijo el diputado. Lo que se necesita ahora “no es solo el reconocimiento del gobierno canadiense, sino también una compensación y apoyo”.
Brassard agregó: “Hoy creo, como lo dije hace tres años cuando solicitamos una investigación, que es muy necesario hacerla”.